-Lucía. -sonó un suspiro apenas perceptible. -Lucía. -volvió a sonar a sus espaldas.
Lucía buscó a sus alrededores la fuente de ese suspiro. El olor inconfundible del cigarro que fumaba su madrina, invadía el ambiente, pero por más que busca su blanca imagen a su alrededor, no podía encontrarla. Recién cuando elevó su mirada, pudo ver sobre el improvisado muro que separaba su casa del vecino, el rostro de la persona que tanto extrañaba.
-¡Madrina! -dijo con sorpresa. La señal de guardar silencio no se hizo esperar en el rostro de su madrina y Lucía, avergonzada por su falta de discreción, se acercó en silencio hacia ella, mirando a su alrededor para saber si es que su madre la había escuchado.
-Hola mi querida. ¡Qué felicidad verte de nuevo! Le agradezco a los ángeles y al Dios del cielo que te han cuidado de ese demonio. -empezó a decir Teresa con voz tan suave que era apenas percibida por Lucía abajo del muro. -Tu madre no debe saber que estoy aquí y que hemos conversado. Entiendes, ¿verdad?
Lucía asintió con la cabeza. Le pareció que era más silencioso responder así.
-Te pido disculpas por la discusión que tuve con tu padre el otro día. Ya sabes que nunca nos hemos llevado bien. Es que me da ira lo que les hace. Y más me molesta lo que te hace a tí. Tu madre ya es vieja para defenderse. Pero mejor hablo del tema por el que vine. -dijo Teresa y le alcanzó un libro bastante grueso.
Lucía estiró la mano y tomó el libro. Quiso hojearlo para saber de qué se trataba, pero su madrina continuó hablando.
-No podemos estar mucho tiempo aquí. Tu madre puede venir cualquier momento. Solo vine a entregarte ese libro y a decirte que lo estudies. Que aprendas todo lo que ahí está escrito. Pero, esto es importante, hazlo a escondidas. Ni tu padre ni tu madre deben saber que tienes ese libro y que estás estudiando. Ni siquiera tu madre, ¿entiendes?
Lucía volvió a asentir en silencio.
-Tú no puedes seguir viviendo de esta manera. Eres una muchacha con mucho futuro. No quiero que sigas el mismo camino de tu madre o el mío. Debes salir de este pueblo, irte a la gran ciudad, a un mundo mejor. Y ese libro te ayudará. Pero debes estudiarlo. ¿Lo harás?
Lucía asintió y abrazó el libro como si estuviese abrazando a su madrina.
-Te dejo linda mía. Ya sabes. Debes estudiar mucho, mucho. Y debes hacerlo en secreto. No tienes mucho tiempo. Apúrate. Que tu ángel de la guarda te proteja.
Dicho esto, ella le envió un beso al aire y desapareció detrás del muro. Lucía miró el libro y, asaltada por el temor que la vean con él, se lo metió debajo del delantal y se fue a su cuarto a esconderlo. Más tarde, con más calma, vería de qué se trataba.
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Lúcida
ParanormalEscondido en una habitación secreta, en la vieja casa de sus abuelos, Jürgen encuentra los restos de su bisabuelo perdido durante la segunda guerra mundial. Junto al cuerpo sin vida se encuentra un antiguo libro de evidente importancia para su bisab...