La residencia de los Nolan se hallaba en un sector muy privado a las afueras de la ciudad, tenían pocos vecinos, todos iguales o más adinerados que ellos, la seguridad era muy estricta, contaban con cámaras de vigilancia, sujetos que patrullaban la zona y justo a la entrada de este residencial se encontraba una caseta de los inquisidores (fuerzas privadas de defensa del Edén).
El camino hacia la carretera se encontraba al otro extremo de la ciudad. Sin embargo, a tempranas horas de la mañana el tráfico era prácticamente inexistente, por lo que en cuestión de minutos ya habíamos tomado la interestatal y entramos al sendero que nos llevaría a nuestro destino. Sentía como el auto se agitaba debido a las condiciones del camino. A pesar de que las carreteras tenían buena pinta, los caminos anexos a ellas no estaban en el mejor estado, más aun en esa época del año, las lluvias hacían estragos y los camiones de doble remolque solo empeoraban la situación. Constantemente teníamos que esquivar los baches para que el auto no sufriera alguna avería imprevista, o peor aún, ocasionar un accidente. Cuando nos adentramos en el bosque, una densa capa de niebla cubrió todo a nuestro alrededor. El chofer encendió las luces en alto y bajó la velocidad. Me encontraba un poco nervioso y trataba de buscar un pequeño punto de luz que me hiciera sentir más cómodo.
—Esta niebla es normal, no te preocupes, tengo mucha practica... de todas maneras es muy raro que un vehículo pase por estos lugares —Dijo el chofer al advertir mi nerviosismo.
Tenía razón, era raro que algún vehículo transitara por allí. Ese camino solo se usaba con un propósito y era el de ir o venir desde el internado (a veces lo usaban los leñadores locales). De repente sentí como comenzábamos a ascender por una colina y al serpentear un poco, un destello de luz me cubrió la cara. El sol salió por detrás de las colinas, por encima de la niebla y las copas de los árboles, iluminó una estructura colosal en la punta de uno de los riscos. No podía creer lo que veía; un enorme castillo que parecía salido de algún cuento de hadas o un libro de historia.
Había dos imponentes torres en la parte exterior (eran las que podía ver desde mi lugar), maravilloso y espeluznante al mismo tiempo, con un gran portón que parecía impenetrable.
— ¿Es increíble verdad? —preguntó el chofer.
—Es enorme.
—Este internado es de los mejores del mundo, de seguro Miss Marta ya te lo ha de haber explicado.
—Me dijo que aquí iba a poder aprender mucho.
— No solo eso, también vas a conocer a toda clase de chicos más grandes... o más pequeños, que vienen de familias importantísimas. Como consejo te puedo decir que hagas muchos amigos.
—Muchas gracias por el consejo... supongo. —Lo agradecí casi en un susurro justo cuando el auto se acababa de estacionar.
—Hemos llegado, abajo.
Dejé caer mis pies en el suelo, este, estaba cubierto de miles de pequeñas piedras, todas lavadas y de color gris, incluso llegué a creer que me hundiría en ellas cuando sentí que comenzaban a meterse en mis zapatos. El chofer abrió el compartimiento trasero y bajó mi maleta. Mientras tanto yo estaba completamente distraído al observar el formidable portón. Era una enorme puerta que se abría de par en par, con grabados de guerras y conquistas pasadas. Antes de que el mundo se transformara completamente y donde el mayor anhelo de los hombres era ver mañana el sol salir. Justo encima del borde de la entrada se podía leer.
Internado Luz del alba
2035 D.C.
En Ti Confió.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...