Soy un demonio.

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Todo estaba perdido, todo por lo que alguna vez soñé, si es que alguna vez había soñado con algo, ahora solo era un montón de arena en la playa arrasada por un huracán, solo recuerdo   estaba hecha una fiera, como una vil perra salida de las llamas del infierno, ¿mi hija en donde estaba?,  si si madre no estaba en la habitación, ¿en donde demonios estaba metida?, era seguro que no estaría lejos, pero tenia tanta furia que no reaccionaria bien si tendría a esa mujer frente a frente,  la mataría.

 Tome todo lo que esa mujer pudo dejarme,  pero al demonio,  tome a mi hijos, a su mascota, di por pagado y cancelado todos mis planes de luna de miel,  ahora me rió del recuerdo luna de miel, son tonterías cursis de los humanos , camine por las calles de ese lugar extraño, sintiéndome  abandonada, desplazada y despreciada, y cubriendo a mi hijo y a su pequeño cachorro, volé; volé entre las nubes que ante mis ojos de rabia solo eran evidencia de mi furia.

Ese día aprendí realmente a volar, a esquivar, a no ser vista por nadie por mi velocidad, a pesar de las lagrimas de mis ojos, del corazón que se parta con el viento,  con el cabello negro cubriéndome el rostro,  volé a casa de mi amo y caí aun protegiendo el pequeño cuerpo del único ser que realmente me amaba. 

Corrí por el bosque, corrí tirando todo a mi paso,  pero los Laycans ya estabán enterados de lo que me pasaba, mi amo siempre ha sabido que me pasa con solo mirarme a los ojos,  solo alzo la mano y grito

-¿Encuentren a la traidora!- 

Mi amo solo camino con la elegancia que siempre le ha caracterizado, se sentó en su trono.

-¡Mi hija, se ha llevado a mi hija!-  para ese entonces mi cuerpo era el de un varón, poco me importaba un llevar la ropa de una mujer, rota y sucia,  solo era la furia que corría por mis venas, el dolor de la traición,  la muerte salio en su búsqueda como el espectro que es, ninguna alma puede escapar de la muerte, en fin es el destino que todos los seres vivos compartimos.

yo mismo la busque, como fiera en busca de una presa,  la busque por dos días,  dos días en los que mi furia  y odio crecían,  hasta que llego el momento del fatal encuentro, la muerte, mi amo y yo teníamos frente a nuestros ojos a la traidora; no pude evitarlo y la tome de los brazos, la sacudí.

-¡Maldita seas,  te llevaste a mi hija!- 

Sus ojos mostraban miedo, odio, rabia desamor, y los míos una completa sed de venganza, la venganza que busca un corazón roto en mil pedazos y tirado a la basura, ese ser para mi era mi creación y había racionado mi sangre,  yo era su madre de tinieblas y ella mi hija de la noche,  y me traiciono. solo en eso pensaba, y le golpee, la boca le sangraba,  escupió la sangre a mis mies una vez que estuvo en el suelo,  Me miro con odio, y yo a ella.

¿Donde demonios estaba nuestro amor? ¿Alguna vez en verdad me amo?, se lo pregunte sin respuesta, solo mostró los colmillos en rebelión, Mi amo fascinado la tomo del cabello, la hizo levantase y le hablo con el tono más frió que pudo calmar mi rabia un momento.

- Bien no te has querido unir a mi hermano en matrimonio, bien compórtate como la perra lujuriosa que eres, pero llevas a mi sobrina en tus entrañas, y mientras estés así haces lo que yo te diga-

Ella miraba con rabia, y después miro a la muerte que era su amo, pero el no mostró señal de ayuda, y mi amo le tomo del rostro y la volvió a golpear

- Me debes muchas, y yo nos soy como mi hermanito,  te has metido a mi habitación a seducir a mi amado, te escapaste, estas desterrada -  en sus labios de mi amo solo había placer y maldad, y hasta yo tuve miedo - Eres una perra y debo tratarte como tal, estarás encadenada hasta que nazca el bebe y después volverás a ser humana, y estarás desterrada y no lo mires a el, por que para tu desgracia la muerte hace lo que yo diga, y voz es única y absoluta, el no te salvara, nadie lo hará- 

Para eso mi amo ya me había visto, y yo me hinque ante la sentencia,  mi gloria perdió su brillos, gritaba que no, que la salvara, que era su hija también, que no teníamos derecho, pero ya estaba hecho, y yo solo velaría por la seguridad de mis hijos, por su bienestar, esa niña era mi único consuelo para el corazón  roto que tenia y que muy a mi pesar aun tengo roto. 

Si alguna vez fui un ángel, ella hizo que naciera mi demonio, yo misma la lleve a su calabozo, yo misma le puse la cadenas, yo misma le puse el agua en el suelo y la comida, yo le atendería,  sus ojos eran de odio y un alma perdida, pero los míos eran de dolor, para ese momento mis lagrimas eran sangre, dolor, mi tormento.

Ambas nos dijimos palabras hirientes, hablaba el dolor, el odio, la desesperación, y después no había , nada, solo un silencio al peinarla, un silencio al alimentarla mientras dormía en su prisión le acariciaba el vientre esperando con ansias el nacimiento de mi pequeña hija. 



Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora