Capítulo 58

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Aparezco, como de costumbre, en mi cuarto en el albergue. Me levanto de la cama y me dirijo hacia la puerta. Salgo y empiezo a caminar hacia el exterior del albergue. Cuando salgo, puedo ver cuánto he avanzado la vez anterior. El centro comercial ya casi no existe. De los muchos edificios que antes se ordenaban a cada lado de la avenida, apenas están dos que esperan su turno de la demolición. Todavía me siento triste por lo que estoy haciendo, pero quizá ya me estoy resignando en que esto lo tenía que hacer algún día. Avanzo hacia el edificio más alejado e ingreso en su interior. Me concentro en cada uno de los muebles, puertas, ventanas. Todo lo que lo convierte en un edificio. Intenté varias veces demoler varios objetos a la vez, pero todavía no tengo perfeccionada la capacidad de concentración y demoré más que hacerlo uno por uno. Pero me agrada y me divierte hacerlo de esa manera. Lo siento como un juego, como los que hay en las computadoras. Hoy debo apresurarme y no gastar mi tiempo en pasear por allí. Eso me entristece más y no me gusta estar triste. Ya casi termino con el edificio. Solo me quedaría uno más y finalizar la demolición del centro comercial. Y finalmente el albergue. Lo he dejado para el final porque sé que me costará más ir deshaciéndome de todos los recuerdos que hay en cada uno de los objetos que lo componen. Mejor dejo de pensar en eso y me concentro en las pocos objetos que quedan ya en el edificio. Finalmente he concluido con la fachada del edificio. Ahora me toca hacer desaparecer cada uno de los pisos y finalmente la base. Es una tarea repetitiva que la voy haciendo casi sin pensar. Hasta que finalmente solo me queda el último edificio. Me concentro al igual que lo hice con el otro, en hacer desaparecer cosa por cosa. Con cada objeto que hago desaparecer, me resulta mucho más sencillo concentrarme en hacer desaparecer el siguiente. De esa manera muy pronto ya estoy terminando de demoler la base. Ya solo queda el centro comercial y la pensión. Y todo el resto es el cielo azul, con algunas nubes que puse por allí para darle una apariencia de realidad. Y el sol. Pero un sol que no quema la vista y que apenas hace sombra. Avanzo con la demolición del centro comercial. Para poder hacerlo, entro en su interior y continúo la labor de ir haciendo desaparecer primero los artículos que se exponen en todos los escaparates, para luego demoler los muebles, la decoración y las personas que allí atienden. Al principio sentí como que las mataba. Ahora los veo como muebles, como parte de la decoración. Aunque reconozco que las primeras veces no pude hacerlo y lo único que logré fue hacerlos salir de las tiendas y que se pongan a conversar afuera mientras yo destruía la mercadería que se exhibía en su interior. Ellos no se daban cuenta de lo que yo estaba haciendo. Eso me incomodó al principio. Pero finalmente me di cuenta que no eran personas. Bueno, eso siempre lo supe. Pero es que uno se acostumbra a darle un carácter humano, que resulta difícil el aceptar que son solo imágenes proyectadas por mi mente. Pero ya casi termino, solo falta un piso, el de abajo. El restaurante hace varios días que ya no existe, y extraño los sabrosos platillos que comía allí. Sigo demoliendo las tiendas de una manera ya casi mecánica. Pero siento algo raro en el ambiente. Algo que no había sentido antes. La luz del ambiente empieza a atenuarse, como si estuviese anocheciendo. Eso es extraño porque yo cree este mundo con un horario fijo. La curiosidad me hace salir del centro comercial para poder ver qué sucede con el sol, que supuestamente debería estar brillando con una luz de las diez de la mañana. Levanto mi mirada y noto con extrañeza que el sol se está cubriendo. Nubes obscuras empiezan a cubrir todo el cielo, dejando todo mi mundo en penumbras. Me concentro en hacer desaparecer las nubes, tal como hice con los edificios, pero las nubes simplemente no me obedecen. Eso es totalmente extraño. No puede ser. Yo soy la dueña, la fabricante de este mundo. Este es mi sueño, y yo mando aquí. No entiendo que simplemente haya perdido la facultad de controlar mi propio sueño. Vuelvo a intentar crear un fuerte viento que se lleve las nubes, pero todo es inútil. Simplemente mi sueño no me hace caso. Esto es totalmente extraño. Algo que, según el libro, no puede suceder. Ya soy una estudiante avanzada. Ya todos los objetos que están aquí son fruto de mi conciencia y no de mi subconsciente como al principio. No tiene sentido. Entro algunos pasos en el centro comercial y me concentro en hacer desaparecer los objetos que están dentro de las tiendas, pero estas no quieren hacerme caso y desaparecer como antes. El sol ya está totalmente tapado y la obscuridad es casi total, aunque todavía puedo ver los objetos no muy alejados de mí. Eso me empieza a asustar. He perdido total control sobre mi sueño. Sigue siendo lúcido, pero ya no es mío. El sentimiento de terror va entrando poco a poco en mi mente. Ya no sé qué hacer. Corro hacia dentro del albergue. Busco mi cuarto entre la penumbra pero un fuerte ruido me congela y me impide moverme. Intento gritar, pero no logro articular ninguna palabra. Doy la vuelta muy lentamente y veo entrar por la puerta del albergue a Marcia acompañada de su grupo de amigas, pero lo que está en el medio del grupo es lo que me hace entrar en pánico. Una figura tenebrosa, como los que vi de pequeña en un libro de mi madrina, las acompaña. No. Las guía hacia mí. Es un demonio. Estoy totalmente segura. Jürgen y Helga tenían razón. Mi corazón golpea con fuerza dentro de mi pecho, tan fuerte que tengo miedo que estalle y me muera ahí mismo. Intento arrodillarme, para rezar, pero mis piernas no me hacen caso. Mis lágrimas resbalan por mis mejillas mientras digo: Padre nuestro, que estás en los cielos...

FIN DEL PRIMER LIBRO DE LA SERIE "LA DIMENSION DORMIDA"

PROXIMO LIBRO: OJOS ABIERTOS.

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