Capítulo 3

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5 años después... 


Lunes. Odio los lunes. ¿Quién no los odia? Empieza la rutina, termina el fin de semana y empiezan las malditas mañanas en las que tengo que depertarme por el despertador. Estoy sentado en el consultorio del señor Robinson. Ni siquiera sé quién es, simplemente estoy suplantándolo. Aún no llega ningún paciente, lo cual es bastante bueno teniendo en cuenta que me estoy por dormir sentado.

Anoche canté en un bar, fue bastante bueno. La gente me aplaudió más de lo que lo han hecho otras noches, lo cual me hizo terminar la feliz y procedí a tomarme unos cuantos tragos con mi amigo Niall. Estoy contento de tenerlo, nuestra relación siempre fue igual. Creí que al terminar el colegio nuestra amistad se desgastaría, pero eso jamás sucedió. Salimos cada fin de semana a algún bar, nos juntamos a comer e incluso miramos partidos, aunque sea en contra de mi voluntad. 

Me acosté tarde y tuve pocas horas de sueño. Dormir menos de cinco horas no es sano ni para mi cuerpo, ni para mi mente. Espero despabilarme pronto, ya que me siento un trapo. Sólo pienso en llegar a mi casa y dormir al menos 15 horas. 

Estoy quedándome dormido en la silla, cuando de repente suena mi celular. Atiendo sobresaltado.

—Hola— contesto exasperado. Mi mal humor es más fuerte que otros lunes.

—¡Hola! Gracias por llamarme al trabajo, amor. ¡Eres muy dulce!  Eso es lo que deberías decirme, podrías atender con un poco más de ganas, ¿no crees?— habla mi novio con humor.

—Sí, perdón, no sabía que eras tú, no leí tu nombre cuando atendí. ¿Cómo estás?— respondo con más humor. Es lindo escuchar su voz.

—Bien, ¿y tú? ¿Cómo te fue anoche?

—Genial, deberías haberlo visto. Mucha gente me aplaudió, me sentí muy bien. Niall dice que hasta algunas chicas se emocionaron cuando canté una canción lenta, ojalá hubieses estado ahí conmigo— contesto tristemente.

—Perdón Harry, sabes que realmente quería estar ahí, pero también sabes que no podía faltar al cumpleaños de mi hermana. Me pone triste no haberte llevado conmigo. Te extraño, ¿podemos vernos hoy?— su voz es dulce y triste.

—Sinceramente sólo quiero llegar a mi casa y dormir. Perdón bebé, juro que voy a compensarlo. Podemos cenar mañana si quieres ¿dale?— respondo con tono arrepentido.

—Bueno, está bien. Te entiendo, es lunes. Sufres mucho los lunes, estás perdonado— contesta y luego suelta una carcajada.

—Gracias por entenderme. Tengo que dejarte, en cualquier momento entrará un paciente. Te quiero. Hablamos más tarde.

—Te amo lindo, que estés bien.

Cuelgo el teléfono e ingreso a la computadora para comprobar el horario del próximo paciente. Sólo faltan quince minutos y es una rutina en la piscina.

Soy kinesiólogo. Me recibí hace ya un año, pero aún estoy haciendo prácticas. No puedo ejercer como titular en ningún instituto de kinesiología, sólo puedo hacer consultas particulares hasta que pase un determinado tiempo. Hace ya cinco meses que me encuentro haciendo suplencias en distintos institutos. Actualmente tengo que reemplazar al señor Robinson por tres meses. Será la suplencia más larga que hice en lo que va del año. 

Apenas terminé el colegio, me anoté en una universidad para realizar la carrera de medicina, especializándome en kinesiología.

Durante el transcurso de los últimos cinco años, gané algo de dinero cantando. Todos los fines de semana canté en distintos bares. Cuatro canciones, dos movidas y dos lentas. Siempre me dijeron que tengo una excelente voz. No considero que sea la mejor, pero admito que sé defenderme. De a poco, juntando lo que ganaba cada fin de semana, llegué a obtener lo suficiente como para comprarme un departamento en Londres, mi madre me ayudó dándome algo de dinero, ya que realmente era mucho el que necesitaba. Me mudé hace un año, apenas terminé la universidad. 

Keep me safely | Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora