Capítulo 51

1.5K 209 126
                                    

Harry


6 meses después...


Mis pulmones se quedan sin aire en cuanto me camuflo bajo un pequeño techo de madera, tan antiguo y rústico que me hace dejar mi mirada sobre él unos segundos. La nieve cubre la vereda y las personas caminan con cuidado. Copos inmensos bañan el paisaje de la mágica ciudad, mientras lo único que quiero es estar abrazando una enorme y caliente estufa.

Acomodo mis largos e inmanejables rizos bajo el gorro azul de lana. Bajo mis guantes, las palmas de mis manos amenazan con escarcharse lo suficiente como para hacer que al final del día la piel se me parta en miles de pedazos. Creo que tengo que buscar ropa más acorde al clima, ya que al parecer el invierno nos atacará con todas sus ganas.

—¿Tengo aún la nariz en mi cara? Porque no la siento, creo que la he perdido en el camino— habla sin aliento.

Sin dudarlo, se acerca a mí y pega su cuerpo contra el mío. Con dificultad por tantos abrigos, lo abrazo por el cuello e intento darle calor. 

—Sí, la tienes, igual de pequeña que siempre.

Louis hace un extraño ruido contra mi pecho y analizo si seguir nuestro camino o quedarnos bajo este pequeño refugio hasta que la nieve deje de caer. Aunque, por la intensidad de esta misma, imagino que empeorará cada vez más.

El clima aquí es mucho peor de lo que imaginaba, aún no puedo creer que hace un año me estaba quejando de la insoportable y especial llovizna de Londres. Definitivamente esto es intolerante. Sí, es mágico e incluso romántico el hecho de que las calles sean blancas como las nubes. Es lindo a la vista, pero si estaría sentado en un lugar caliente, con una taza de té entre mis manos y Louis en mi regazo.  Pero, a pesar del momentáneo sufrimiento, estoy feliz de no haberme quedado en Londres.

En cuanto tomé el avión meses atrás, me arrepentí durante las eternas seis horas de viaje.  Era imposible que vuelva a estar lejos de Louis. Apenas llegué a Londres, corrí a hablar con mi madre. Ella literalmente lloró en cuanto me vio y sobre todo cuando escuchó mi voz. Apenas anuncié que tomaría el primer avión de vuelta a Nueva York, Anne y Niall supieron que no volverían a verme en mucho tiempo, pero me entendieron. 

Y medio día después pagué un boleto a casi el triple de precio, pero no me importó. Aterricé con ojeras y un bolso repleto de ropa desordenada, la suficiente como para pasar una buena jornada lejos de mi ropero. Tomé un taxi y el viaje hacia el hotel fue eterno.

Llegué con ansias y nervios incrustados dentro mío. Corrí hacia su habitación y, luego de dar tres fuertes golpes en su puerta, un Louis con los ojos hinchados y la boca llena de chocolate se hizo presente.

Pasamos la noche entera besándonos, abrazándonos y amándonos. Confesó que había comido un kilo de helado él solo, debido a la tristeza que se había apoderado de su cuerpo en cuanto me subí a aquel avión.

Los meses pasaron volando. Fui a cada grabación y disfrute ver como avanzaba su actuación. Dormimos en su habitación, acurrucados en la cama. Hicimos el amor una y otra vez, recuperando el tiempo perdido.

Todo fue mágico, se sentía, y aún se siente, como un sueño. 

Recorrimos gran parte de la ciudad y conocimos lugares increíbles. Nos emborrachamos como unos adolescentes y nuestra amistad con Alec y Zayn se hizo cada vez más importante. Extrañé a Niall todo el tiempo, pero prometió que vendría con Lydia a visitarnos. Todavía estoy esperando que eso pase.

Unos de los recuerdos más presentes que tengo, son de la noche en que fuimos a ver la obra de teatro de El Rey León, en Broadway. Amé cada segundo de la obra, pero sobre todo amé la manera en la que Louis la miraba, completamente fascinado. Cuando terminó, cenamos en Shake Shack y me contó que me había comprado boletos para la misma obra aquel día en que sucedió eso que ninguno de los dos quiere recordar. Con nuestros estómagos llenos y sonrisas radiantes, recorrimos las brillantes calles tomados de la mano durante gran parte de la noche. Atesoro dentro mío cada uno de esos momentos únicos que forman parte de nuestra historia de amor.

Keep me safely | Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora