Mi alma esta contigo.

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Soy un ser adolorido,  es normal en cada hijo de la noche, de las tinieblas o de la oscuridad, en fin, tal ves yo misma busco mi dolor, como forma de pagar mi pecado, de ser una bebedora de sangre; ahí estuve esperando junto al rió muchas noches, entono canciones de cuna que hacia para mis hijos, sin dejar de lado mi guardia, aunque me secaba de ellos unos minutos; sin dejar de lado mi responsabilidades, ya que mi destino era ser una reina,  me daba solo momentos de espera y volvía a mi hogar con mis hijos,  con una sonrisa falsa a pesar de mi sentir.

Hasta que una noche escuche su voz, estaba cantando mientras miraba a los pequeños animales del río, temeroso incluso un poco de mi presencia, como si naturalmente supieran que era un ser despiadado. 

-¿Por que estas tan triste, cantas muy bonito, tienes una hermosa voz, pero es triste-

 Me dispuse a marcharme, sentía que era solo un juego  de mi mente, una alucinación de mis más profundos deseos, y si así era no podía engañarme a mi misma, estaba triste, más sola que nunca, a una firma del divorcio pero aun con una corona en la cabeza que marcaba las responsabilidades del destino que Flor me comentaba.  

-No lo se, me voy buenas noches-

 Tome mi espada, y camine despacio esperando que esa voz se volviera material, que en verdad fura la voz de el una vez más, y que volviera a mi y lo volví a escuchar.

-¿Te vas?.

-Si, y no eres el, deja de engañarme-  

Continué con mi camino, mientras el viento se arremolinaba a mi alrededor, como si se llevara mis ganas de seguir esperanzada al retorno de el, como si el pudiera volver de nuevo de donde fuera por mi, como lo había hecho antes, di mis primeros pasos hacia mi hogar.

 -No recuerdo aun ser el pero te quiero-  

Voltee la mirada, ahí estaba el, parado bajo el árbol que acababa de dejar,  más tranquilo,  recordaba mi nombre, sabia quien era yo y me tomo de la mano besándola,  besándome los labios, abrazándome y no pude evitar derramar las lagrimas rojas por mis mejillas, era feliz.

-  Te amo-   

No pude evitar decirle lo que sentía en ese momento, el sonrió y me dijo  

-Descansa amor mio, por que mi alma esta contigo.-   

Tenia miedo de dejarlo, que se marchara como un espejismo, que solo fuera un engaño, pero confié un poco y me fui contenta con la promesa de un mañana.

"Es el sonido suave que se pierden en el tiempo, son las caricias tiernas que se expanden por la piel, son las miradas intensas que reflejan los cambios del destino, son las palabras y promesas de un ángel caído y un demonio, el amor prohibido, la pasión consumada, son el viento que entre las brizas que se sienten jugar con el aliento del corazón.

En los labios del demonio hay un dulce veneno, un hechizo en su mirar que lleva a la perdición, y en el arte del amor que posee su corazón es capaz de provocar locura y demencia ante los pecados cometidos, pero su alma es encantadora cuando entre los brazos tiene al ser de su pasión prohibida.

El ángel se escuda tras las alas sin vida y marchitas, el miedo le causa miedo pero no así el dolor, siente el pecho vacío y sin corazón, mientras en su mente el ideal de la muerte es un fin que todos debemos alcanzar, su nombre resulta ser una maldición de palabras oscuras y sueños de tinieblas, más el valor en sus ojos brilla, cuando con su ternura y calidez seca las lágrimas que ruedan por las mejillas de su demonio amado.

Todo pasa bajo una luna rota, bajo un cielo negro, bajo la mirada vigilante de la bruja, bajo la luz de las estrellas, intercambio de promesas sentimentales acompañadas de dulces notas musicales, la calidez de un abrazo, el sello con un beso, entre risas y miradas... "descansa amor mio yo he de velar siempre tus sueños, por que mi alma esta contigo".

Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora