Capítulo 4: Sumiso

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Sacó sus dedos y me dio la vuelta. Dejó a la vista mi entrada y se empujó de nuevo dentro de mí. Me tomó por sorpresa, solté un gemido.

-Di que sí -Repitió pegado a mi oreja -, o haré que Namie te escuche.

Maldito, maldito, ¡Maldito!

-Baja la voz -Susurré.

Una estocada más.

-¡Ah!-un gemido más -para- Volví a susurrar -,Shizuo...

-Acepta, solo tienes que decir que sí.-besó la hendidura de mi cuello mientras se hundía de nuevo en mí, pude contener el gemido- acepta, di que sí.

-Izaya -llamó Namie al otro lado de la puerta en algún lugar de la casa.- ¿Izaya, estás aquí?

No quería detenerme pero tenía que hacerlo, de lo contrario, Namie terminaría descubriendo nuestra relación. Tenía que tomar el control.

Shizuo ya estaba lo bastante ocupado como para ocuparse de mis manos, por lo que me fue bastante fácil alcanzar mi navaja. Apunté a sus costillas. Al fin se detuvo.

-¿Qué haces? -Preguntó sorprendido -¿De dónde mierda sacas cuchillos? -Estaba enojado. Había alzado la voz de más.

-¿Izaya? Preguntó Namie-, ¿Dónde estás?

Maldito fenómeno.

-Fuera- Susurré-, fuera.

Lo sacó lentamente, pensé que me dejaría libre, pero entonces se hundió en mí de nuevo.

Solté mi navaja. Y un gemido.

-Tú lo pediste, Izaya, contén la voz si no quieres que Namie nos escuche.

Salió de mí, me dio la vuelta para tenerme de frente y me volvió a subir a él.

-No juegues conmigo, Pulga, no lo soporto.-Se acomodó en mi entrada y se volvió a empujar dentro de mí.

Mi abdomen se contraía al tiempo que mi garganta cuando intentaba ahogar en mi pecho los gemidos; uno logró salir y fue cuando escuché la voz de Namie en la puerta.

Shizuo tapó inmediatamente mi boca. Con su mano, lastimosamente.

-Izaya, sé que estás ahí. ¿A qué mujer tienes metida ahí? -¿Mujer? ¡Si la mujer era yo! - ¿Qué le pasó a la puerta? ¡Izaya!

Namie estaba enojada -también tenía la habilidad de enojarla a ella-, estaba parada justo frente a la puerta, y si se asomaba un poco más por la grieta nos vería. Rogaba que no lo hiciera; cualquiera menos ella.

Shizuo paró las estocadas, se acercó a mí oído y en medio de un susurró, me dijo:

-Contesta, o ¿la quieres dejar ahí parada? ¿Dejarás que escuche tu voz? - Pasó su lengua por mi oreja y luego bajó hasta el cuello, que comenzó a besar y morder.

Me iba a volver loco si seguía saliendo con Shizuo.

Destapo mi boca por un momento, no duró ni dos segundos y luego sus labios y sus besos volvieron a taparla en medio de la charla.

-Lárgate Namie- logré articular-, tienes el día libre- la lengua de Shizuo estaba causándome estragos, y para rematar, ahora su mano estaba sobre mí erección, moviéndose lentamente de arriba a abajo.

-No me hagas perder el tiempo viniendo aquí, Izaya.

Ahogue un gemido; Shizuo me observaba satisfecho; su boca seguía besándome, su mano no paraba de moverse y su sonrisa junto a mis labios me decía que aún no había acabado.

2. Si pudieras desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora