Jesica se apartó de un salto y al igual que él se puso a ver hacia todos lados sin encontrar nada. Me sumergí para ver si podía ver algo, era inútil, la luna no podía alumbrar las profundidades del lago, aunque estábamos cerca de la orilla el agua nos llegaba hasta el pecho, si caminabas un metro más o dos, el lago se hacía más profundo y te cubría por completo. Salí a respirar, pegué una bocanada y estaba listo para sumergirme de nuevo cuando Jesica gritó —Allí está —. Alison se encontraba flotando con la cara sumergida, inmóvil, como si fuera un barril.
Comencé a nadar lo más rápido que pude hasta llegar a ella. Cuando estuve lo suficientemente cerca le di media vuelta y dejé su cara en la superficie para que pudiera respirar, la tomé con un brazo y con el otro comencé a nadar, no me costó mucho trabajo llegar a la orilla. Mickey y Jesica me estaban esperando. Jesica no paraba de llorar y Mickey parecía estar a punto de vomitar. Recosté a Alison con suavidad fuera del agua y me hinqué a su lado, revisé sus signos vitales y apliqué los primeros auxilios. Intentaba hacer que respirara nuevamente. Un intento, dos intentos, tres intentos... vomitó. Dejó salir el agua que había tragado y comenzó a toser. Sonreí un poco, pero ese gesto no duró mucho, porque segundos después empezó a convulsionar y vomitar. — ¡Haz algo! —, gritaba Mickey. No sabía qué hacer, traté de recostarla de lado, no podía saber si estaría bien. De pronto todo se detuvo, el tiempo parecía que se detuvo, me puse de pie y retrocedí. Jesica se acercó a ella y se dio la vuelta —Solo está dormida — dijo un poco más calmada.
Mickey seguía intranquilo, como si tratara de procesar que pasaba. Comenzó a perseguirme con la mirada, tomó mi chaqueta del suelo y reviso las bolsas, yo, al darme cuenta me acerqué a él y se la arrebaté.
— ¿Qué es esto? —preguntó alterado.
Tenía en su mano la otra raíz del muerto.
—Tú, se lo diste a Alison cuando le pasaste la cerveza, ¡casi la matas! — Se acercó a pasos rápidos y me soltó un puñetazo directo al rostro.
Logré esquivarlo a tiempo y alcancé a pegarle justo en la boca del estómago, Mickey cayó de rodillas sujetándose fuertemente el lugar donde lo había golpeado, — ¡Paren! — grito Jésica, la ignoré y le di una patada en la cara a Mickey con la fuerza suficiente para hacerlo caer al piso y dejarlo inconsciente. Recogí mi ropa y la otra raíz del muerto, —Maldito —me dijo Jesica. Al escucharla como me maldecía despertó en mí un profundo odio, la tomé por el cuello y la miré a los ojos.
—Si vuelves a maldecirme te juro que te voy a matar.
La solté, y ella tosió, se arrastró y trató de despertar a Mickey. Estaba mareado, era como si hubiera salido de un trance, me sentía extraño, esa sensación no la sentía desde hace muchísimo tiempo y volverla a recordar solo me producía escalofríos. Los miré a los tres una última vez, —lo siento mucho —dije y corrí lo más rápido que pude hasta internarme en el bosque.
Silencio shhh.
Debí estar corriendo por más de una hora, ya que cuando llegué a mi dormitorio estaba exhausto. Víctor Se quedó dormido con medio cuerpo fuera de su cama, había olores nauseabundos impregnados en la habitación, al parecer mi compañero se divirtió bastante, podía oler a alcohol, tabaco y vómito. No quise saber nada más, y a pesar de lo horrible que olía no me importó, me dejé caer en la cama y dormí toda la noche y parte del siguiente día.
Cuando desperté Víctor ya no estaba en su cama, me encontraba mareado, y desanimado, trataba de rearmar mi mente ya que era un caos. No podía recordar todo con exactitud, pero rescaté las partes más importantes. Cómo fallé en mi intento por experimentar con alguien y cómo tuve que lastimar a mis nuevos amigos.
Me vestí y salí a buscar Víctor, debo admitir que en parte era un pretexto porque no soportaba el olor dentro de la habitación, pero de cualquier forma me vi recorriendo los pasillos y corredores buscándolo. Era domingo, muchos alumnos aun no regresaban, lo harían a media tarde. Cuando me iba a rendir, me di cuenta que Víctor estaba en uno de los patios laterales, contemplando el horizonte. Me acerqué, tenía algo.
— ¿Estas bien Víctor? ¿Te pasa algo? —pregunté.
Víctor parecía perdido, su mirada era un reflejo de intranquilidad y duda.
— A veces Erick, las cosas no salen como uno las planea —Me respondió después de pensarlo mucho.
— ¿A qué te refieres?
— Tengo algo que contarte.
Víctor me contó que durante la mañana, mientras yo aún dormía, el director Finnegan le había pedido que fuera a su oficina. Extrañado se dirigió a ver qué era lo que quería. Cuando llegó frente a él tuvieron una acalorada charla.
El director Finnegan no quería que Víctor dejara el internado. Su padre era el benefactor número uno en la lista del viejo, eso implicaba que si Víctor se graduaba, el internado perdería muchísimo dinero, y claro está, no lo iba a permitir. Así que Finnegan amenazó a Víctor, si no se quedaba unos años más, jamás le otorgaría la concesión para poder hacer uso de todo el dinero que estuvo ahorrando hasta ese momento.
Víctor tenía dos opciones: la primera era, quedarse unos cuantos años más, pero arriesgarse a que Finnegan no cumpliera su palabra, o irse del internado sin un solo centavo.
—Cómo puedes ver Erick estoy jodido de las dos formas.
—Estás jodido amigo —Respondí secamente.
—No sé qué hacer hermano, esto trunca todos mis planes para el futuro y me retrasa muchísimo.
Víctor tenía razón en todo, si se quedaba se retrasaría en sus planes. Me sentía muy mal por la tristeza y sentimientos de Víctor, en ese momento pensaba ¿Qué voy a hacer?
¿Tú? ¿Hacer algo? A caso, ¿te has olvidado de mí?
Al estar observando aun al horizonte, mi mente se transformó en una maza de ideas disparatadas, locas y asesinas, viniendo a mí todos y cada uno de los recuerdos de mi infancia que con tanto trabajo me había costado reprimir. Pasaban como imágenes fugaces por mis ojos y me mostraban lo que debería de hacer. De repente sentí como si estuviera detrás de un espejo y pude escucharme a mí mismo hablando con Víctor.
—Hay una tercera opción Víctor, que solucionará todos tus problemas —le dije, pero, no era yo...
— ¿Qué solución? no juegues conmigo —Contestó emocionado.
—No te preocupes hermano, tú déjamelo a mí.
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Doctor Cosmo - El diario de un asesino parte 1
Action¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento... está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 p...