El símbolo del árbol volvió a encenderse, duró unos segundos antes que apagaran nuevamente aquellos visores. Debo admitir que el video explicó muchas cosas que ignoraba. Cuando era más pequeño escuché historias acerca de cómo surgieron nuestras ciudades y de lo que pasaba con el mundo, pero jamás respecto a tantos problemas.
Me retiraron el casco nuevamente y desactivaron mis ataduras. Caí al suelo, mis rodillas amortiguaron el pequeño traspié que tuve. Estaba desnudo, caminé en círculos viendo la habitación. Mi visión nocturna volvió pero las paredes la anulaban. De pronto volví a escuchar la voz artificial.
—Doctor Perkins, después de haber visto este video ¿Cuál es su respuesta?
—No sirve de nada pelear, todos vamos a estar condenados tarde o temprano. Incluso yo.
Tenía mucha furia dentro de mí y no planeaba ayudarlos con nada que involucrara más muerte y destrucción. No sería un arma que fuera utilizada para conquistar, matar y dominar. No tenía miedo, solo quería redimirme un poco por la memoria de la que alguna vez fue mi esposa. Por Marlene y Ana... Marlene y Ana, por dios ¿Qué pasó con ellas? Tal vez no debí preguntármelo.
—Muy bien doctor. No nos dejas alternativa. Mientras no coopere pasaran cosas que todos lamentaremos.
El cuarto se iluminó. Las paredes eran monitores gigantes, di una vuelta completa para asegurarme que era verdad. Toda la habitación era un cubo hecho de pantallas. Y dentro de ellas se mostraba un paisaje. Se veían las nubes y las montañas al fondo. Un hermoso y espeso bosque de color verde y a lo lejos un pueblo: Los pinos.
Se escuchó un sonido. Como el de una compuerta abriéndose. Empezó la cuenta regresiva. Cuando llegó a cero, un misil salió desde las profundidades del bosque. La cámara cambió de ángulo y se colocó encima del misil. Las pantallas una por una fueron cambiando de toma, excepto la que estaba en dirección a los pinos alejada varias millas.
¡Hey! ¡Hey! —Grité con desesperación — ¡párenlo! Cooperaré pero por favor párenlo —Golpeaba la pantalla en un intento desesperado por frenarlo.
—Muy tarde doctor, esto no puede detenerse. Este es el precio a pagar por su insolencia.
Me encontraba golpeando la pantalla como si creyera que rompiéndola iba a poder hacer algo por las personas que habían cuidado de mí y me dieron todo su amor. El misil llegó al lugar y explotó. Todas las cámaras se quedaron en estática excepto la de la montaña. Gracias a ella tuve la mejor vista de aquella catástrofe. Cuando explotó el misil formó un hongo gigantesco, no fue cualquier bomba si no una de verdad. Una de las más poderosas. Borraron toda una población y destruido gran parte del bosque que la rodeaba. La cámara, cuando llegó la onda expansiva la movió de su lugar arrancándola de tajo.
Caí de rodillas y comencé a llorar. Era increíble la sangre fría que tenían estos hombres. Hablaban en serio. ¿Pero de que serviría ayudarles? Si las únicas personas que me interesaban murieron en aquella explosión. Jamás las volvería a ver, jamás tendría la oportunidad de redimirme o estar con ellas nuevamente. Estaba destrozado.
—Todos muertos. ¿¡Por qué!?
—Por tu falta de cooperación doctor, así que preguntaré nuevamente, ¿cooperara con nosotros?
—Cooperar es una cosa y colaborar es otra. No colaboraré con ustedes, pero pueden hacer conmigo todo lo que quieran, no me importa.
Hubo silencio nuevamente en la habitación. Se apagaron las pantallas y comencé a escuchar como si hubieran abierto una rendija metálica. Trataba de localizarla pero no podía ver nada. Empecé a oler a azufre, como huevos podridos. Me empecé a marear. Habían liberado un gas, ese fue el sonido que escuché antes, y ese gas provocaba efectos extraños en mí. Perdí el conocimiento y comencé a soñar.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...