Confusión

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Después de esa noche, muchas hubo de la misma manera, nos escondíamos en el castillo, nos ocultábamos en el bosque, nada mejor en ese momento de mi vida que volver a sentirme protegida por alguien, y que me demostrara amor, era una fantasía de amor,  me sentía digna de algo, aunque solo fuera un momento efímero;   pero algo en ambos se rompía,  nos volvía locos, nuestras mentes y corazones nos jugaban mal,  era doloroso, discutimos mucho a la hora de entrenar y también llegábamos a lastimarnos el la danza de las espadas; yo con mi responsabilidades, el son su deseo de libertad,  pero nunca deseamos hacernos daño del todo, pero a veces sus palabras me hacían rabiar y me lastimaban más "tu no sabes amar" y era mas  la culpa pesaba más que el amor, aunque era más pasión, una de esas noches comenzamos a discutir 

- Ya Gabriel si lloro o no, en verdad no es asunto tuyo déjame a mi a la mierda de corazón que tengo, en fin yo no se amar-

Estaba molesta con el, molesta conmigo,  el no era del todo feliz, el hecho de ser prohibida, frágil, sombría; una manzana exquisita de la tentación pero podrida por dentro, siempre me hizo sentir miserable a veces con sus palabras,  ambos temerosos de la reacción del contrario, del mutuo rechazo, solo consientes de una realidad.

 -Lo sé, no debería importarme, quizá no me importa, ellos dicen que no me importa; no lo  sé, pero me duele; ¿que puedo hacer? Ellos dicen que es mi culpa; ¿debería sentirme culpable? Sólo sé que me duele verte llorar-

 Yo estaba molesta, medio desnuda,  bajo la luna roja,  mi rabia era fuerte, y su locura aun más creciente que la mía; se dejaba ir por las voces de su mente, la dualidad del pecado, su naturaleza de ángel, su condena de caído. 

  -¡Cállate Gabriel! ...aprende a escuchar lo que creas te convenga ángel caído -

Estaba tan molesta, tan presionada por el divorcio, las responsabilidades del reino, los negocios de la familia; que me desquite con el; yo lo había buscado como un amante, lo había buscado por amor o la fantasía de la pasión, y no por una filosofía teológica, quería sexo salvaje bajo las copas de los árboles y no una discución de maestro discípulo. 

 -Vete al demonio solo-  

Lo deja ahí mientras lo escuchaba  murmurar al viento, no creía que hubiera alguien más loco que yo, yo me ponía las ropas, decepcionada, frustrada, sin esa dosis de palabras cursis que necesitaba y no las ordenes de una comanda. 

-Como si no lo supiera, como si no me diera cuenta... shhh!! Tenían razón, está vez ellos tenían razón y  me alegra haberlos escuchado; no necesitamos recordar nada; ni él ni yo;estamos bien aquí, lejos de cualquier luz y oscuridad que no sea la nuestra;  no me lamento nunca porque nada es mío; yo soy el viento-

Lo vi quebrarse ante esa locura, lo vi correr y huir de mi, lo vi macharse y eso me dolió mucho, corrí tras el,  sentía mucha culpa,  habíamos discutido  pero...  

Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora