Capítulo 50

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Lucía salió a toda prisa del ascensor y se dirigió casi corriendo hacia la puerta de salida. Las lágrimas que manaban ininterrumpidamente de sus ojos, le nublaban la visión y no le permitieron ver a un muchacho que ingresaba al edificio al mismo momento que ella salía por la puerta principal, golpeándolo involuntariamente al intentar escapar de ese lugar. Lucía balbuceo algunas disculpas y, sin detenerse, siguió su camino lo más lejos posible de ese lugar. Lucía avanzó apresurada hasta que sintió que estaba lo suficientemente lejos del edificio, y redujo su marcha para caminar normalmente. Su lágrimas empezaron a reducir su caudal hasta que finalmente dejaron de salir. No supo cuánto caminó por aquellas calles, sin rumbo. Pero supo que ya era bastante tarde cuando miró su reloj. Sintió que había caminado suficiente y que ya era hora de irse a su pensión. Dio la vuelta y emprendió el camino de regreso hacia la parada de autobús que la llevaría de regreso a su vida normal. En su camino de huida del edificio de Luis Carlos, había tomado muchas calles diferentes, y ahora se encontraba perdida. Trató de no desesperarse. De todas maneras no podía estar muy lejos de la Universidad y podía preguntar a cualquier persona dónde se encontraba. Pero prefirió encontrar su camino de regreso por sus propios medios. Caminó por muchas calles desconocidas hasta que finalmente, el destino es así, pasó por el frente del edificio donde vivía Luis Carlos, del que había huido varios minutos atrás. En ese momento llenaron su cabeza las múltiples imágenes de su amigo, las noches de estudio, la permanente sonrisa en su rostro, y sobre todo la amistad y el aprecio que él le había brindado a ella, una muchacha simple, sin muchos amigos, y nada de dinero. Luis Carlos, y João eran sus únicos amigos. No podía darse el lujo de ir desechándolos así nomás. Más ahora que él necesitaba de su ayuda.

Casi sin pensarlo, Lucía volvió a ingresar en el edificio y ascendió hasta el piso de su amigo. Sacó la llave del apartamento que todavía tenía, y con mucho cuidado abrió la puerta para ingresar. El lugar estaba completamente obscuro. Caminó con mucho cuidado, evitando en lo posible de hacer ruido, hasta la habitación donde estaba dormido Luis Carlos.

-¡No está aquí! -se dijo al ver la cama totalmente vacía.

En ese momento se recordó que ella lo había mojado completamente y que no había ropa en ese apartamento para poder cambiarse. La respuesta era lógica. Él se había ido a su otro apartamento a ponerse ropa seca, y ya no volvería allí hasta el día siguiente. Sabiéndose sola, empezó a caminar por el apartamento y se dirigió al pequeño comedor. Sobre la mesa pudo ver la computadora portátil y el libro de los sueños. El culpable de todo lo que les estaba sucediendo. Avanzó hacia la mesa y se paró frente al computador. No pudo resistir la curiosidad de tocar el ratón y ver lo que estaba escribiendo su amigo. Al mover el ratón, el monitor se iluminó y mostró el documento en el que estaba trabajando Luis Carlos. Lucía, presa de la curiosidad, se sentó en la silla y empezó a leer su contenido en voz alta.

-El mundo lúcido creado de esa manera, -empezó a leer ella. -es en realidad solo un escenario falso que esconde la realidad. Es una construcción de nuestro cerebro que nos ciega la existencia de una realidad diferente, pero real, tan real como el mundo consciente en el que vivimos cuando estamos despiertos. Es un mundo paralelo, con una realidad totalmente diferente y con sentidos igualmente diferentes. Las personas normales, solo flotan en aquel otro Universo, como vegetales inertes. Solo aquel que ha logrado despertar en ese otro mundo, puede ver esa nueva realidad.

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