Capítulo 30

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-Buenas noches. -Saludó Luis Carlos al verla llegar al salón de clase. Todavía faltaban varios minutos para que llegue el profesor y los estudiantes conversaban amenamente mientras lo esperaban.

-Buenas noches Luiscar. -dijo ella al sentarse en el pupitre acostumbrado, a un lado de su compañero. Acomodó sus cuadernos sobre la mesa y se puso a leer sus apuntes del cuaderno.

-¿Cómo estás para el examen de esta materia? -preguntó él, aburrido por el silencio de su compañera y la demora del profesor. -Si necesitas que te explique algo, me avisas.

-Estoy bien, gracias. -respondió ella sin dejar de mirar a sus apuntes.

-¿Cuándo es el exámen? -siguió hablando él a pesar del poco interés que expresaba su compañera. -¿Quieres? -dijo y extendió su mano hacia ella con una barra de chocolate.

-Gracias. -dijo ella al tomar el chocolate que empezó a comer inmediatamente. -El examen parcial es el miércoles que viene. Esa semana va a ser muy dura, con todos los exámenes de todas las materias. Voy a tener que estudiar mucho. No puedo perder esa beca. No puedo hacerle eso a mi madrina. Seguro le costó mucho que se la dieran.

-No te preocupes tanto. Yo creo que te va a ir bien. Según me contaste, eras la mejor estudiante de tu curso.

-La segunda. Otro muchacho siempre sacaba mejores notas que yo.

-De todas maneras, ser la segunda es un excelente puesto. Yo también estaba entre los mejores del curso.

-Pero tengo miedo de no salir bien en los exámenes. La Universidad es mucho más difícil que el Colegio. Ya me lo habían dicho, pero no sabía que era tanto.

-Te va a ir bien. No te preocupes. Pero mejor cambiemos de tema. ¿Cómo está tu diario de los sueños?

-Esta semana no he podido escribir nada. -respondió ella avergonzada -Es que he estado estudiando hasta tarde y me despierto más tarde de lo normal y ya no me da tiempo de escribir mis sueños. Tengo que salir corriendo al trabajo y al final de la tarde, debo venir apurada a la Universidad.

-Es cuestión de organizarse -respondió él con un tono de superioridad en la voz. -¿Y las pesadillas que tenías con la reina del Brasil?

-¿Marcia? Eso es lo bueno de dormir muy cansada. -rió ella ante su respuesta -No tengo tiempo para tener pesadillas. Y tampoco la he encontrado en el albergue. Como salgo apurada, casi ni la veo.

-Yo creo que no deberías dejarte con ella. No tenerle miedo. Eso es peor. Deberían defenderse entre todas.

-No. -respondió ella desechando esa idea de su cabeza. -Ella es la sobrina de la dueña del albergue. Nos echarían a la calle. Lo mejor es no hacer nada.

-¿Y aguantar los abusos que ella comete todo el tiempo con ustedes?

-Es fácil decirlo. -respondió ella sin ocultar su molestia. -porque tú vives en el departamento que te compraron tus padres. No tienes con quién discutir. Si vivieras como yo, pensarías diferente. No tengo más opción que aguantar. No tengo otro lugar dónde ir.

Cuando terminó de decir esas palabras, el profesor ingresó en el aula y todas las conversaciones, incluyendo esta, cesaron de manera inmediata, cosa que fue agradecida mentalmente por Lucía.

-o-

Lucía, ya en la tranquilidad que le brindaba su cuarto en el albergue, no pudo evitar volver a escuchar las palabras que le había dicho Luis Carlos en clase, y João varios días atrás.

'Estoy repitiendo mi vida en casa de mi padre', pensó al darse cuenta de su situación en el albergue y en su trabajo. 'He vuelto al mismo lugar de donde escapé. ¿Por qué la gente me trata mal, si yo soy buena? ¿Si no le hago mal a nadie?', pensaba mientras sus lágrimas fluían mojando su rostro. '¿Qué pecado, qué karma estoy pagando?', siguió llorando mientras recordaba los abusos que había sufrido de parte de su padre, de Marcia y su jefa.

'Sí. Ellos tienen razón', pensó al recordar las palabras de sus únicos amigo en esa ciudad, 'Yo soy la culpable de que abusen de mi. Pero no quiero ser como mi madre. No. Ella sufre mucho y no puede escapar. Mi pobre madre. Cuánto te extraño mamá. Disculpa por lo que te he hecho sufrir. No. Yo no me dejaré abusar de nuevo', pensó con resolución. Pero su mente no pudo evitar saltar hacia los recuerdos de su hermano mayor, preso en la cárcel de São Luis. Recordó los múltiples abusos y humillaciones que su padre les había hecho, en especial a él que siempre se interponía entre su padre y ella cuando quería castigarla. Recordó el día en que su hermano se cansó de aguantar los abusos, y devolvió el golpe a su enfurecido padre, para luego salir de la casa para no volver más. Recordó el día que se enteró que su hermano había entrado en la cárcel, por haberse defendido de un peligroso pandillero, a quien mató con su propia navaja. Sus amigos le contaron que se había cansado de aguantar y aguantar los abusos, y había decidido no aguantar más. Y se había vuelto intolerante, agresivo. 'Muchas gracias hermano por todas esas veces que me protegiste', pensó ella con el rostro mojado.

Como siempre le ocurría en sus momentos más tristes en su vida, la imagen de su madrina surgía como una fuente de paz y seguridad que le daba la fuerza para aguardar con esperanza la llegada del día siguiente. Con esa imagen en su mente, fue sumiéndose lentamente en lo profundo de los sueños.

No supo en qué momento se durmió. Y tampoco supo qué soñó. Pero, al despertar, lo hizo con un único pensamiento marcado en su mente. 'Le juro madrina, que no le voy a fallar. Voy a ser una excelente profesional para que usted esté orgullosa de mí. Y también voy a ser como usted y aprenderé a hablar con los ángeles a través de mis sueños, como usted.'

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