— ¿Quién toca a estas horas? Ya no es hora de estar molestando —se escuchó una voz en el fondo de la habitación. Los sistemas de seguridad estaban apagados, incluyendo las terminales holográficas, el motivo era para ahorrar energía, después de todo la tasa de criminalidad era prácticamente inexistente.
— Soy Erick señor, Erick Perkins, tengo algo que hablar con usted personalmente, es muy importante y no puedo esperar hasta mañana para hacerlo.
Se escucharon unos pasos desde el interior de la oficina, la puerta se abrió y Finnegan se asomó. Finnegan era aún más viejo desde la primera que nos vimos. Con el pasar de los años me había percatado de los gustos del director. Víctor me dijo, el día que entré a luz del alba, que siempre evitara entrar a la oficina del director Finnegan los fines de semana o cuando estuviera solo. Tenía cierta inclinación hacia las personas de su mismo género, en especial con los niños.
¿Cómo podía resistirse a la tentación?, solo con mi bata de baño ahí parado y la luz de la luna cubriéndome, él sabía que día era y conocía muy bien que pastillas utilizar para poder reactivar su hombría, no era idiota, sabía lo que yo iba hacer a su oficina. Él no lo podía creer, estaba muy callado así que decidí romper el silencio.
— ¿Puedo pasar a su oficina señor?, espero no perturbarlo, pero en serio necesito contarle algo.
—Adelante joven, pase, siéntese, póngase cómodo y hablemos de aquello que lo tiene tan perturbado esta noche.
A pesar de solo haber estado unas cuantas veces en esa oficina, no podía olvidar la gran ventana que estaba en medio de ella, ofrecía una excelente vista al patio lateral donde Víctor había empezado a reunir a sus compañeros. Vi la luz de la luna que resplandecía en lo alto, estaba tan familiarizado con ella que podía saber que eran casi las doce de la noche. Me senté en la silla frente a su escritorio y vi claramente como el director abrió su cajón, sacó un frasco y tomó dos pastillas, dio un sorbo a un vaso con agua que tenía a su alcance y a continuación me dijo—Perdona mi descortesía ¿puedo ofrecerte algo de tomar?, un vaso con agua o por ser una ocasión especial algo de whisky.
—Me sentiría honrado de tomar un poco con usted señor claro que lo acepto —respondí.
—Muy bien joven, excelente, déjame ir por la botella — dijo entusiasmado.
—Director Finnegan podría decirme ¿Qué celebramos?
—El hecho de que estés aquí, claro está. Han pasado tantos años desde la última vez que estuvimos solos. Siempre te las arreglaste para no venir a verme, pero sabía que un día vendrías por tu propia voluntad, sé que debes sentirte admirado por mi trabajo y me vez como un tipo de superhéroe, quizá eso creó un tipo de atracción hacia a mí ¿o me equivoco? Acaso ¿esa es la razón por la que viniste?
Sonreí un poco, me puse de pie y dejé caer mi bata al suelo — ¿Quisiera saber si puede examinarme director? — dije casi en un susurro. Al viejo casi se le salen los ojos cuando me vio en aquel estado de obediencia absoluta. Se encontraba más que emocionado, estaba extasiado y no podía creer lo que veía, era su sueño hecho realidad, se paró rápidamente de la silla y abrió la botella que acababa de tomar de la estantería.
Me entregó una copa y él tomó otra, pero antes de servir el whisky lo interrumpí. —Señor quisiera servirle yo el whisky por favor, si no es mucha molestia.
—Claro, adelante no hay ningún problema. — Me entregó su copa y la botella. Él no dejaba de ver mi cuerpo desnudo, cuando dejé las copas en la mesa que había en el centro de la habitación empecé a servir la bebida.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...