Rota y Hueca

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Regrese a casa, poco me importa la sangre y el olor de ellos, entre y bañe a mi hija,  le vestí, lleve a mi cama y le bese la frente,  me quede viéndola un rato, mientas lloraba de rabia, de coraje, de no poder vengarme, a pesar de saber que los que me lastimaron estaban muertos,  si no lo he hecho es por que los Santeros son brujos muy poderosos, de magia negra, son muchos y al provocarlos puedo causar una guerra.

-Todo estará bien-

Susurraba mientras miraba a mi hija dormir, con el cabello dorado intacto, la imagen de mi gloria en esa niña, y sentía dolor por que su madre se enterara de lo que había pasado, lo único que me importaba es que Scarlet estaba pura e intacta en mi cama, aunque yo estuviera llena de semen asqueroso.

  -Todo estará bien-  

Escuchaba esas palabras de mi amo, mientras veía a mi hija inconsciente pero viva,  me metí a bañar para que ninguno de mis pequeños me viera mal, deje que el agua caliente barrara un poco el malestar de mi alma, siempre he pensado que ante el chorro de agua mis lagrimas no son nada y pasara el dolor, el agua todo se lo lleva, las heridas de mi cuerpo ya habían sanado,  pero yo sabia que tenia algo de nuevo en el vientre,  cuando vi a mi hijo mayor corrí a el, 

-Perdóname Sebastian, abrázame Sebastian, te necesito mi amor, mi pequeño-

Me refugie en mi pequeño,  perdí mis manos entre sus cabellos que me recordaban a Gabriel, cuanta falta me hacia el, cuanta falta me hacia mi gloria, y mi esposa no estaba, se habia hido con mis cuatrillizos  a ver a su madre.

Esa noche fue el inicio de una costumbre que me da paz, dormir con mis hijos,  me quedo dormida después de mirar que ellos lo hacen, de que todos estuvieran en mi cama los 7 soñando a mi lado.

Cuando tuve animo de hablar, una semana después, la muerte me comento que esos santeros querían mi cuerpo para fecundarlo, que deseaban diera vida a uno de sus santos negros,  pero había algo,  yo era demasiado fuerte,  la sangre de ellos no era nada ante la mía,  así que esa tarde tomando la mano de mi esposa, con lagrimas en los ojos me deje abrir el vientre, y de el salieron tres fetos deformes,  muertos,  

- Cadáveres salieron de mi-

Solo susurraba llena de dolor,  en verdad me sentí Demeter, la madre tierra seca,  enterré a mis hijos los cuales no tienen nombre junto con mi útero , ofrecí su alma al universo.

Ellos no tienen nombre, no les puse uno por que tengo miedo de que alguien quiera apoderarse de sus almas, ellos son libres de la condena de la sangre,  de las tinieblas a las que estaban destinados,  mis pequeños casi no hablo de ellos, pero me siento rota sin ustedes,  ese día mi corazón se volvió  aun más oscuro, más de lo que ya era por dolor, y el dolor continua ahí, aun lloro que estén pudriéndose en la tierra y no  que estén vivos en mis brazos diciéndome mamá. 


Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora