Habían pasado casi ocho años desde que leí por primera vez La divina comedia en un rincón de mi habitación. Tantas cosas en tan poco tiempo, y a la vez en mucho. Después de todo era toda una vida lo que llevaba en el internado. Recuerdo una de las palabras del director Finnegan al momento de entrar, "debía aprender a amar este lugar" y a mi manera lo hice. Víctor y yo crecimos como hermanos, soportando cualquier tipo de castigo físico o mental de parte de los profesores y directivos. Pero a pesar de todo siempre fuimos felices.
— ¡Ocho años jugando contigo ajedrez y no te he podido ganar una sola partida! —Dijo Víctor mientras arrojaba el tablero al suelo.
— Tal vez si te concentraras más en tus jugadas y no tanto en ganarme podrías tener más oportunidad —respondí sonriendo.
—Ya me aburrí... aparte ya está anocheciendo creo que es hora de mostrarte el mundo exterior.
Víctor no alardeaba, esa semana fue mi cumpleaños, había cumplido quince años, eso quería decir que podía salir del castillo y visitar el pueblo más cercano que se encontraba a dos kilómetros colina abajo.
—Hay que brindar por muchas cosas hermano, no podemos quedarnos aquí. —dijo Víctor.
—Te confieso que tengo un poco de miedo.
—Yo sé que las mujeres son como monstruos, pero si las tratas bien, ellas te trataran aún mejor.
—No me refiero a eso idiota, sino que llevo tanto tiempo queriendo salir y ahora que puedo no sé qué hacer.
—No hables más, ponte algo decente y vámonos.
Me puse los pantalones vaqueros, una playera color negro y mi chaqueta del mismo color. Víctor cambió mucho esos últimos años. El niño andrajoso que conocía dejó el puerto y dio la bienvenida al nuevo Víctor. Uno más formal, elocuente, amigable, popular y adinerado. Sobre todo lo último.
La enorme puerta de acero, hierro y madera estaba completamente abierta, así como decían las reglas, no se cerraría hasta las seis de la tarde del día domingo. Habíamos descendido a pie por la colina, recorriendo el sendero en un camino bien cuidado al lado de la carretera, procurábamos caminar por zonas iluminadas para evitar cualquier posible percance con algún conductor mal intencionado.
—Las personas que vienen subiendo han de creer que somos un par de homosexuales —dijo Víctor mientras sacaba el dedo haciendo un ademan ofensivo a un auto que nos había tocado el claxon.
—Ignóralos Víctor, no ganas nada con enfadarte, de hecho yo soy el que pierdo porque tengo que soportarte.
—JA. JA. Muy gracioso Erick. Mira ya casi llegamos —Contestó Víctor. Nos quedamos de pie y observamos las luces.
Los pinos era tranquilo y sereno, pero sus calles estaban llenas de vida. Por mucho tiempo fue uno de los pocos pueblos que se quedaron atrapados en el pasado. Muchos turistas lo amaban, no solamente por sus lugares de entretenimiento, también por los bellos atardeceres, pescar en el gran lago a tempranas horas de la mañana, o simplemente disfrutar del bosque a las orillas del mismo, y alzándose allá en la oscuridad se encontraba el enorme castillo (El internado Luz del alba) que parecía un enorme centinela vigilándolo.
Esa noche paseaban muchas personas en las calles. Nos habíamos encontrado a por lo menos una decena de estudiantes y otra más de profesores. Por lo regular los fines de semana el internado luz del alba se vaciaba.
Caminamos por varios minutos saludando a cuantos compañeros conocíamos. Víctor parecía muy animado esa noche. En cambio yo, como era costumbre, me encontraba distante y callado. Me encantaba la idea de poder salir del internado para variar y disfrutaba el hecho de poder compartir con Víctor más momentos de calidad. Decidimos parar en uno de los tantos bares que había: "El pequeño leñador" era un lugar muy conocido entre los alumnos del internado porque vendía todo tipo de bebidas alcohólicas a los menores de edad. La mayoría de los lugares pedían algún tipo de identificación pero este no lo hacía, eras libre de tomar toda la cantidad de alcohol que te permitieran tus bolsillos.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...