Capítulo 25

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—Despierta, creímos que nunca dormías — Se escuchó alguien dirigirse hacia mí.

Escuché una voz que venía desde la oscuridad. No podía ver nada, me habían cubierto los ojos. Tenía puesto un casco que anulaba mi visión nocturna. Era algo metálico que hacía que mi visión volviera a ser normal. Podía sentir su peso en mi cabeza. Al intentar moverme me di cuenta que estaba atrapado. Mis manos y pies estaban completamente inmóviles. Me tenían sujetado a una máquina que me ponía a su disposición, era como una "x" gigante diseñada especialmente para mí.

— ¡¿Quiénes son ustedes?! —Grité eufóricamente.

— ¿Cómo sabes que somos nosotros? —preguntó la voz artificial

—Por favor... todos sabemos que alguien solo no podría haberme detenido.

Silencio total en la sala. De pronto, la voz que hasta hace un momento estaba hablando conmigo se apagó. Silenciaron el dispositivo que distorsionaba la voz.

—Tienes razón Cosmo, somos más de uno, pero yo seré al único que conocerás. —su voz era familiar.

Una luz cegadora se proyectó directamente a mi rostro, impidiendo poder ver con claridad, no alcanzaba a ver nada a pesar de mi visión perfecta.

—Suavicen las luces —les pidió aquella voz amablemente.

Las luces se atenuaron, en las sombras una silueta avanzó hacia mí... Víctor, como ya era costumbre el de aparecer en lugares poco comunes, vestido con su característico traje oscuro y corbata.

—Víctor...

— ¿¡Erick?! Que sorpresa el tenerte por aquí

Permanecí en silencio.

— ¿Te comió la lengua el ratón?

Le escupí y mi saliva cayó en sus zapatos recién lustrados. Víctor sonrió de la manera que siempre sonreía cuando se trataba de hablar conmigo.

—Está bien, acepto que estés enojado. Pero debes admitir que lo que acabas de hacer fue de muy mala educación.

Víctor sacó su pañuelo de seda y se limpió los zapatos. Él podía ver en mis ojos la intención de hacerlo de nuevo así que retrocedió. El cuarto era de color negro, cada pared estaba cubierta por esa pintura color chapopote y la única fuente de luz, era una lámpara que colgaba sobre mi cabeza. Al fondo había una puerta oculta, la única forma de saber que estaba allí era que alguien del exterior abriera una pequeña rendija.

— ¿Por qué haces esto Víctor? ¿Por qué me traicionaste?

— ¿Traición? ¿Hablas de traición? Yo te di todo amigo. Todo lo que tú eres es gracias a mí. Pagué tu educación, pagué tus experimentos. Tu boda, tu casa, todo ese dinero era mío.

Víctor comenzó a perder la paciencia. Jamás escuché hablar a Víctor con ese tono. Era una persona diferente, ya no era aquel sumiso compañero mío que vivía en el internado. Ahora era alguien más.

—Erick... tú eres todo lo que siempre busqué, más bien todo lo que buscábamos. Eres más que un simple experimento eres la clave para ganar esta guerra.

— ¿Guerra? ¿Qué guerra? ¿De qué hablas?

—Por dios hermano... ¿llevas mucho tiempo viviendo en un yonqui? Estamos en guerra.

Me quedé pensativo, tratando de digerir lo que Víctor acababa de decirme. Debía saber más, ¿quién nos estaba invadiendo? ¿El Edén corría grave peligro? Había tantas preguntas pero ninguna respuesta.

—No soy inmortal Víctor. Yo solo no puedo ganar esta guerra.

—Tu solo no hermano. Pero mil como tú sí, pero solo mil, ¿Por qué no cien mil?

Víctor se quitó su saco, y lo dejó caer al suelo, se arremangó un poco las mangas de su camisa color purpura, lucía un reloj de oro y unos cuantos anillos.

—Es una locura Víctor. No puedes hacer eso, ni siquiera yo mismo se si podría repetir el mismo resultado.

—No hermano, no me digas eso —Víctor me golpeó directamente en el rostro, pero yo apenas le puse atención.

—Es en serio hermano. Ustedes vieron mis apuntes. Creé unas cuantas pociones pero cada una es un resultado diferente, no sé qué elemento detonó este resultado, quizá mi cuerpo se acostumbró al uso constante de medicamentos o hubo otros factores, como por ejemplo que no vi la luz del sol en más de un mes o cosas así. El flujo de adrenalina o el miedo. Pudo haber sido cualquier cosa.

Víctor, me miró detenidamente, no iba a aceptar un "no" por respuesta.

—Pero, ¿cooperaras con nosotros verdad Erick?

—Necesito respuestas y solo después de eso quizá lo haga.

— ¡Señor! —gritó Víctor.

—Nuestro invitado especial quiere respuestas, ¿Qué podemos hacer?

Comencé a escuchar una estática en algún punto de la habitación, la misma voz artificial empezó a tomar profundidad.

—Le daremos respuesta Señor V, usted vuelva a entrar.

—A la orden señor.

Víctor me dio la espalda, en ese momento se abrió una vez más la puerta cubriendo todo el cuarto de luz nuevamente. Seguía sin poder ver el fondo de la habitación. Mi visión era perfecta en la noche, no podía hacer nada cuando se trataba de un rayo de luz con tanta intensidad.

Sentí que una vez más se activó el extraño dispositivo sobre mi cabeza. Esta vez no era solo oscuridad lo que veía. Comenzó a proyectarse el inicio de un video. Lo único que podía ver era un símbolo, un fondo blanco con un círculo negro. Dentro del círculo había un árbol, pero no cualquier árbol, sino más bien un manzano. Podía ver sus frutos en la copa. En la base del árbol sus raíces se esparcían y bifurcaba hacia abajo y en el centro una serpiente mordiendoce a si misma.

— Puedes hacer preguntas —dijo aquella voz artificial.

Me quedé pensando en quien pudiera ser y cuantos sujetos me estarían observando en ese momento, era difícil saberlo pero tenía el permiso para dejar volar mi imaginación y empezar a preguntar.

— ¿Dónde estoy?

— Estas en una base de inteligencia militar de alta seguridad. Revelar su ubicación no está permitido.

—Debí imaginarlo —lo dije para mí mismo.

— ¿Qué país nos ataca? —pregunté.

—A nosotros ninguno. Es el mundo entero el que está en guerra.

Entonces, ¿cuál era el propósito de tener soldados como yo? ¿la defensa? ¿A caso planeaban alearse con algún país?, alguna potencia mundial como Estados unidos o Alemania quizás

— ¿Cuánto tiempo lleva esta guerra?

Hubo silencio.

—Esta guerra lleva más de cincuenta años.

¿Cincuenta años? Como era posible, nunca nadie nos dijo que estábamos en guerra. Incluso tenía más años que yo. Era imposible, a menos que hubiera sido un secreto y a todos los habitantes del Edén nos la hubieran ocultado.

— ¿Para qué me quieren entonces? ¡Díganmelo!

—Para la dominación... Esta guerra servirá como escalón para conquistar a todos aquellos países que estén en desventaja y acabar con las potencias restantes.

A pesar de mi confusión escuché un estruendo del otro lado de la bocina, como si alguien hubiera forcejeado, de pronto la voz artificial cesó y comencé a escuchar la voz del señor V. o mejor dicho. La voz de Víctor Sullivan.

—Erick, pon mucha atención. Estoy a punto de ponerte un video donde te explicarán muchísimas cosas, y antes de que puedas decirnos algo, te pido que lo analices detenidamente.

Hubo silencio, no respondí. Solo podía ver ese extraño símbolo, no decía nada. Comenzó a haber estática dentro de los visores, la pantalla se puso en negro y comenzó la película.

Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora