Enseñame

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Tome a ese ángel caído a mi cuidado, bajo mi protección, era algo que podía hacer por el, aunque en definitiva me volvía loca, por besarle y llevarlo a mi cama y también por sus constantes cambios de animo; pero solo pensaba en consumir mi pecado, en el campo de entrenamiento  le comencé a explicar cosas del reino.

- Gabriel, tu alguna vez fuiste el arcángel de dios, alguna vez harías sonar las trompetas del fin del mundo,  y yo soy un yoma, un demonio, y después de tu ultima misión en donde te dieron por muerto... yo me volví esto... pero por ahora solo nos dedicaremos a que recuperes tu fuerza, y habilidades de batalla-

Así que ambos vestidos con ropas para entrenar, le mostré mi espada favorita, el miro esa arma con detalle, tratando de recordar, yo sonreí y la apunte a su corazón.

-Es de mi primer amor, un plumifero, el me la entrego para matar demonios, es muy útil,   ¿la recuerdas plumifero?

Su cara de malestar hizo que me diera risa, plumifero, odia que le diga así, pero se dio cuenta de mis palabras de que esa espada era de el, pero no la reclamo, así que tomo una y comenzamos la danza de las espadas, esperando el cuerpo comenzara a recordar lo que el fue, cuando terminamos el entrenamiento, bebíamos cerveza, estábamos cubiertos de tierra y el aroma a sudor con sangre era evidente, aunque ninguno de los dos teníamos heridas y reflexionaba con mi viejo maestro sobre la maldad de la guerra.

- Es algo malo cuando te condenas Dhimitri, pero  desde mi punto de vista matar no siempre es malo- 

El sonreía, lógico que era un ángel y matar era un pecado, pero matar a un demonio para los ángeles significa luchar contra los enemigos de dios, derrotar el mal, ahora que vuelven sus palabras me doy cuanta que mientras yo desee puedo condenarme, mientras quiera cargar con dolor yo me condeno a mi tormenta,  y eso es lo que hacen los demonios luchar contra sus ideas de lo bueno y malo,

- Entiendo, es una postura interesante;  entiendo mejor de lo que crees, ¿pero sabes? Aún puedo ver la bondad en ti, no creo en la maldad absoluta "hasta Luzbell que es tan hermoso se llama pecador; pero todos los ángeles contemplan su belleza con gran admiración"-

 Yo aprendía más de ese ángel caído,  eso lo se,  ambos eramos maestros, ambos aprendices,   era maravilloso verlo se esa forma, tan filosofo, tan perdido de la moral, por que el era un ángel y yo un demonio y habíamos engendrado por acto carnal dos seres que yo siempre considere producto de mi amor.

El admiraba mi curiosidad, aun la pureza que se muestran en mis ojos dorados,  pero en un momento de tristeza le dije:  

- Gabriel te ame mucho, muchas veces haz sido el motor que me dio fuerzas al dolor, y bueno también ella lo ha sido; pensar en su luz;  adoraba estar bañada en tu luz-,

 El dio pasos a tras  bajo la mirada sorprendido y melancólico por mis palabras.

-Es muy triste que lo digas en pasado- 

Yo lo abrace, pero  por mucho que lo quisiera,  amarlo me costaba mucho y no soportaba mentirle,  entonces me dijo que yo no era mala, que no podía lastimar,  que yo era única, aun un ángel en el fondo. Me despedí de esa charla le desee buenas noches. 

- Eternas lunas, jamás me lastimarías... confío en ti -  

Después me beso en los labios,  deseaba ese beso, lo deseaba desde que lo volví a ver y le volví a decir.

 -Contigo tengo dos hijos que me esperan,  dos frutos de nuestro amor prohibido- 



Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora