Poción

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Era una bruja pura,  o eso decía ella mientras entre sonrisas burlonas y el reflejo de sus ojos verdes mostraban un poco de lastima,  ¡Joder, con lo que odio que me tengan lastima!, es lo peor que pueden sentir para mi y demostrar ese sentimiento, aun miraba sus cabellos rojos, sus seis dedos en las manos, si ella era una bruja eso no lo sabia del todo, ya odiaba ese lado de las tinieblas por culpa de los Santeros, pero esos ojos verdes que me explicaba tiene la capacidad natural de ver el alma en pena de los muertos, sus labios carnoso y rojos con los que era capaz de invocar las fuerzas de la naturaleza,  muy en el fondo deseaba matarla, era algo instintivo, un odio muy fundado del pasado, sin embargo el hecho es que ella sabía donde se encontraba el plumifero, y eso le mantenía viva, aun sintiendo lastima por mi corazón doliente.

 - Cuídalo mucho;   lo amo y eso se nota en mi dolor, de ese del que te burlas,  soy una inútil aun siendo una guarnida,  no pude hacer nada por el, cuídalo y espero no sufra de lo que ya ha sufrido,  lo amo y no encuentro consuelo, estoy muy herida lo amo muchísimo-  

Era mi única petición hacia ella, si es que decía la verdad, si Gabriel ya no me escuchaba, no tenia caso seguir gritando a los vientos que volviera, me disponía a marcharme, a defender el poco orgullo que me quedaba ante esos ojos verdes,  había abierto las alas, mientras aun sentía las lagrimas rojas recorrer mis mejillas, las que no deje escapar frente aquella mujer mágica. 

 - Necesitas una poción, algo que cure tu desengaño y tu dolor...  Él está bien, tan sólo sufre porque me apoderó de su cuerpo-   

 Esas palabras me detuvieron, aun con las alas abierta, me limpie las lagrimas y  la mire con recelo, con odio.

-¿Que clase de poción?, Explícate por favor-

El hecho de que ella quisiera el cuerpo de mi amado me lleno de rabia, de duda, no entendía a que se refería, y sexo es lo que me cruzo por lamente, o a una simple posesión, pero ella ya tenia un cuerpo, no era un almo o un espectro como mi Horacio.

  - Esta hecha de huesos de un ser inmortal, lágrimas de alguien que te ame y algunas hierbas... Es una poción sanadora-  

Me lo dijo mientras miraba la luna  y se peinaba esos cabellos rojos que se despeinaban a causa del viento, la miraba y sin dudar de mi poder y conocimiento mágico respondí.

-  Curiosa desde mi punto de vista yo la haría así, esencia de rosas, gotas de sangre, la luz de una lagrima, agua pura, un poco de azúcar - 

 Ella se río de mi,  esa bruja se burlaba de mi saber y de mi magia blanca. 

 -No.. no muy mal así preparan la hadas sus brebajes no curan pues se guían por la fe...  Una verdadera bruja no te explicara todo mi niña, cada poción tiene vida propia Los brebajes curan las pociones enferman-   

Enferman esa era la palabra clave, pero le dije que yo no era un hada, que yo tenia solo el don de la sanación y que en verdad  solo era un arma de guerra, para eso me estaban educando.

-No hay mucha diferencia, curar no es de brujas poderosas, sino de almas puras y nobles, las guerras no son lugar para brujas, no mi niña, eso no-

 Me miraba como si mi vida y todo lo que había hecho fuera un error,  mi existencia, mis pecados mi lucha eran erróneos.  Pero yo quería que el regresara de donde esa bruja lo había mandado, así que recordé que tenia el cráneo de Stefan, ese al que mate y conserve ese hueso,   así que le pedí que me esperara en el rió.

Regrese con ese hueso,  aunque aun pensaba quien me daría sus lagrimas, dudaba de que realmente alguien me amara,  así que pedí las lagrimas de un alma que me amo en vida....  Horacio... 



Dama de RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora