Capítulo 14

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Harry


No hay palabras que logren explicar el sentimiento que uno tiene cuando está haciendo lo que le gusta. Ese momento en el que sentís que tu propósito en la vida fue uno solo, y estás llevándolo a cabo justo en ese instante. Es cuando tu cuerpo irradia satisfacción, tus manos se sienten suaves tocando lo correcto y tus piernas están débiles, pero en el buen sentido.

Cada pieza suelta se une, creando una persona hecha y derecha, quien sólo quiere sentir. Sentir... Palabra simple, pero con un significado demasiado amplio. ¿Quién es capaz de sentir? Todos sentimos en cada segundo de nuestras vidas. Sentimos tristeza, enojo, felicidad, confusión y una lista casi infinita de cosas. 

Pero el sentimiento de hacer lo que a uno le gusta, no todas las personas tienen honor de sentirlo. Él me da esa sensación. Él es mi felicidad. Besarlo, es lo más acertado que he hecho en mi vida. Besarlo sin mentiras detrás, besarlo mientras sólo seamos él y yo. Ya no hay nadie más, soy suyo si él me quiere entero. Cada pedazo mío siempre tuvo una etiqueta con su nombre, sólo que se fueron borrando, habían perdido su color, junto con la esperanza. Mi vida había perdido color aquel trágico día, aunque nunca logre darme cuenta. Desde aquella primera vez que lo besé, todo tomó color y ahí me dí cuenta de que mis años fueron grises. Ahora encontré por fin mi camino a casa. 

Porque él es mi casa.

Sus manos pasan de mi pelo a mi cuello una y otra vez. Sus caricias son dulces como la miel y yo me derrito a cada segundo que pasa. Camino sobre mis rodillas empujando la silla con mi cuerpo y cierro la puerta con mi pié. No calculo bien el empujón, y el golpe de la puerta resuena en toda la casa. Louis sonríe en el medio del beso, pero jamás despega su boca de la mía. 

Nuestro beso es mucho mejor y más largo que el primero, pero no tan especial. Siempre la primera vez es la que recordarás toda la vida. Pero algo me dice que recordaré cada uno de nuestros besos muy detalladamente.

—Vamos al sofá— digo en medio del beso. Él asiente y sin despegar sus labios de los míos, comienza a deslizar su silla hacia atrás. Me paro y pongo mis manos en sus piernas, siguiendo sus movimientos hacia el sillón.

Una vez que nos encontramos frente al sofá, tomo a Louis por su cintura y lo arrastro hacia mí, ambos sentándonos uno al lado del otro. Mis manos no sueltan su cintura, y él no deja de tocarme el pelo.

—Necesitaba esto— hablo cortando el beso, pero sosteniendo nuestras frentes pegadas.

—Y yo— dice y sonríe. Le doy un corto beso en la punta de su nariz y él me toma las mejillas, juntando de nuevo nuestras bocas. El beso es pausado, tranquilo, como si fuese lo único que vamos a hacer por el resto de nuestras vidas. Mi lengua antes de entrar en su boca, lame su labio inferior, luego el superior y Louis mantiene su boca abierta. Su respiración es entrecortada y mi pija responde con cada sonido. 

Lo tomo por sus hombros y separo nuestros rostros. Sus labios están brillantes por los rastros de saliva. Me mira y me derrito con cada segundo que pasa. Sus ojos son del color más especial que pueda existir en esta tierra. Jamás vi algo así. No deberían ser llamados azules o celestes, habría que inventar un nuevo nombre sólo para el color de sus ojos.

—¿Qué pasa?— pregunta Louis mordiéndose el labio inferior y mirándome fijamente.

—Nada, te estoy mirando.

—¿Por qué? ¿Qué tengo?— pregunta y su mano derecha recorre toda su cara dando pequeños golpes, como buscando alguna falla en su perfecto rostro.

—Eres muy lindo— respondo y tomo su mano, sacándola de su cara y dejándola sobre su regazo. 

—No, no lo soy— dice frunciendo el ceño. Probablemente nunca se miró en el espejo.

Keep me safely | Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora