-¡Me invitó! -dijo Lucía tras que vio a Luis Carlos avanzar por el pasillo de la Universidad. -¡Me invitó!
-¿A dónde? -respondió él cuando estuvo a algunos pasos de Lucía que seguía saltando de felicidad sin importarle lo que pensara el resto de los compañeros que la miraban con cierta curiosidad.
-A su casa. Tendremos reunión en su casa. -dijo ella ya refrenando un poco sus nervios y sus movimientos.
-Ya era hora. -respondió él con un tono de reclamo. -Demoraste un mes para llegar a eso.
-Entonces, ¿por qué no lo hiciste tú? -le dijo ella notablemente molesta.
-Es una broma. -le respondió él y le ofreció un paquete de galletas. -Ahora, cuéntame cómo lograste hacer que te invite.
-En realidad no hice nada. -empezó a contar Lucía ya más tranquila -Todo se fue dando. Como te conté, el día que llegué a la Iglesia donde ella asiste, la pude ver de lejos. No quise acercarme para que no se diese cuenta que en realidad la buscaba a ella. Tuve que escuchar toda la prédica y hacer lo mismo que hacían el resto de las personas. Me sentía muy rara, pero igual tuve que hacerlo. Cuando estábamos a la mitad de la prédica, se me acercó uno de los pastores y me preguntó si era la primera vez que iba allí. Le dije que sí y me siguió preguntando cuál era el motivo. Me hice pasar por una muchacha que sufre mucho, que se escapó de su casa y que no sabe qué hacer y que me sentía muy triste.
-Cosa que no está muy lejos de la verdad. -dijo él con una voz seria que incomodó a Lucía.
-El me empezó a hablar de Dios, de Jesucristo y de su Iglesia. -respondió ella ignorando el comentario del amigo -Dijo que ellos me ayudarían, pero que tenía que asistir más seguido. Me entregó un papel con los horarios en los que se reunían para poder hablar de la palabra de Dios. El pastor fue muy amable y hablaba muy bien. En serio Luiscar, hablaba tan bien que casi me convence.
-Sí. Son así. -rio él. -Estuve una vez con Jürgen. Debo reconocer que son muy convincentes. Incluso yo, que no creo en esas cosas, quedé como hipnotizado cuando ellos hablaban.
-Es verdad. Ahora que lo dices, eso es lo que sentí, hipnotizada por la forma en que me hablaba. Pero te sigo contando. Cuando el pastor me dio el papel con los horarios, se quedó esperando algo y finalmente le dije, en realidad no sé por qué se lo dije, pero le dije que iría al día siguiente a la reunión de la noche. Ni siquiera pensé que a esa hora tenía clases aquí en la Universidad. Solo sentía que tenía que venir a la reunión que él me había dicho. Cuando terminó la prédica, traté de buscar a Helga pero era tanta la gente que no la pude encontrar. Así es que me tuve que ir a la casa. Al día siguiente, al salir del trabajo, me puse a pensar en si debía o no ir a la reunión. Para eso tenía que faltar a la Universidad. Me sentí rara, porque el día anterior no tenía duda de que tenía que ir a la reunión, pero al día siguiente me parecía una estupidez ir a esa reunión. Pero al final fui, porque necesitaba encontrar a Helga para hacerme su amiga. Llegué al lugar y había mucha gente, no tanta como durante la prediga, pero sí había mucha gente. Al llegar me recibió otro pastor y me dio la bienvenida. Al parecer saben quienes son asistentes permanentes y quienes, como yo, eran nuevos en el lugar. Ese pastor me guió hacia un grupo que estaba reunido alrededor de un predicador que les hablaba de la palabra de Dios. Me senté, pero antes de hacerlo miré alrededor en busca de Helga. La pude ver en un grupo más allá, escuchando como yo, lo que decía su pastor. Sabía que si no hacía algo, me iba a quedar en ese grupo para siempre. Y necesitaba estar en el grupo de Helga. Por eso es que, estaba más pendiente de lo que hacía ella, de lo que decía el predicador. Luego de un largo tiempo, hubo un receso en las charlas y nos permitieron levantarnos para relajar las piernas. En ese momento aproveché y me fui acercando al grupo de Helga y me puse a conversar con una de las muchachas de su grupo. Ya ni me acuerdo de qué charlabamos, porque en realidad era ella la que hablaba y yo le preguntaba. Mientras conversábamos, el predicador de su grupo les indicó que ya era hora de volver al grupo. En ese momento me dispuse a irme a mi grupo, pero la muchacha le preguntó al predicador si yo podía estar con ellos. El preguntó si yo tenía grupo, y ella le dijo que yo estaba en otro grupo, pero como era nueva, en realidad no había problema de cambiarse de grupo. Yo estaba nerviosa porque quería quedarme allí, pero no sabía si el predicador de ese grupo le iba a permitir cambiarme. Al parecer mi cara de nervios terminó por convencerlo y dijo que no había problema y pude cambiarme con ella. Al salir de la reunión, quedamos en juntarnos allí mismo el fin de semana. Fue recién en esa reunión que me presentaron a Helga. Esa vez no conversamos mucho, porque no quería que se de cuenta de que en realidad estaba desesperada por ser su amiga. Con quien más converso es con Andrea. La muchacha que me presentó al grupo. Y hemos estado teniendo reuniones también en las casas de algunos de los del grupo. Es muy bonito.
-Veo que te estás metiendo muy adentro. Ten mucho cuidado.
-No te preocupes que no soy tan estúpida. -le respondió ella molesta -Pero si quieres me salgo ya mismo.
-Si quieres. -le dijo él con voz indiferente, como si no le importase su amenaza.
-Ya, hablemos en serio. -volvió a hablar ella. -Tenemos reunión en casa de Helga el fin de semana. ¿Qué hacemos?
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Lúcida
ParanormalEscondido en una habitación secreta, en la vieja casa de sus abuelos, Jürgen encuentra los restos de su bisabuelo perdido durante la segunda guerra mundial. Junto al cuerpo sin vida se encuentra un antiguo libro de evidente importancia para su bisab...