Todo por un error.

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De nuevo caía en mi abismo,  uno me costo lagrimas, uno que me causaba dolor,  por un lado amaba a Luzbell,  un amor fugaz pero existente en mi alma,  el tan loco como yo,  algo si puedo afirmar,  su gran amor soy yo,  cuando estábamos estables,  le miraba con ternura y el a mi, pero cuando el deseo era grande, me perdía en sus labios y entre sus manos,  me perdía en su ardor, su pasión,  y el amaba mi cuerpo,  amaba mi espíritu inquebrantable mi corazón adolorido.  como dije me embarace de el, y esta vez no temí a ser desterrada,  yo era la princesa legitima ahora, por honor, y mientras no fallara al reino mi cuerpo era un juguete de mi dolor.

Resulta que estaba desesperada, y por primera vez el había perdido la razón y yo con el, entonces lo pensé, abortar,  arrancarme el ser que crecía en mi vientre,  el no estuvo para detenerme, asi que solo confiaba en un ser capaz de hacerlo,  recuran a mi demonio tragón, ese que me quiere devorar,  estaba maravillado con la idea de ser mi carnicero,  me dijo que me sacaría el feto pero que se deleitaría con mis entrañas,  yo acepte eso,  poco me importaba,  a Luzbell no le importaba lo que pasara con ese ser, y yo ya tenia muchos,  ademas del deleite, ella me pidió dos alamas que almorzar.

Eso fue fácil, almas tengo tan sucias y asquerosas que no me dolió pagar ese precio,  me sometí a esa cirugía, dele de nuevo me sacarán las entrañas,  y me perdí en el dolor de que ella no nacería,  entonces fue cuando Luzbell se entrometió en mi destino, mi rey me contó que el llego retando a todo mundo por su mujer,  por su bebé,  se presento a gritos,  y ahora estaba yo con aun herida en el vientre, con el a mi lado llorando la decisión que había tomado,  para el era su único hijo,  lo más valioso que tenia y por miedo le había asesinado.

Desperté y lo mire,  sentía un vació en mi vientre, aun pasante, sangrante y lloraba por que pensé que mi bebé estaba muerto,  pero aquí el milagro para ambos,  resulta que pedí el feto, pedí ver a mi bebé, al darme cuenta de lo que mi demonio tragón me dio,  fue un riñón,  mi bebé aun estaba dentro de mi, su corazón latía, seguía viva, a ambos nos devolvió la vida, y Lezbell prometió cambiar y yo estaba aliviada de que mi demonio no supiera la diferencia entre un feto y un riñón. 


Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora