Busqué por todos lados y no encontré rastro de mi último desprendimiento. Encontré un charco de sangre a pocos centímetros de mí, sin ninguna señal de aquel miembro. El resustado final de mis experimentos fue: Soy inmortal. No podía creerlo. Mi cuerpo se regeneraba a los minutos aun después de estar muerto. Mi cerebro se reconstruía de igual manera que fue antes, no perdí ningún recuerdo, no tenía conciencia de lo que pasaba al morir a si que no puedo dar testimonio que exista algo más alla de la muerte, sin embargo, ahora podría comenzar desde cero, podía elegir como empezar, volví a nacer.
Otra de las ventajas es que nunca estaba cansado o tenia sueño, sin embargo podía elegir dormir por mero placer. Incluso seguía soñando, aunque debo admitir que no eran de mi agrado mis sueños por lo que prefería no dormir tan seguido. A veces soñaba sobre las últimas semanas que pasé en el laboratorio del hospital, lo que hice con Janeth y mi sufrimiento al tomar las pócimas.
Estaba desnudo en medio del bosque, con una apariencia juvenil y mejor que nunca. Debía dirigirme al pueblo. No Horizon si no al pueblo que se encontraba a dos kilómetros del hospital, "Los pinos". Trataba de recordar el mapa que Víctor me enseñó la última vez que hablé con él en persona. Recordaba que apuntó la ciudad, después un punto en el bosque y justo un poco arriba de aquel punto estaba el pueblo que tantas veces visité en mi juventud. Ahora sabía a donde ir. Me puse en marcha. Corrí tan velos como mi cuerpo me lo permitiera. No era algo sobre natural, pero al no sentir cansancio podía correr como el atleta más rápido del mundo.
Al llegar al lugar, la noche cayó. No había muchos habitantes rondando en las calles como era costumbre. Igual que siempre estaba iluminado con la suavidad de las farolas de las calles y la luz de la luna. Me moví entre las sombras procurando no llamar la atención. Necesitaba encontrar ropa rápidamente sin que nadie se diera cuenta. Lo que podría hacer era esperar cerca de un bar a que saliera algún ebrio que no supiera donde estaba pisando para poder llegar y quitarle todo.
Cerca de allí existía un bar llamado "tres pares", me quedé escondido esperando a que entrara la noche y los primeros gusanos salieran del lugar. A altas horas de la madruga salió un infeliz solitario. No sabía dónde estaba pisando y en cualquier momento se iba a desmayar. Un rockero que llevaba todo el kit: pantalones vaqueros, unas botas, guantes y una chaqueta de cuero, con una playera que decía "seguidores del mal". El hombre iba caminando por la acera. Yo me movía en la oscuridad, aprovechando el parpadeo de los viejos faros. Me escondí en el callejón. El rockero, tambaleándose pero aun consiente, intentó subirse a su motocicleta, no podía encenderla se tambaleaba demasiado. Debía darme prisa porque no tardarían en salir para meterlo nuevamente al bar y decirle que no debía conducir. Muy sigilosamente me acerqué a él y lo tomé del cuello. Forcejeó pero caminé hacia atrás, tenía todo el peso de mi cuerpo alrededor del suyo, le estaba aplicando una llave para dejarlo inconsciente. Mi brazo izquierdo lo pase por su cuello para sujetarlo y con el derecho apliqué toda mi fuerza para dejarlo sin oxígeno y que se desmallara. Segundos despúes cayó tendido en el suelo.
Le quité toda la ropa, y corrí nuevamente al bosque, tuve suerte porque al voltear hacia atrás, estaban saliendo tres hombres del bar. Si no fuera por el hecho de que yo mismo robé esa ropa, juraría que la habían mandado a hacer para mí. Era todo el estilo que buscaba y debo confesar que me encantaba como lucia, sobre todo las botas y esa chaqueta de cuero.
Esperé el amanecer, y una vez que el sol salió comencé a recorrer el pueblo a pie. No creció mucho en los años que estuve fuera, solo había más restaurantes que visitar y más bares a los cuales acudir. Mi primera parada fue ir a la plaza central. Me senté en una banca del lugar y comencé a sentir el sol en mi rostro. El clima era perfecto, bueno, para mí siempre lo era. Podía caer una ventisca o podría estar en el desierto pero mi cuerpo siempre mantendría la misma temperatura. Desde hace unos días concluyó la etapa de nevadas inesperadas y solamente quedaba un agradable aire frio. Las personas aún salían con abrigos y no muchos se atrevían a aventurarse fuera de casa sin ellos. Junto a mí se sentó un hombre mayor, llevaba puesto un traje color café y un sombrero de frac, una moda de hace bastante tiempo, que incluso para los más mayores de esta época seguía siendo muy antigua. Llevaba un periódico "el sol matutino". Yo estaba a su lado pretendiendo no aparentar interés pero al igual que la mayoría de los ancianos siempre buscan conversación.
— ¿Es un clima agradable no le parece? —me dijo sin dejar de ver el periódico y al mismo tiempo dándole vuelta a la plana.
—Muy agradable debo admitirlo. Me gusta el fresco del lugar.
—Normalmente es así durante toda esta temporada.
—Es maravilloso la verdad.
— ¿No eres de por estos rumbos?
—Pudiera decir que sí, pero a la vez que no. Nací en Destello, viví un tiempo en Horizon pero ahora busco un lugar donde establecerme alejado de la ciudad.
El viejo me miró, dobló el periódico y sonrió. Rió un poco y después tosió. Tenía un pañuelo en su bolsillo y se lo llevó a la boca. Al terminar de toser volvió a dejar el pañuelo en su lugar y se limpió la frente.
—Es raro que un muchacho diga ese tipo de cosas, a juzgar por tu ropa me doy cuenta que vives para eso.
—La verdad no. Se hacer muchas cosas y pronto aprenderé a hacer más pero aquí entre nos, jamás supe tocar algún instrumento.
El viejo empezó a reír una vez más y de la misma risa comenzó a lagrimear un poco.
—Bueno chico por lo visto, andas por aquí sin rumbo, y acaso ¿tienes dinero?
Está era una pregunta capciosa. Claro que tenía dinero y mucho, pero no podía disponer de el, después de todo, el banco guarda mis registros, incluyendo fotografías, firmas y mi historial de crédito. No llevaba nada mío, mi cartera se quedó en el hospital y aunque me presentara con mi identificación definitivamente no me creerían.
—Creo que por el momento no tengo dinero.
—Bueno muchacho si te interesa conseguir un empleo un poco decente y con un ritmo bueno de trabajo, te recomiendo que vayas a las afueras del pueblo del lado este, allí podrás encontrar mis oficinas. Pregunta por Carmen y dile que vas de mi parte. Quizás tenga un empleo para ti.
El hombre se puso de pie y me hizo un gesto de despedida. Antes de que se fuera le dije que si era tan amable de prestarme el periódico y él con mucho gusto aceptó. Cuando se alejó lo voltee y leí el encabezado.
"El doctor del terror", la primera plana dedicada a mí. Hablaba del caos del hospital, del cierre de la institución y de mi persecución. Toda la policía me estaba buscando, pobre de ellos, con este nuevo cuerpo jamás me encontrarían. Di vuelta a la hoja y leí otra noticia que robó mi atención.
"Desacuerdos internacionales. Tomen las armas"
Continué leyendo. Era una promesa de guerra, las potencias mundiales no se conformaron con los acuerdos hechos años atrás, y al igual que todo el mundo querían seguir explotando este nuevo continente. Una guerra sería algo triste para todos, incluso para mí ¿pero que podía hacer? Solo era un simple muchacho que buscaba reconstruir su vida.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...