Capítulo 23

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Caminamos hasta su casa, no era muy noche, pero al día siguiente tendríamos que volver muy temprano al trabajo. Estuvimos charlando un poco más en su pórtico. Conversábamos sobre el pasado y futuro, sueños e ilusiones, gustos y disgustos. Cada vez sentía que se enamoraba aún más de mí, yo por el contrario, el fantasma de Janeth me perseguía, así que no podía sentir nada por ella. Al final de la noche justo antes de que cerrara su puerta para dar por terminada esta velada, se lanzó contra mí y me besó en los labios. Yo la correspondí y la abracé con dulzura. Era una emoción que extrañaba y a la vez fue una de las sensaciones que me faltaban por experimentar. Al igual que todos mis demás sentidos, comencé a gozarlo de una manera excesiva. Era el efecto de estar enamorado, cómo cuando sientes mariposas en el estómago, pero diez veces mejor. Sin embargo yo sabía que era mentira, que todo era gracias a mi nuevo cuerpo y a la evolución que este sufrió. No me iba a dejar engañar. Así que la aparte cuidadosamente.

Cosmo... sé que es poco tiempo pero he aprendido una cosa.

— ¿Qué cosa Marlene?

—Creo que te amo...

Me quedé callado, sentí que mi corazón latía a un ritmo acelerado y mi respiración me pesaba. Hace muchísimo tiempo que no escuchaba ese conjunto de palabras, articulado en lo que posiblemente sea la oración más hermosa del mundo. Quería responderle que también la amaba, que pasó a ser una persona muy especial. Pero no podía hacerlo, los espectros seguían allí y sabía que cada uno de los sentimientos que experimentaba era gracias a la poción.

—No sé qué decir... claro que creo que eres una persona maravillosa, pero... pero, bueno no creo amarte como tú a mí.

Ella comenzó a sollozar un poco, sin embargo guardó muy bien la compostura.

—Yo lo sé... es muy poco tiempo y la verdad no me explico cómo me enamoré tan rápido, nunca me pasó con nadie antes... Olvídalo por favor... te agradezco mucho el hecho de que permanecieras con nosotros todo este tiempo.

—Gracias a ustedes, han sido maravillosos.

—Bueno, creo que es tiempo de entrar o Carmen se pondrá furiosa.

—Se pondrá furiosa si escucha que le dijiste Carmen y no mamá —Reímos.

—Tienes Razón. Nos vemos mañana compañero.

—Lo mismo digo. Nos vemos mañana compañera.

Me sonrió una vez más y cerró la puerta. Caminé en la calle solitaria, alumbrada solo por las luces artificiales de los faros. Esa noche fue muy confusa para mí, así que tenía que ordenar mis pensamientos. Había un lugar cerca de allí al que me gustaba ir (el lago). Ese lago que ocasionalmente visitaba, casi siempre en labor de recolección de hierbas pero nunca con afán de permanecer un rato agradable.

Corrí más rápido de lo normal. Una vez que me interné en el bosque aminoré la marcha. En poco tiempo llegué a sus orillas. Me recosté y me quedé mirando las estrellas. Ese lugar era fantástico porque no había luces que obstruyeran mi vista en el cielo nocturno. Era espectacular. Lo único malo era que al fondo, como si de un fantasma se tratase, podía ver el hospital. Escuché pasos acercándose a mí. Algo o alguien, me siguió.

— ¿¡Quien anda allí?! —Grité fuertemente mientras me ponía de pie.

Esperé una respuesta, pero no hubo, de pronto una figura emergió de entre las sombras. Una figura que conocía perfectamente. Un hombre que venía siguiéndome la pista no recientemente sino más bien desde que era prácticamente un niño.

—Buenas noches Dr. Cosmo ¿cómo está? —preguntó aquella figura mientras sentía que se acercaba aún más a mí.

—Debo ser sincero... la verdad he de decir que bastante bien detective —respondí amenazante mente.

Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora