Capítulo 1
Mi verdadero nombre es Erick Esteban Perkins y mí nacimiento no fue nada especial. Mi madre, en una acalorada noche de verano, se encontraba recostada en su cama de hospital, esperando pacientemente la hora, para poder dar a luz a su primogénito. El encargado de la difícil tarea de traerme a este mundo, fue mi propio padre: un honrado y respetable doctor. Cuando nací, él, muy orgulloso me sujetó entre sus brazos y sonrió al verme.
—Es un niño mi amor, ¡y nació muy sano! — Gritó al escucharme llorar.
—Dámelo Esteban, quiero verlo. — Mi padre me entregó a los brazos de mi madre. Ella me arrulló, tratando de parar mis lloriqueos, y al recostarme en su regazo, me quedé dormido.
El tiempo pasó rápidamente, y aunque fuera tan solo un bebé, tengo algunos recuerdos de mi etapa en pañales. Éramos una familia feliz, una familia normal, vivíamos en una ciudad pequeña de nombre Destello, el lugar ideal para crecer supongo yo. No había edificios gigantescos, ni tampoco grandes multitudes, solo unas cuantas cosas a destacar, las familias felices eran el resultado perfecto de esta ecuación, es por ello que mucha gente tomaba la decisión de crear allí un hogar, apartado del complejo mundo exterior.
Unos meses después, mi madre se embarazó nuevamente. Recuerdo que constantemente me decía que pronto tendría un hermanito o una hermanita. Habían construido un cuarto especial para el nuevo miembro de la familia. Tenía detalles en azul y rosa. Compraron una cuna que dejaron en el centro de la habitación adornada con un móvil sobre ella. Este, se encontraba girando en el aire con formas de cubos, aviones y otros juguetes que no puedo recordar.
Las semanas pasaron rápidamente y mis padres estaban cada vez más entusiasmados, pero mi padre pasaba mucho tiempo en el hospital, así que constantemente (sobre todo en los últimos meses) la abuela venía a ayudarle a mi madre con los quehaceres de todos los días. Hacía la comida o la limpieza. Por las noches cuando mi padre volvía, después de terminar su jornada, subían al coche y regresaba a la abuela hasta su casa y a la mañana siguiente volvía a ir por ella muy temprano.
Cuando la fecha tan esperada llegó, creo recordar que era alrededor de las diez de la noche o cercano a esa hora, ya que estaban pasando el noticiero nocturno. Me encontraba sentado en la alfombra de la habitación del televisor y mi abuela me vigilaba (o al menos eso parecía). De pronto y sin previo aviso, mi madre, desde el segundo piso gritó fuertemente. Me asusté, o mejor dicho nos asustamos. Mi abuela saltó casi literalmente del sillón reclinable y subió corriendo las escaleras. Yo gateé hasta ellas, quedándome al borde del primer escalón.
Al pasar unos minutos y mientras mordía uno de mis juguetes, apareció mi abuela. Tomaba a mi madre del brazo y la ayudaba a bajar las escaleras. Cuando llegó a la planta baja mi madre sollozaba y se tocaba el vientre. Yo la miraba desorientado y ella, al darse cuenta de que la veía me dijo, "estoy bien bebé, no te preocupes".
Mi abuela con gran rapidez y destreza (nada natural para una mujer de su edad y complexión) subió una maleta al auto, después me tomó entre sus brazos, me sentó en el asiento trasero sujetándome en mi silla para bebé. Cerró la puerta y la aseguró, ayudó a subir a mi madre y por último se subió ella, dio un vistazo a la calle y puso el auto en marcha. Sacó su teléfono celular y llamó a mi padre para decirle que algo extraño pasaba. Aún no era el tiempo, el bebé se había adelantado.
Íbamos camino al hospital, mi abuela trataba de calmar a mi madre diciéndole que todo iba a estar bien, pero ella parecía no escuchar sus palabras por el dolor que sentía en ese momento. Yo trataba de verla, no resistí, al final giré mi cabeza en otra dirección. Mi vista se perdió en el camino y miraba como las luces de los faros de la calle pasaban velozmente. Cuando por fin llegamos a nuestro destino, mi padre se encontraba acompañado por un grupo del personal médico que nos esperaba en la entrada del hospital con una silla de ruedas. Mi madre salió del auto y sus piernas flaquearon, casi caía al piso. Mi padre y los demás enfermeros lograron ayudarla a sostenerse. Recuerdo muy bien esa escena, al voltear mi cabeza hacia el suelo pude ver una gran mancha de color oscuro. Fue la primera vez que vi la sangre.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...