Capítulo 20 parte 2

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Conforme pasaban los días, las cosas allá afuera se volvían más espeluznantes, a pesar de que lograron conseguir las reservas de comida, aquellos seres dejaron de ser humanos, se alimentaban de los cadáveres de las personas. Muchos de estos ya estaban congelados así que arrancaban madera y la encendían en los jardines.A veces en cuando trataban de buscar a más personas, incluso entraron varias veces a mi oficina sin encontrarme. Yo estaba tan loco como ellos. Una parte de mí creía que todo iba a salir bien, que mi vida volvería a lo que era antes y que estos dolores por fin se aliviarían. Quería regresar a ser el sujeto que cargaba a su esposa y la llevaba hacia su dormitorio, que le hacia el amor con una pasión indescriptible, que le decía que la amaba y que era todo su mundo.

Mientras me mantuviera encerrado en el laboratorio no corría peligro alguno y solo era cuestión de tiempo antes que se mataran los unos a los otros cuando la comida empezara a escasear así como lo hicieron en la habitación. Para provocarlos a un más hacía sonar las alarmas, o a veces por los altavoces dejaba una grabación con cantos gregorianos que sonaban toda la noche, esto los perturbaba muchísimo y se ponían cada vez más agresivos. Sentía que jugaba con ellos, y me alegraba su desdicha, no contaba con que pasé por alto algo muy importante. Miré por una de las cámaras de seguridad que daba hacia el único camino que lleva al pueblo. El camión de las provisiones llegó. Era un vehículo un poco más pequeño que las furgonetas. Al verlo en la pantalla no perdí la calma, sin embargo, detrás de este, lo seguía un auto muy familiar... Janeth.

Se dirigían a una trampa mortal y no podía advertirles, ni podía impedirles su paso. Aunque todo estaba cerrado y no había nadie quien les pudiera abrir las puertas, el conductor del camión de alimentos llevaba consigo una tarjeta que servía para entrar, dejar las cajas y marcharse. No necesitaba autorización previa. Comenzó a abrir el primer filtro, entró sin ningún problema y Janeth paso a su lado. Lograron entrar al perímetro, se abrió la puerta principal por donde pasaron ambos vehículos y cuando los dos cruzaron, así como se abrieron así se cerraron rápidamente. Yo estaba desesperado porque intentaba llamar a mi esposa pero no respondía, era obvio que una vez más dejó su teléfono en modo vibrador fuera de la vista, una mala costumbre que tuvo toda la vida o por lo menos desde que la conocí.

Miraba los proyectores para tratar de localizar a la horda pero no los encontraba por ninguna parte. Los trabajadores bajaron de sus vehículos y empezaron a descargar las cajas. Rogaba al señor porque los vagabundos solo esperaran a que dejaran las cosas y se marcharan. Janeth firmó los papeles de recibido, pero algo estaba mal. Uno de ellos se dio cuenta del desorden que había en los pisos superiores y se le hacía raro que nadie estuviera dentro. Ambos trabajadores se alejaron del camión para investigar un poco, justo en ese momento decidí romper el silencio, activé uno de los micrófonos y dije desesperadamente.

— ¡Márchense! Están en grave peligro.

Al terminar de advertirles, toda la horda de caníbales salió de su escondite y se fueron directamente a despedazar a los trabajadores. Janeth al ver esta escena salió corriendo gritando como una desquiciada. Instintivamente se dirigió al tercer piso en busca de mi ayuda, y yo por mi parte con la velocidad máxima que mi cuerpo me permitía corrí hacia mi oficina. Pero antes tomé una jeringa con una de mis pociones fallidas.

Llegué por fin a la puerta del pasadizo, activé el botón para poder salir y crucé. Dejé abierta la puerta del laboratorio sin darme cuenta. Atravesé toda la oficina y abrí la puerta del pasillo. Janeth venia corriendo a toda prisa, pero detrás de ella venía uno de esos monstruos.

— ¡Corre tu puedes no mires atrás! –le gritaba desde la puerta mientras la esperaba.

Justo cuando iba a mitad del camino la criatura la tomó por su larga cabellera rubia y comenzó a jalarla hacia él. Janeth lloraba y gritaba, el monstruo que se encontraba manchado de sangre, tenía toda la intención de clavarle una mordía. No lo iba a permitir, salí corriendo y me abalancé con todas mis fuerzas para tratar de derribarlo, lo logré, sin querer tiré la jeringa con el veneno. Aquel monstruo soltó a Janeth pero comenzó a sujetarme a mí. Me dio media vuelta contra el suelo y comenzó a ahorcarme.

— ¡Te maldigo, maldito te mataré! —aulló el monstruo.

Trataba de alcanzar la jeringa pero estaba muy lejos, el monstruo me iba a matar. En ese momento Janeth tomó la jeringa y se la clavó en la nuca. Al sentir el piquete el monstruo se dobló hacia atrás y abrió la boca de una manera sobre humana. De ella emanó un grito gutural y oí claramente como algo explotó dentro de él. No sabía lo que fue, sus pulmones o el corazón probablemente. El cuerpo se tumbó sobre mí y trataba de quitármelo de encima, Janeth me ayudó un poco y cuando me quitó el cuerpo de mí, me abrazó.

—Mi amor ¿Qué está pasando aquí? Es una pesadilla —chilló.

Detrás de mí escuché unos jadeos infrahumanos, voltee la mirada por sobre mi hombro y casi vomito cuando vi que no uno de aquellos monstruos se dirigía hacia nosotros, o eso creí, en segundos, toda la horda de mutantes venía a tratar de matarnos.

—Hijo de pu..

Me puse de pie y jalé del brazo a Janeth. Corrimos lo más rápido que nuestras piernas nos permitian. Yo por mi estado físico y ella porque... Bueno trataba de no dejarme atrás. Cruzamos la entrada de mi oficina y la cerramos al pasar. Incluso dejamos caer un librero que estaba al lado de esta. "continua avanzando rápido" le grité. Ella no captaba hasta que vio el enorme agujero en la pared del fondo de la habitación. Me miró estupefacta, pero escuchó como los mutantes empezaban a derribar la puerta. Seguimos avanzando, justo antes de cerrar el pasadizo secreto la horda comenzó a avanzar y vio donde habíamos entrado. Entre todos los monstruos lograron derribar la puerta y corrieron tras nosotros por el enorme pasillo en espiral. Descendimos hasta el laboratorio, y saqué mi juego de llaves, abrí la primera puerta y seguidamente la segunda. Cerramos ambas con llave y retrocedimos. Escuchamos como si una ola gigante se estrellara. Gritos, lamentos y maldiciones se oían del otro lado.


Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora