Santeros.

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En menos de un año mi vida había cambiado, había amado a dos seres muy importantes en mi corazón, los había perdido para convertirme en algo roto y oscuro, me manche de sangre, me volví ambiciosa con el dinero, me volví princesa,  era madre de 7 pequeños, la muestra de que alguna vez fui pura,  ellos eran lo más importante y por ellos continuaría con el peso de una corona en la cabeza.

Mi amo me decía:

 -El protocolo mantener-  

Así que decidí pasar mis días de luna de miel en mi anterior casa,  donde podía andar como recién casada, jalando de mis pequeños,  hacia calor y era lindo estar en la alberca, jugar con mis niños,  Scarlet quería jugar conmigo a la pelota,  si como lobo es algo que a ella le gusta a demás de enterrar cosas y morder los muebles,  entonces le aventaba la pelota y ella iba por el juguete, así jugamos un rato.

Pero me pidió que fuera más lejos para probar su velocidad,  yo lo hice, arroje la pelota con fuerza, volando  con dirección al bosque, ella salio en busca del juguete mientras yo contaba el tiempo, pero este pasaba y mi hija no regresaba, así que salí corriendo en su búsqueda.

Cuando encontré a mi hija tirada en el suelo, desnuda, con su cabello rubio cubriéndole la cara, en brazos de unos desconocidos me volví loca,

  -Dame a mi hija-  

Gritaba mostrando mis colmillos,  deseaba que me la devolvieran,  que sus manos no tocaran la piel de mi pequeña que se encontraba inconsciente con algo en el cuello,  eso la hacia dormir, era magia de Santeros, mostré mis garras, mis ojos dorados deseosos de sangre, mi piel se tornaba a mi verdadera forma de demonio.

Ellos me tomaron por la espalda,  con una daga entre mis alas de ángel. 

  - Quieta y no te resistas con nuestro deseo y no morirá tu hija; demonio-    

Me besaron el cuello, pero no me resistí a ello,  me amenazaron con matar a mi hija,  la vida de cualquiera de mis pequeños es valiosa,  suplique que le cubrieran,  así que me rompieron la camisa, y con ella cubrieron el pequeño cuerpo de mi hija, poco me importo que clavaran su vista en mi torso desnudo, en mis senos,  yo solo podía ver a mi hija en ese estado de muerte,  tenia pánico pero mi hija ahora se encontraba cubierta en el suelo del bosque.

Sus palabras, su tono de voz,  no despegue la vista de mi pequeña que aun respiraba, y yo con ella,  me deje amarrar con cadenas con hechizo que no podía romper, me deje desnudar,  sentía el viento en mi piel, el corazón el la garganta, deje que tomaran mi forma de mujer, ellos recorrieron mi cuerpo con sus manos, entre mis pechos y piernas, hasta que los sentí dentro de mi, moviéndose, yo lloraba suave, de rabia de impotencia, el odio,  suplicaba por que mi hija no despertara, por que no la tocaran a ella.

Me encontraba  llena de su porquería, amarrada, inclinada ante ellos, como si mi titulo de princesa no valiera nada,  suplique ayuda de quien fuera,  implore y rece al viento: y la muerte me escucho,  sentí las cadenas rotas, la tela de su saco en mi cuerpo maltratado,  me levante con el orgullo que siempre me mantiene viva,  tome a mi hija que aun dormía, le quite el collar y desnudas ambas caminábamos por el bosque mientras los lobos desgarraban la hasta el alma de esos brujos....

Deje que mi hermano hiciera pedazos a esos brujos que les arrancara las entrañas, que la sangre bañara mi dolor, solo las cadenas quedan en ese bosque de lo que esos asquerosos seres me hicieron.  


Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora