Capítulo 25

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-Parece que Jürgen no va a venir. -comentó Sãomara luego de mirar el reloj de su teléfono móvil.

-Es verdad. -asintió Luis Carlos -Ya ha pasado mucho tiempo y seguro no va a poder venir. ¿Quieren que les traiga algo? ¿Un refresco?

-No, gracias. -respondieron las muchachas moviendo negativamente la cabeza.

-Y, ¿cómo les ha ido con sus sueños? -preguntó Luis Carlos con su tono de superioridad característico.

-Bien. Gracias. -respondió Maria Fernanda.

-A mí me ha ido muy bien. -respondió él orgullosamente.

-A tí siempre te va bien. -dijo Sãomara no pudiendo esconder su tono de irritación, burlándose de la soberbia que él siempre mostraba.

-No. No siempre. -dijo él con un falso tono de modestia.

El silencio fue lo único que obtuvo como respuesta.

-¿Qué hacemos a la salida? -preguntó él luego de un largo e incómodo silencio.

-Yo tengo que ir a mi casa. -respondió rápidamente Sãomara.

-¿Y tú, Mariafer?

-Yo también. Es que estoy castigada. -dijo ella nerviosamente.

-¿Por qué? -preguntó él.

-Es que llegué tarde el viernes pasado. -respondió ella irritada por las preguntas. -Y hablando de eso, creo que voy a tener que irme pronto. Mucho tarda Jürgen.

-Entonces empecemos sin él. -sugirió Luis Carlos con un claro tono de impaciencia en la voz, dirigiéndose a Hans que estaba a pocos pasos de él. -Ya ha pasado mucho tiempo y ...

-No podemos empezar sin él. -respondió Hans de manera categórica. -Él es el líder del club y no podemos empezar si no está.

-Es verdad, -reconoció Sãomara. -Hans tiene razón. No sería correcto empezar sin él.

-Además que es el único que tiene el libro y el que conoce los siguientes niveles de los sueños lúcidos. -le dijo en voz baja Luis Carlos a María Fernanda que no respondió a su comentario.

-Pero, ¿por qué no le llamas por teléfono para saber si va a venir o no? -sugirió Maria Fernanda dirigiendo su mirada a Hans.

-He estado intentando hablar con él todo este tiempo, pero por alguna razón no contesta. Quizá dejó su teléfono en su casa o en su automóvil. No lo sé. -respondió Hans al levantar su teléfono móvil para que lo vean todos.

-Pero ya ha pasado casi una hora. No creo que venga. Quizá tuvo que ir a otro lugar de urgencia y no puede contestar su teléfono. -comento Sãomara con un rostro que reflejaba un intenso aburrimiento por estar tanto tiempo sentada, esperando sin hacer algo divertido, o por lo menos productivo.

-Es verdad. Como dije antes, -intervino Luis Carlos aprovechando las palabras de Sãomara -sugiero que empecemos de una vez. Cuando Jürgen llegue, se lo pone al tanto de lo sucedido hasta ese momento.

Hans miró su reloj y volvió a intentar hablar con Jürgen por teléfono, con el mismo resultado infructuoso.

-Esta bien. -dijo finalmente Hans con un tono de resignación. -Empieza tu Luiscar ya que eres el más interesado en hablar.

-Es que es importante, -respondió Luis Carlos avergonzado por la forma en que Hans lo miro al cederle la palabra -porque tuve mi primer sueño lúcido.

-Pensé que ya habías tenido varios sueños lúcidos antes de formar el club. -le dijo burlescamente Hans. -Pero, cuéntanos cómo fue tu primer sueño lúcido. -dijo sin permitirle responder a su comentario previo.

-Estaba viajando en un velero, -empezó a relatar Luis Carlos ante la mirada expectante de sus compañeros -de ida a la Isla de Boipeba. En medio del viaje el viento cambió de pronto, haciendo que el velero se balancease sin previo aviso. En ese momento yo estaba caminando y, por el movimiento del velero, perdí el equilibrio y casi caigo al mar. Para evitar caer al agua, solté de manera inconsciente algo que tenía en la mano y me agarre de una cuerda. No se que era lo que tenía en la mano, pero por el movimiento de vaivén del barco, terminó cayendo al agua. No estoy seguro con quien estaba en el velero, si mi padre o mi tío, pero me acuerdo que me avisó con un grito cuando el objeto cayó al mar. Tengo la clara sensación que ese objeto era muy importante, y por eso, al escuchar el grito, mire hacia la dirección donde estaba el objeto y solo pude ver como se hundía en el agua. Sin pensarlo, me arroje al agua para rescatarlo, en el lado donde se había hundido. Fui descendiendo cada vez más profundo en el mar. El velero apenas se veía muy arriba en la superficie. Todo a mi alrededor era azul. Me empezaron a rodear muchos peces y otros tipos de animales de mar. Eran muy hermosos y juguetones. Uno en especial me llamó particularmente la atención. Era un pez azul muy brillante que nadaba muy de prisa. Sentí una fuerte curiosidad por seguirlo y me fui tras de el. En ese momento recorde que debia hacer la prueba del sueño. Y recien me di cuenta que hacía mucho tiempo que no había subido a la superficie y sin embargo no sentía necesidad de aire. Estoy soñando, pensé y me puse nervioso por la emoción. Me obligue a tranquilizarme y a dejarme llevar por el sueño. Había imaginado tantas cosas para hacer cuando despierte dentro del sueño, pero en ese momento no se me ocurrió ninguna. Solo me puse a volar junto con los peces cruzando velozmente las aguas del mar. Estuve volando...

El relato de Luis Carlos fue interrumpido por el sonido insistente del timbre de la puerta. Hans se levantó rápidamente y se fue a abrirla. Jürgen surgió como un viento a través de la abertura de la puerta. Su apariencia mostraba un evidente malestar, como si tuviese una grave enfermedad.

-No pueden seguir. -dijo Jürgen como si estuviese delirando, atormentado por una fuerte fiebre. -El club no debe continuar.

-Tranquilo. Siéntate. -le ofreció Hans preocupado por el triste aspecto del amigo. -No entiendo de qué hablas.

-Los demonios. -dijo con notable miedo por lo que acababa de revelar. -Sus almas están en peligro. No pueden continuar. No pueden.

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