Dos semanas después del encuentro con Víctor en mi residencia de Horizon me encontraría viajando en carretera nuevamente para asistir a mi nuevo trabajo en el Renombrado Hospital Nueva Esperanza como director general del mismo.
Mi función era sencilla: contratar a un grupo de doctores para que se ocuparan de los pacientes, rehabilitación, tratamiento y todo lo que esto conlleva, enfermeros, cocineros y demás personas, según creyera conveniente. Debía ser por lo menos un grupo de cien individuos, todos trabajando para una causa meramente generosa. O al menos eso era lo que Víctor vendía.
Una semana antes de mi contratación, Víctor y yo fuimos a hablar con el presidente de la ciudad de Horizon. Yo estaba simplemente de observador ya que él se encargó de la presentación de negocios. Allí expuso sus puntos de vista. Afirmó con confianza que cada vez había más personas en las calles y eso sería un riesgo tanto para la salud, cómo para la imagen de la ciudad. Es por eso que el hospital no solamente serviría como una clínica para los pobres, sino también sería una manera de reubicarlos dentro de la sociedad. Esto último era mentira, Víctor no planeaba devolver a nadie fuera de la institución. Tenía en mi poder unas furgonetas dedicadas a ir por la ciudad a recoger vagabundos. No se dialogaba mucho con ellos, simplemente se limitaban a decir que era necesario que los acompañaran, que recibirían atención médica, comida, cuidados y todo lo que no tenían allí en la calle. Muchos aceptaban de buena gana, otros más no creían que era posible lo que les estaban ofreciendo, pero al final se subían por sus propios pies. Mientras que otra clase de gente se ponía muy agresiva, debido al consumo de drogas y hacían explotar su adrenalina. Aquellos últimos eran muy peligrosos y por más que le insistí a Víctor que estos no podíamos mezclarlos con los demás solo se limitó a responder "todo estará bien, no te preocupes" cosa que no me dejó de preocupar. Quizá me estoy adelantando así que retrocedamos un poco.
Pasó tanto tiempo desde que dejé ese lugar y ahora volvía nuevamente. Al subir por el camino empedrado del sendero y llegar a la enorme puerta de acero, aparqué mi auto del lado derecho del lugar. El estacionamiento tenía el suficiente espacio para unos veinte coches. Cosa que en un pasado era bastante poco pero hoy en día puedo decir que era algo exagerado, ya que las visitas no era algo que tuviéramos planeado.
Al bajarme del auto le di la vuelta completa para abrir la puerta del copiloto y ayudé a salir a mi primera contratación de personal: Mi esposa Janeth. Ella estaba feliz cuando le conté la idea que se tenía planeada (disfrazando un poco la verdad obviamente), ella era muy altruista y tenía la idea de cambiar el mundo, así que un proyecto como este no sería tan malo. Pero su principal propósito no era el hecho de ayudar a toda esa gente sino más bien pasar un poco más tiempo conmigo, ya que al ser el director, debía estar allí seis días a la semana y solamente el domingo podría regresar. Ella y todos los demás doctores se regresaban a cierta hora del día, generalmente antes del anochecer y solo yo y unos cuantos enfermeros nos quedábamos para cubrir las necesidades de los residentes.
Una vez dentro del recinto recorrimos un cada rincón para ver todas las remodelaciones. Ella estaba muy entusiasmada pero a mí me invadía la melancolía. Podía ver en cada rincón del lugar los fantasmas de mi pasado, pasaban al lado de mi corriendo, me veía a mi o a Víctor llorando en una esquina, o pasando rápidamente para evitar que los niños más grandes me hicieran algo malo, en ocasiones nos veía a los dos sentados debajo del árbol conversando, o en las cornisas limpiando ventanas. Cuando llegamos al patio donde se podía ver la ventana donde el director saltó, Janeth se detuvo a mirar el paisaje que proporcionaba ese lugar, se acercó al barandal para aspirar el aire fresco del bosque quedándose allí un rato, yo caminaba y me acercaba a la ventana. Al estar debajo de ella miré al suelo para tratar de encontrar algún rastro de aquella noche, pero lo ocultaron bastante bien. Empecé a escuchar gritos, y risas, como hace tantos años. Al darme la vuelta pude ver a una multitud de muchachos que gritaban eufóricamente. Estos no eran manifestaciones físicas, eran como sombras transparentes, entes del pasado, Janeth no parecía perturbarse por los gritos, estaba claro que yo era el único que los veía y escuchaba. De pronto los fantasmas empezaron a señalar algo encima de mi cabeza. Y al alzar la mirada lo vi claramente como si hubiera viajado en el tiempo:
Pude verlo allí colgado, al viejo director Finnegan. Como si de un costal se tratara, tambaleándose un poco y después quedando estático debajo del alfeizar de la ventana.
Me di la vuelta y casi me tropiezo con un tronco pequeño que estaba tirado en el suelo y no logré ver. Eso me sirvió para alzar la miraba nuevamente y verme una vez más a mí y a Víctor tratando de escapar de la multitud.
Si claro, recuerdo esa noche.
— ¿Estás bien mi amor?
—Si Janeth, es que me tropecé no te preocupes.
—Cuidado, no queremos quedarnos sin director.
Director, así como el viejo Finnegan, espero que no termines igual que él.
— ¿Qué tanto miras hacia arriba Erick?
—Nada amor, solo miraba aquella ventana, allí será mi oficina.
Janeth jamás le conté que en ese lugar crecí, ahora que lo pienso, nunca le conté muchas cosas. Ella sabía que mi pasado era turbio y tal vez por eso no le gustaba indagar. Cuando terminamos de recorrer todo el hospital y ver las nuevas remodelaciones decidimos que debíamos de volver. Fue un viaje tranquilo a casa, necesitábamos descansar porque al siguiente día nos íbamos a presentar a un trabajo que pronto descubriríamos que no era algo tan bueno como pareciera.
Al día siguiente cuando los empleados comenzaron a llegar hubo un pequeño desayuno de presentación, todos nos presentamos y nos saludamos acaloradamente, estuvo bastante bien. La mayoría de los empleados eran de los laboratorios y hospitales de Víctor, por lo que debía asumir que ya conocían sus oscuros propósitos. Justo antes de terminar decidí hacer un brindis, me puse de pie y dije exactamente las mismas palabras que Víctor me dijo antes de cerrar el trato: "Progreso, redención, descubrimiento, todo esto vamos a llevar acabo en este lugar, así que a trabajar bien se ha dicho" todos los empleados incluyendo Janeth se alzaron y comenzaron a aplaudir al mismo tiempo. Me sentía bastante bien, y por un segundo creía que todo iba a salir de lo mejor y que sería totalmente diferente a lo que en realidad sentía que iba a pasar.
Las furgonetas salieron del hospital y unas horas después llegaron cargadas de vagabundos, el primer lote fueron de aproximadamente treinta de ellos, por fortuna habían sido puros varones, no podíamos saber cómo reaccionarían si vieran a una mujer. Al ver este patrón di la orden de que en el siguiente viaje solo buscaran hombres, no podíamos permitirnos llevar mujeres aun. Algo que me preocupaba un poco era la seguridad, para el volumen de pacientes que serían, solamente teníamos a cinco personas que nos ayudarían a contenerlos y peor aún, no era una cárcel así que ellos podían andar libremente por el lugar.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Ação¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...