–Shizu-chan, pide servicio al cuarto, muero de hambre.
–¿Ah? Pídelo tú, estúpida Pulga.
–Quiero sushi.
–¿Me estás escuchando, Izaya? –Arrugó el ceño y contrajo su cara.
–También quiero un poco de yakisoba, y una cerveza.
–I.za.ya... –Estaba furioso.
Era divertido enojarlo.
Solté una risita y voltee a verlo. Estaba terminando de arreglar mi kimono.
–¿Y tú qué quieres, Shizu-chan?
–¡Que me pongas atención! De verdad te odio.
–Está bien, creo que mi amor alcanza para los dos– puse un dedo en mis labios intentando parecer ingenuo–, así que, llama y pide la comida, ¿sí?
En su rostro se evidenció la culpa mezclada con la vergüenza. Reí satisfecho, no era que le dijera que lo amaba por manipularlo a mi antojo, lo decía lo más serio posible, pero si eso me servía de arma de doble filo, no iba a perder la oportunidad.
–Hola, quisiera un servicio a la habitación...
Solté la carcajada satisfecho por mi manipulación. Shizuo era muy idiota.
Me lancé sobre él pasando mis brazos por su cuello, molestándolo con cada oportunidad; revolví su pelo, mordí sus labios, zafé de nuevo su Kimono, bese su pecho, mordí su piel, me reí contra ella. Colgó. Me abrazó.
–¿Cómo lo haces? –Preguntó– ¿cómo lo haces?
–¿Qué cosa? –pregunté.
–Hacerme sentir así -me soltó y dejó que lo viera de frente–. Me manejas a voluntad, Pulga.
–Así está bien, fenómeno –reí–. Hay que saber manejar al monstruo que se tiene.
Su ceño se frunció como siempre que le decía eso, pero no dijo nada, su cara me indicó todo lo que estaba sintiendo, me mostró lo que sentía, sus mejillas rojas, su mirada profunda, avergonzada y desesperada, casi podía ver lo que nacía en su pecho, su remolino personal, su amor incondicional.
De verdad me quería.
Puse su mano en mi pecho, justo sobre mi corazón, la mía sobre el suyo, y me quedé en silencio por un segundo.
–No eres el único...–Dije.
Su corazón era como una bomba haciendo el conteo regresivo, así se sentía, con cada número un golpe se transmitía por su pecho hasta llegar a mi mano, su respiración parecía entrecortada, todo su sangre inundaba su rostro, parecía una enfermedad; enfermedad que yo también padecía.
–Gracias– dijo.
–¿Por qué agradeces, idiota?
–Por quererme.
Me tomó fuera de base, muy lejos, yo estaba cerca al rightfield en ese momento. Mi cara se atiborro de sangre, la absorbió como esponja, me altero, me desintegró.
–No se agradecen ese tipo de cosas, simio idiota.
Me arrodillé como parándome frente a él, casi a su misma altura, ligeramente más alto, tome su cara entre mis manos, baje la mía y permití que nuevamente nuestros labios se encontraran.
En eso golpearon. Había llegado la comida.
Una vez más, nuestra conexión llegaba a su final.
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2. Si pudieras desaparecer
FanfictionIzaya y Shizuo han comenzado a tener una relación de pareja desde aquel encuentro inminente en el apartamento de Izaya, aún lo manejan en secreto, nadie puede enterarse, el amor de esos dos podría provocar un cambio en la vida de Ikebukuro para bien...