Te deseo

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Después de aquella charla donde demostramos que ambos teníamos miedo de volver a sentir algo, regrese a casa , molesta por que el me haya dejado sin defensas,  con la cabeza hecha un lió, todo termino  como siempre,  con la sonrisa de mis pequeños y el verlos dormir,  pero yo nunca dejo de pensar en lo que pasa, en el hubiera.

Durante la ronda nocturna,  caminábamos juntos, aun pensando en que perder la memoria podría ser lo más terrible que le haya pasado,  el conociéndome de alguna forma me comento.

- Una gran parte de mi quisiera convencerme de que en algún lugar y en algún momento yo fui importante para ti pero tengo miedo-

Yo solo le dije que lo amaba en un susurro, como el reafirmar mi sentimiento estuviera prohibido,  que yo me sentía bien haciéndolo tenia miedo de hacerlo por que comencé a temblar, pero solo perdí que fuera amable con mis hijos.

Siempre que hablo de mis pequeños demuestro una pasión,  un amor incondicional, y a el le gustaba eso de mi,  y más cuando digo  "aquel que se atreva a solo hacerlos llorar conocerán a una perra maldita salida de las llamas del infierno",   supongo que eso deja claro mi protección , pero el me provocaba, me miraba como madre, como una mujer,  y siempre que me tomaba entre sus brazos no podía evitar el deseo de besarle,  y el no podía evitar tocarme el cuerpo,  de morderme los labios hasta hacerlos sangrar, de saborear ese liquido que lo hacia temblar.

Le acaricie la espalda y me dijo que sus alas tenían un gran daño que si quería podía revisarlas, le dije que ese no era el lugar indicado para hacerlo, que lo haría después,  pero aun continuaba entre sus brazos,  y yo le comente.

 - Me engaño a mi misma soy yo la que no sabe bien que hacer, pero tampoco quiero vivir en el hubiera, sabes que me gustas, que mi cuerpo y mi alma te sienten te anhelan- 

Sus manos recorrían mi rostro, con lo que ahora era una luna rota para ambos, por que las tinieblas nos envolvían, y la niebla nos ocultaba.

 - Sin embargo; temo por ti, aunque no debería preocuparme,  no tengas miedo, seré yo quien te seduzca,  me gusta ver ese brillo en tus ojos.

Sus palabras, el tono, sus labios, me volvían loca de deseo por el,  el miedo de que era todo prohibido lo hacia más emocionante,  entonces me entregue a ese deseo,  al placer del juego de demonios,  me mordió el cuello como un elegante vampiro,  me recorría el cuerpo por debajo de las ropas, me descubrió los senos y también clavo sus afilados colmillos en mi piel que ardía,  y después del placentero dolor, de entregarle mi pecho sangrante,  me beso y yo le desgarre los labios buscando su sangre.

Se alejo temeroso de que su sangre me lastimara, me quemara, yo impaciente casi desnuda por sus caricias le volví a tomar y le bese con más ardor,   me correspondió,  ahora estaba desnuda ante el, pero sentía vergüenza de mi cuerpo, de que ya no fuera solo de el, pero a mi plumifero no le importo, ambos estábamos perdidos en la noche, en la brisa, en el deseo, me deje abrir de piernas, me deje embestir por el en un marcado y placentero ritmo,  en nuestra lujuria, y me deje ir al orgasmo con el y mi egoísmo.



Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora