Bienvenidos..

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Unos días antes de mi boda, me encontraba enorme,  me estaban preparando un vestido blanco y con detalles azueles,  como el que había usado antes en mi primer intento de matrimonio,  trataban de que me viera linda aun con una enorme barriga,  lo habíamos planeado así por que quería que la luna de miel coincidiera con los días de mi parto.

-¡Scarlet no es justo, mira lo que has hecho!

Escuche los gritos de mi prometida por toda la casa, lloraba, entonces la traviesa lobita hizo algo que me hizo enojar,  mi prometida estaba  revisando  los últimos detalles de su vestido y  Sacarlet por enfado a que ella no seria su madre le mancho de tinta,  mi vampiresa lloraba de rabia, de enojo, de desilusión, se hecho a correr por el pasillo como alma en pena, y se encerró en  su habitación,  su vestido estaba arruinado y la boda seria en unos días,  lógico que mi hija estaba orgullosa de su travesura sonriera contenta;  yo estaba colérica del asunto,  tanto fue mi enojo que termine por romperme la fuente en un movimiento.

Yo detuve la llamada de atención por que sentí el liquido recorrerme las piernas,  alce el vestido, para que no se manchara, mi suegra me ayudo a quitármelo,  mi prometida salio de su encierro y yo estaba en el sofá tratando de respirar,  aun entre bocados de aire regañaba a mi hija,

-¡Maldición Scarlet como has podido hacerme esto!-

-Respira Dhimitri, deja de gritar-

La pobre se quedo parada viendo como daba a luz, su cara de susto ante mi dolor de parto y mi cara de enfado, no paraba de mirarla; grito al ver  como sus hermanos  nacían envueltos en esas alas blancas manchadas de sangre,  ella fue la primera en cargar a Samuel, su cara de susto no se me olvidara, y la mía sonrojada por que mi suegro era quien me atendía el parto,  cuando todo termino,  Samuel Esteban en  brazos de Scarlet,  Sebastian tenia a Santiago Uriel,  Suemy tenia a Sayro Yibril y mi Vampira a Melody Safiro.

Me sentía partida en dos, el sofá estaba lleno de sangre, y me costaba estar consiente, pero agradecí a todos por estar ahí conmigo, por no estar sola, por tenerlos a ellos y que me ayudaran, llore de alivio,  me falto el aire y me perdí en la inconsciencia... 

Pero aun me encontraba muy molesta por la travesura de mi hija, no se salvo de su castigo.

Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora