Capítulo 33

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-Hola Luiscar. -dijo Lucía a la salida de clases.

-Llegaste muy tarde hoy. -dijo él con su tono de reprimenda que siempre empleaba cuando ella llegaba tarde del trabajo.

-Es que tuvimos muchas ventas hoy. -respondió ella sin hacerle mucho caso al tono de voz de su amigo. -Es que estamos con nuevas ofertas de zapatos y habían muchos clientes. Tuvimos mucho trabajo, pero la pasamos muy bien con las otras chicas. Cuando hay ventas, se la pasa mejor. Incluso la jefa nos agradeció por la facturación que tuvimos.

-Con razón el buen humor. -le respondió él a tiempo que le ofreció un paquete de galletas.

-Gracias. -le dijo ella y tomó el paquete para empezar a comer mientras salían del edificio de la Universidad. -Pero te quiero contar otra cosa. -agregó con un tono impaciente en la voz. -Es que tuve mi primer sueño lúcido.

-Qué bien. -le respondió él sin mostrar mucho interés. –Te dije que era fácil. Ya lo ves.

-Sí. –dijo ella cohibida por la fría respuesta de su amigo. –Tienes razón.

-Pero, cuéntame cómo fue su sueño. –respondió él, aun con el tono de poco interés en la voz.

Lucía, emocionada por la oportunidad de sentirse importante, empezó a relatar su sueño con mucha emoción en la voz mientras avanzaban hacia la salida de la Universidad.

-Si quieres, te llevo a tu hotel. –propuso Luis Carlos cuando llegaron a la calle, donde tendrían que separarse, ella para ir hacia la parada de autobús que la acercaría al albergue estudiantil, y él hacia el estacionamiento donde se encontraba su automóvil. –Así me terminas de contar tu sueño.

-No te molestes. –respondió ella avergonzada, al igual que lo había hecho muchas veces ante la misma proposición de Luis Carlos.

-No es molestia. No me cuesta nada. Además, si no me terminas de contar tu sueño hoy, no lo podrás hacer otro día.

-En serio. No me cuesta nada. –volvió a insistir Luis Carlos ante el silencio de su amiga.

-Está bien. Pero solo esta vez.

-Solo esta vez. –aceptó él y empezó a avanzar hacia su automóvil.

-o-

-Qué bonito sueño. -comentó Luis Carlos cuando Lucía terminó de relatarlo, ya estacionados en las afueras del albergue estudiantil.

-Es algo que no puedo explicar. Yo, volando como un papagayo. Es algo increíble.

-Sí. Yo también quedé muy impresionado cuando tuve mi primer sueño lúcido.

-Seguro eres experto teniendo sueños lúcidos. Debes saber hacer muchas cosas, volar, zambullirte, no sé qué otras cosas más se pueden hacer.

-Sí. También puedo atravesar paredes y viajar a la luna, o a otros planetas. Pero en realidad se pueden hacer muchas otras cosas más. Por ejemplo crear tu propio mundo y que permanezca de sueño en sueño. Porque, normalmente, cuando despiertas apareces siempre en lugares diferentes, creados por el subconsciente. No existe continuidad en los sueños, como ocurre en el mundo real.

-¿Y se puede hacer eso?

-No. Yo no puedo. Pero sé que sí se puede. Eso me lo comentó un amigo que leyó el libro de sueños del que aprendí.

-¿Y qué más dice ese libro?

-No lo sé. Es que el dueño del libro no quiso seguir en el club del sueño que teníamos y se llevó su libro. Por eso el resto de nosotros nos quedamos sin aprender eso, y muchas otras cosas que estaban en el libro. Ya ahora tú ya sabes tanto como yo.

-Pero sería buenísimo crear esos mundos permanentes que dices. ¿No te parece?

-Tienes razón. -respondió Luis Carlos y se quedó pensativo durante un par de minutos.

-¿En qué piensas? -le dijo Lucía extrañada por el prolongado silencio de su amigo.

-En que tienes razón.

-¿En qué?

-En que sería bueno recuperar ese libro.

LúcidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora