Capítulo 27

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Estaba en un pasillo del albergue estudiantil, caminando en penumbras. Era un pasillo muy largo, tan largo que no podía ver el final, que quedaba escondido por la obscuridad que se acumulaba a la distancia. A ambos lados del pasillo pude ver puertas y más puertas de las otras chicas que se alojaban en el albergue. Todo el lugar estaba tan silencioso que hacía retumbar los pasos que daba al caminar, a pesar de que intentaba en lo posible no hacer ruido. Después de caminar por varios minutos, no me acuerdo cuánto, me detuve ante una puerta que se abrió. La puerta daba a un cuarto que estaba iluminado e hizo que se iluminara todo el pasillo por el que caminaba. No pude ver lo que estaba ahí dentro. La luz era tan intensa que me encandilaba. De todas maneras ingresé y, cuando ya estaba adentro, me di cuenta que estaba en el baño del albergue. La ducha estaba abierta dejando caer la lluvia sobre el piso, salpicando mis pies. El sonido del agua golpeando el piso era muy fuerte. Lo raro es que, cuando estaba fuera del baño, no escuché ningún ruido en su interior. Por la forma de la ducha, me di cuenta que ese era el baño de Marcia. Miré alrededor asustada, pero no había nadie. Volví a mirar el agua que caía de la ducha. Recién en ese momento pude ver a Marcia tomando un baño con la cara vuelta hacia la pared. No la vi, pero supe que era ella a pesar de que solo la veía de espaldas, enjuagándose sus cabellos negros. Intenté salir del baño sin que ella se diese cuenta. Busqué la puerta por donde había entrado pero, para mi mala suerte, estaba cerrada. Volví a mirar hacia donde se encontraba ella, para comprobar que todavía estaba allí mirando hacia la pared. Abrí lentamente la puerta para evitar hacer ruido, pero las bisagras de la puerta sonaron demasiado fuerte y eso hizo que Marcia se diese la vuelta y me viese de frente. Ella se enfureció muchísimo y avanzó hacia mí para empujarme contra la puerta abierta para sacarme de su baño. El golpe fue tan fuerte que perdí el equilibrio y me caí de nalgas contra el piso. En el pasillo donde caí, pude ver muchos estudiantes que iban y venían apurados con sus mochilas de ida a clases. Algunos me miraron cuando caí, pero siguieron avanzando hacia sus aulas. Me levanté con miedo de que Marcia volviera a atacarme y salí corriendo hacia mi aula. Busqué el banco donde siempre me siento, al frente de la clase. Estuve allí por varios segundos hasta que llegó el profesor. Dejó sus cosas en su escritorio y empezó a entregar los resultados de los exámenes que habíamos dado antes. El profesor iba nombrando a cada uno de mis compañeros, quienes al escuchar su nombre, se levantaban para ir a buscar su examen que le entregaba el profesor. Lucía Sousa, dijo el profesor. Al escuchar mi nombre, me levanté y me fui a buscar mi examen. Fue recién en ese momento que me di cuenta que estaba totalmente desnuda en medio del aula. Sobre la hoja de mi examen que me entregó el profesor, pude ver claramente un enorme cero de aplazada. Volví casi corriendo a sentarme en mi pupitre, con la esperanza de que nadie se hubiese dado cuenta que estaba completamente desnuda. El sonido del timbre indicó que la clase había terminado y mis compañeros empezaron a abandonar el aula para dirigirse a su próxima clase. El sonido del timbre no dejó de sonar y sonar, y más bien fue aumentando de intensidad hasta que finalmente me di cuenta que era mi despertador. Qué suerte que fue solo un sueño, pensé en ese momento.

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