Destello... Juraste jamás regresar, y mírate, aquí estás de vuelta
Me encontraba de nuevo en un sueño, ni una luz podía ver, era una visión diferente a la que tuve hace algunos años, antes, por lo menos veía mis manos, ahora, simplemente oscuridad, y palabras indescifrables en el aire, como una oración, algo allí en el fondo podía verme y se burlaba de mi...
Adormilado y un poco atontado, abrí los ojos, acababa de despertarme el llanto de un niño y el ajetreo del autobús gracias a las condiciones de la carretera. En mis brazos sujetaba un maletín no muy llamativo, algo cutre para no llamar la atención. La mayoría de los pasajeros eran obreros que trabajan en las minas de carbón cerca de la ciudad. A parte de la mujer que llevaba al bebé, había tres trabajadores con el clásico overol de color azul y gorras de la compañía para la que trabajaban. Miré mi reloj, este marcaba las seis de la mañana, eché un vistazo por la ventanilla, el sol comenzaba a salir por detrás de las colinas. Después de muchísimo tiempo por primera vez pude regresar, tragué saliva y un sentimiento de nostalgia recorrió todo mi cuerpo. Tenía muchas dudas de mí mismo, pero sabía que no era momento de echarse para atrás. Cuando el autobús llegó a la estación miré mi reloj una vez más, este marcaba quince minutos antes de las siete de la mañana, era muy temprano de cualquier manera y no tenía nada planeado, lo único que podría hacer era recorrer la ciudad tratando de pensar en alguna artimaña. Pensé en visitar algunos lugares de interés, como la vieja librería, la estatua del héroe desconocido o el hospital donde trabajó mi padre.
Mi padre...
Al recordarlo, me invadió la curiosidad, después de todo jamás supe de él nuevamente. Apreté fuertemente el puño, arqueé las cejas, bostecé y medité un poco.
—Tendría que visitarlo...
Después de pensarlo mucho me dirigí a mi antiguo hogar. Tomé un taxi que me dejó una calle antes de mi vecindario, esto a petición mía ya que quería recorrer a pie el lugar, recordando cómo cacé a mis primeros especimenes. El vecindario no era lo que fue, mostraba una vista de un lugar sombrío y desolado, muchas casas tenían letreros de SE VENDE, otras más de SE REMATA y pocas los de SE RENTA.
En la acera había autos chatarra, buzones destruidos, parecía que un tornado pasó por el lugar. Caminé por la acera y llegué a lo que un día fue mi hogar, al verlo, comprendí tal vez porque el vecindario se convirtió en esto. Mi casa era un despojo. Sus colores vivos y los cuidados que alguna vez tuvieron mis padres ya no existían más, la vivienda estaba cubierta de indescriptibles frases de odio, dibujos obscenos y promesas de muerte.
Me acerqué a la puerta, esta estaba derribada así que pude entrar en la propiedad. Recorrí cada habitación, no quedaba nada, todo se lo habían llevado.
Llegué a lo que un día fue mi habitación, abrí la desgraciada puerta y miré todo el lugar. Aún quedaban algunos juguetes en el suelo y a pesar de que la pintura estaba roída, era la misma escena que vi la última vez que dormí allí. Caminé un poco con la vista en alto y me detuve al escuchar un tronido. Me agaché y tomé lo que estaba debajo de mi zapato. Era un antiguo portarretrato de mi familia, mi madre me sujetaba en sus brazos, sentada en una silla y mi padre tomándola de los hombros. No recordaba aquella fotografía, probablemente era la única. Sonreí un poco, miré el panorama y la arrojé lo más lejos que pude, escuché cómo se quebraba en mil pedazos, y en el proceso rompió una ventana de la otra habitación.
¿Te dolió? Oohh espera tu no sientes dolor... ¿o sí?
Salí de la casa a paso acelerado, mi corazón latía fuertemente, estaba a punto de irme cuando de pronto escuché que alguien se dirigió a mí en un grito.
ESTÁS LEYENDO
Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...