Frank no me llevó a recorrer la institución, ni siquiera me indicó donde quedaba el comedor, o los baños públicos, simplemente se limitó a darme una caja no más grande que mi cabeza y a llevarme a una de las cientos de habitaciones que estaban en el segundo piso.
La habitación era muy acogedora, tenía dos camas, dos libreros, dos escritorios y un vestidor diseñado para dos personas. Algo era seguro y era que definitivamente no iba a estar solo. Una de las camas tenia arrugadas las sabanas, alguien había estado sentado allí antes de que llegara. Así que me senté en la otra. Dejé mi mochila en el suelo y cuidadosamente abrí el paquete procurando no dejar caer ni un trozo de papel. Extendí las solapas y saqué su contenido. Una placa de identificación con mi fotografía y mi nombre, una credencial holográfica, un cuaderno, un bolígrafo y un libro de reglas.
Tomé el libro de reglas y lo leí en voz baja. Existían cientos de reglas y cada una más absurda que la anterior, evidentemente iba a ser muy fácil ser castigado. ¿Cómo podía presentarme a clases a las siete de la mañana si tenía que fregar los pisos de todo el internado a las seis?
Abrí la libreta y tomé el bolígrafo, entonces transcribí unas cuantas reglas que me parecieron importantes o que me servirían de inspiración para sobrellevar mejor aquel lugar:
1. Solo después de las dos de la tarde está permitido vagar por la institución hasta la hora de cenar. La cena se sirve a las ocho, una vez concluida la cena, cualquier estudiante que sea sorprendido será amonestado.
2. Está prohibido salir de la institución cualquier día de la semana excepto fines de semana, podrán salir a partir de las seis de la tarde del día viernes y tendrán un plazo hasta las seis de la tarde del día domingo.
3. Solo los mayores de quince años podrán salir solos a la hora antes especificada, los que sean menores a esa edad deberán ajustarse con un grupo supervisado por el encargado de seguridad.
4. A la edad de dieciocho años el estudiante está completamente graduado de la institución y se desvincula de ella completamente... LIBERTAD... ¡LIBERTAD!
Hice un cálculo — once años voy a permanecer aquí antes de poder salir —, no llevaba ni siquiera una hora y sentía que me asfixiaba a pesar de tener como vecino una infinidad de hectáreas de bosque.
—A sí que tienes siete años ¿verdad? — dijo una voz detrás de mí.
— ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres tú? —pregunté asustado y confundido.
—No te asustes, escuché cuando balbuceaste once años, supuse que estabas contando los años que te faltaban para salir. Eres nuevo, todos hacemos lo mismo en su momento. Y respondiendo a tu otra pregunta, mi nombre es Víctor. Víctor Sullivan, un placer. —me sonrió un niño un poco más grande que yo en estatura, con ojos verdes y cabello rubio, delgado y con rasgos muy finos en su rostro.
—Mi nombre es Erick, mucho gusto. — sonreí.
— Entonces, ¿Eres nuevo verdad?
— Sí, llegué hace unas horas, leía las reglas y... —me interrumpió.
—Esas reglas son absurdas, los castigos son muy severos, pero es más divertido si las rompes, solo trata de que no te atrapen, así de sencillo. Te voy a explicar cuáles son las verdaderas reglas del lugar, así que escucha atentamente —hizo una pausa —. Nunca, jamás, vayas a visitar al director Finnegan los fines de semana, los niños cuentan que por las noches hace cosas malas... no sé qué clase de cosas pero no me consta y no planeo averiguarlo, segundo, en el sótano está la biblioteca, igualmente, jamás vayas allí los fines de semana al caer el sol, y por último, evita ser agradable con tus superiores, tanto el director como los maestros.
ESTÁS LEYENDO
Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...