Capítulo 51

126 11 0
                                    

Séptima Parte

El sonido del los compañeros levantándose de sus pupitres la hizo volver a la realidad. La permanente falta de Luis Carlos, que había abandonado definitivamente sus estudios de la Universidad, le hacían sentirse aún más sola entre todo ese grupo de compañeros. Lucía miró a su alrededor como si recién hubiese llegado al lugar y se recordó que había estado allí, sentada pero ausente, durante todo el tiempo que duró la clase. Eso le hizo darse cuenta de que había estado todo aquel día totalmente ausente de lo que sucedía a su alrededor. Recordó cómo una de sus colegas de trabajo, esa misma mañana, le había hecho notar que ella estaba como en las nubes y que si no se concentraba más en su trabajo, de seguro la jefa se daría cuenta de aquello y la podría ser bastante fuerte. 'Así es cuando no hay mucho movimiento de clientes. Odio estos días tranquilos. Prefiero los principios de mes, por más que haya mucho trabajo.', le dijo Lucía a modo de excusa.

Pero había otra cosa más que no le permitía concentrarse en lo que le estaba sucediendo a su alrededor, en la clase y también en su trabajo.

'Hay un mundo más allá de los sueños', se decía repitiendo las palabras del libro. 'Un mundo más allá, tan real como este. Entonces allá viven los ángeles, como decía mi madrina'.

El silencio extremo del lugar volvió a despertarla de sus pensamientos. En ese momento volvió a darse cuenta de la realidad y la soledad del aula donde estaba. No recordaba cuándo se había terminado de vaciar, pero sintiéndose como una loca, salió rápidamente del lugar, mirando a todos lados, con vergüenza de que alguien la viese salir de allí, mucho después de sus compañeros. Con el mismo sentimiento de ausencia, siguió caminando automáticamente hasta salir de la Universidad y dirigirse hacia la parada de autobús que la llevaría hacia su pensión. Cuando estaba a media cuadra de la parada, pudo ver con mucha frustración cómo el autobús se empezaba a alejar de allí.

-No puede ser. -se dijo molesta consigo misma por quedarse más tiempo de lo normal en esa sala de clase, que la había hecho demorar en llegar a ese lugar. -Ahora tendré que esperar media hora que venga el otro autobús.

Resignada por la espera se sentó en los bancos de la parada y se puso a revisar sus cuadernos de apuntes, pero sus pensamientos no dejaban de viajar a ese otro mundo, desconocido, real y tan cercano. No. No había avanzado tanto para no dar ese paso adicional. Tenía que averiguar cómo llegar allí. No podía ser de otra manera. Sin pensarlo más se levantó del banco y se dirigió a toda prisa hacia el apartamento de Luis Carlos. Una vez ante la puerta aguzó sus oídos tratando de captar el mínimo ruido que indicara la presencia del amigo. Pero no, el silencio era absoluto detrás de aquella puerta. Con mucho cuidado de no hacer ruido, metió la llave y abrió la puerta lo más lentamente que pudo. El apartamento estaba sumido en la obscuridad y el silencio. Entró y, sin prender la luz, avanzó hacia el cuarto de Luis Carlos, guiándose en parte con la poca luz que se filtraba por la puerta de ingreso, y en parte por el recuerdo de la disposición del apartamento. Llegó al cuarto y, aún con más cuidado que antes, ingresó y trató de adivinar un bulto sobre la cama. Pero no, la poca luz que iluminaba el lugar mostraba una cama vacía. Todavía desconfiando de lo que apenas lograba ver, se acercó y buscó con sus manos el posible cuerpo de su amigo. Pero sus manos se hundieron hasta el cubrecamas mostrando, esta vez definitivamente, que no había nadie en el lugar.

Ya más tranquila retrocedió y encendió la luz del cuarto. Tal como lo suponía, este se encontraba totalmente vacío, aunque las huellas en la cama demostraban claramente que su amigo había pasado la tarde recostado en ese lugar. Salió del cuarto y fue a encender la luz de la pequeña salita y a cerrar la puerta de ingreso del apartamento. Sabiendo que estaría completamente sola, se dirigió hacia donde se encontraba la computadora de Luis Carlos. Se sentó y, sin perder tiempo, movió el ratón para reactivar la pantalla. El libro de sueños permanecía a un lado de la computadora, en el mismo lugar y en la misma posición que ella lo había dejado en la visita anterior. Miró su reloj y se dijo: 'Tengo veinte minutos. Más que suficiente para traducir por lo menos una página' y empezó a transcribir página tras página desde aquel viejo libro hacia un documento en el computador. Cuando sintió que había escrito suficiente, pasó el texto transcrito hacia el traductor de Internet.

-Es tardísimo -se dijo cuando miró el reloj de la computadora que marcaba la una de la mañana. -¿Qué hago? A esta hora ya no hay autobuses. -siguió diciendo con angustia en la voz y se levantó impulsivamente como si esto ayudase a recuperar el tiempo perdido.

-Qué estúpida que fui. Solo tenía que transcribir una sola página. Por qué mierdas continué con las siguiente. Soy una grandísima estúpida. Me merezco lo peor.

Miró a su alrededor como buscando opciones de soluciones pero no encontró nada que le sugiriese qué hacer. Caminó de un lado a otro tratando de refrenar sus nervios y su desesperación.

Luego de analizar todas sus opciones, se sentó en la silla donde había estado todas esas horas y, resignada, se dijo -Tendré que dormir aquí y mañana, muy temprano, me voy a la pensión y de allí directo al trabajo. No creo que Luiscar se enoje por que utilice su baño. -se contestó ya más tranquila al darse cuenta de que, a fin de cuentas, su situación no era tan desesperada como pensaba.

Levantó su mirada y recién ahí se dio cuenta de que el texto traducido ya estaba allí, frente a ella. No pudo evitar empezar a leerlo vorazmente.

-No puede ser. Es tan... -se dijo al terminar de leer la traduccion del capitulo que había transcrito. -Tan logico. Cómo no se me ocurrio antes. Es tan fácil pasar al otro mundo.

Con esa imagen en mente, guardo el documento en su memoria flash y acomodo el libro en la misma posición que lo había encontrado. Luis Carlos no debía saber que ella había estado allí. Cuando estuvo conforme, se dirigió a la habitación y se dejó caer sobre la cama. A los pocos minutos estaba durmiendo profundamente.

LúcidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora