Retorno

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Estaba ahí en las sombras con el, aun molesta por que se había metido en los limites del territorio, pero era  mi amor, al que le llore su muerte, al que sentí que había perdido, por el amor que sentía hacia el me había convertido en un demonio, pero en ese momento no sabia que sentir por el, no sabia que decirle,  me dolía el pecho, era un tormento,  de los más grandes que he sentido,  amor, maldito amor que eres el culpable de mis tinieblas. 

-Esta bien Dhimitri, solo ha seguido con tu vida sin mi y no te culpo-

Sus ojos tristes, vacíos me atormentaban aun más, mis colegas se reunieron, pero como su comandante les pedí me dieran privacidad y que no se alejaran de mi, también los necesitaba, Horacio, mi amado espectro solo miro compasivo.

-Como ordenes Dhimitri-

Me senté a lado del plumifero, estaba mal, demacrado, tenia unas ojeras horribles, verle el rostro y saber que no era el mismo del que me enamore en la fiesta de mi madre me hizo sentir una pensada de dolor, me tomo de la mano, y acepte ese detalle de el, supongo que ha ambos nos alivio sentir nuestra piel,  el era mi amante, me deje someter a el, y ahora el era sometido a la verdad de la vida.

Comenzó nuestra charla, mientras sabia que los dragones me daban mi espacio, y su voz se perdía tanto como su mente.

-Estaba muerto, perdido, no se bien si hago esto por ti o por mi, dime por favor  ¿Quien soy o quien era, no lo se hoy?

Para nada se veía bien, pero su sonrisa fugaz mostraba que deseaba que todo se resolviera, que yo aclarar todo,  tal vez en mi mente  pensaba que todo seria como antes, suspira confundida, alerta, molesta incluso

-Eras alguien en mi pasado, te creí muerto y yo seguí con mi vida,  ni tu, ni yo somos los mismos Gabriel-

El solo inclino la cabeza miro mis botas y suspiro, diciéndome.

-Se que el tiempo me jugo mal, estoy perdido,  pero el tiempo no se ha detenido y ni tu, apenas y te recuerdo, apenas si creo ser Gabriel-

Mi malestar, había pasado mucho, había luchado y solo pude responderlo aun con un poco de rabia en mi voz:

-Gracias,  tenia que luchar por mis hijos- 

Esas palabras le lastimaron, lo se, pero ellos eran míos,  si ellos enferman la que corre soy yo, si están llorando, yo los abrazo,  son míos, y lo serán siempre por el derecho que mis cuidados me han dado.

En fin hablamos de vernos en un lugar lejano, en uno donde los dragones no le molestaran,  así que decidimos ir a París,  prestándome un poco de su tiempo y alejándome un poco de Rozy esperando que la distancia pusiera orden a lo que pasaba conmigo.


Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora