Capítulo 4

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Louis


Pasaron cinco años. Cinco años de una nueva vida para mí. Eso es lo que dicen ¿no? Ya que la única vida que yo recuerdo es esta. La que estoy viviendo ahora mismo. No conozco otra.

Nunca me quisieron mostrar fotos de mi "anterior vida" para protegerme. Odio esa palabra, en realidad la odio cuando la utilizan en mí. Mi madre la utilizaba todo el tiempo. Los primeros años era tan sobre protectora que casi no conocía la calle si no era por mi mejor amigo.

Es horrible no querer salir a la calle solo porque tu propia madre te implantó el miedo en la cabeza. Si no fuera por mi hermano de distintos padres, realmente no sé qué sería de mi vida. Es mi cable a tierra, quien me desconecta de la triste realidad. Me hace reír y olvidarme de toda la mierda en la que vivo.

A mi padre lo vi poco, con suerte una vez al mes. Ahora, apenas recuerdo su rostro. Finjo que no me importa, pero realmente me afecta. Sin embargo, jamás de lo diré.

¿Mi vida en estos cinco años? No sé cómo definirla. ¿Feliz? No. Definitivamente no es feliz. Obviamente tengo y tuve momentos felices como cualquier ser humano, pero no creo que a mi vida se la pueda catalogar como una vida feliz. ¿Cómo voy a ser feliz siendo un chico de 24 años virgen y sin un futuro prometedor?

Vivo con el pensamiento en la cabeza de que no creo que haya alguien alguna vez en esta vida que pueda llegar a amarme. Sé que hay gente que me ama, aunque puedo contarlos con los dedos de una mano. Pero no hablo de ese tipo de amor, el que te tiene un amigo o una madre, hablo de otra cosa. Quiero que alguien piense que soy lo más importante en su vida, que me llame todo el tiempo para saber como estoy, que me abrace en la noche, que me haga sorpresas y que cuando me mire sepa qué estoy pensando. Quiero que el único propósito en su vida sea hacerme sonreír. Pero todo esto suena irreal.

No estoy desesperando por tener pareja, no. Tampoco muero por tener sexo. Lo único que quiero es alguien que me comprenda, alguien en quién pueda confiar ciegamente, que me bese despacio cuando lo necesito y lo haga porque realmente lo quiere y lo siente.

Quiero compartir las cosas cotidianas de la vida, como mirar una película en el sofá o ir al cine tomados de la mano. Necesito que cantemos nuestras canciones favoritas a todo pulmón y riamos hasta que nos duela el estómago.

Pero... ¿Quién va a querer tener una pareja en silla de ruedas? Que no pueda mantenerse parado, que lo tengan que ayudar en todo momento, ya sea para ir al baño o cualquier otra cosa. ¿Quién va a querer tomarme la mano en la calle cuando puede tener a una persona mejor? Los médicos me dijeron que no saben si tendré sensibilidad a la hora de tener sexo. En serio, ¿quién querría un novio como yo?

Hoy es lunes y siempre me levanto por el despertador a la misma hora, pero en especial odio los lunes ya que empieza la semana y sé que tengo que ir a hacer rehabilitación. Voy todos los lunes y es un dolor de culo. No sólo porque odio a mi kinesióloga, sino porque tengo que admitir que durante el resto de la semana y fin de semana, mi mejor amigo me hace olvidar que estoy en silla de ruedas y me trata como alguien... ¿común? No sé si llamarlo de esa forma pero, cuando llegó a ese lugar y veo a todas esas personas con diferentes tipos de discapacidades, caigo en la realidad en la cual vivo y no me gusta para nada.

Cada noche cuando me voy a dormir me inventó historias en mi cabeza sobre situaciones que me gustaría que pasen alguna vez en mi vida. Hasta con diálogos incluidos, siento que soy la única persona que lo hace. ¿Estaré loco? No lo sé. Sólo sé que lo hago hasta que caigo dormido y jamás se ha cumplido ninguna de mis fantasías. Y cada mañana como hoy, me despierto y mientras estoy en mi cama pienso acerca de mi vida y mi futuro. Siempre es igual.

Keep me safely | Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora