Capítulo 11 parte 1

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Los años pasan muy rápido, y llega el momento en la vida de una persona en donde sucede ese cambio, dejas de ser aquel niño y entras al apasionante mundo de los adultos. Muchos creen que esa etapa comienza después de independizarte, otros más opinan que sucede al terminar tus estudios, yo pienso que pasa cuando conoces a esa persona especial y decides estar a su lado por el resto de tu vida, compartes la misma emoción y le pides que sea tu esposa.

Había pasado mucho tiempo ya, desde aquella tarde en donde fui entrevistado por el detective, donde miré ese atardecer a la puerta de mi habitación, de aquel dormitorio que sirvió para convertirme en la persona que llegué a ser. Ahora era muy diferente, a mis casi treinta años de edad iba a contraer matrimonio con Janeth. Era tan feliz, incluso más que cuando se me otorgó el permiso de ejercer la medicina. Sin embargo tenía muchos sentimientos encontrados. Por un lado era Erick E. Perkins, el nuevo doctor de la ciudad, doctor dedicado a su profesión y próximamente amado esposo. Pero por otro lado sentía en mi interior a la bestia que solo buscaba poder. Llegué incluso a creer que aquel que habitaba dentro de mí era responsable de tantas monstruosidades que cometí en el pasado, aquel doctor Cosmo.

Ese día trataba de olvidarlo todo, aunque sea un instante, por un momento desee con toda mi alma borrar lo que representaba mi existencia, quería deshacer mi pasado y volver a nacer, como una persona normal, con una familia amorosa y una vida diferente con excepción de Janeth, tal vez ella fue la recompensa a tanto sufrimiento, después de todo estaba a unos minutos de ser mi esposa. El lugar que habíamos escogido fue un salón que se encontraba dos kilómetros dentro del bosque. No muy lejos de la ciudad, existía un camino ideal para que los automóviles pudieran llegar sin ningún problema, la carretera estaba en perfectas condiciones a pesar que noches atrás cayó una fuerte tromba. El día de hoy el tiempo era maravilloso y el clima benigno, no hacia ni mucho frio ni mucho calor. Ningún invitado tenía derecho a quejarse, tal vez, quizá por la humedad del lugar que era algo completamente normal.

Los arreglos no eran demasiado ostentosos, pero sí muy llamativos. Sobre el altar había una tela color blanco transparente, flores de colores suaves, rosas y purpuras. A petición de Janeth habíamos colocado una alfombra de bienvenida de un color rosa pastel para resaltar más su hermoso vestido blanco. Por mi parte llevaba el clásico smoking para ese tipo de fiestas, nada ostentoso. Con el tiempo los invitados fueron llegando y ocupando sus asientos, casi todos eran parientes o amigos de Janeth ya que como sabrán, yo tenía escasos amigos y ningún familiar que supiera aun de mi existencia.

La ceremonia se llevó acabo con normalidad, todos los presentes esperaron a que la novia llegara y cuando apareció, venia acompañada de su padre, caminaron lentamente hacia el altar mientras la música de bodas empapaba el lugar. Se veía hermosa con su vestido, era tan bella que por un instante olvidé que esa mujer iba a ser mi esposa.

—PUEDE BESAR A LA NOVIA—dijo el sacerdote.

Una ronda de aplausos se escuchó por todo el bosque y sus alrededores; aquel bosque en el que viví tantas experiencias, desde las más encantadoras hasta las más aterradoras, Después de la ceremonia pasamos al lugar de la fiesta, un gran salón decorado para este tipo de ocasión. El lugar era muy amplio y la gente cabía perfectamente, la música era una orquesta clásica y los bailes eran de la época, algo aburrido pero sin duda era una formalidad que se debía cubrir.

Me retiré un poco de la mesa de honor para acercarme a la zona de bebidas. Sabía que el mesero podía llevarme una a la mesa pero me sentía algo asfixiado, necesitaba caminar un poco.

— ¿Puede darme un vaso de vodka con jugo de piña por favor? —le pedí al mesero.

El mesero se dio media vuelta y comenzó a preparar la bebida, sentí que alguien ponía su mano en mi hombro izquierdo. Pensé que debía ser el tío Roger, un tío de Janeth. Al darme la vuelta mi corazón latió tan rápido que hasta yo mismo me sorprendí. Justo delante de mí se encontraba un hombre alto, jovial con una sonrisa de un millón de dólares, llevaba un traje color hueso y extendía sus manos en señal de recibimiento.

Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora