Estoy en el pasillo de entrada del albergue. El lugar parece vacío. Avanzo por el pasillo hacia mi cuarto sin encontrarme con nadie. Entro en mi cuarto y miro a mi alrededor. El cuarto está acomodado de la misma manera que lo dejé ayer. Pongo mi bolso sobre la cama y voy a revisar mi ropa en el pequeño ropero. Mi ropa está también acomodado de la misma que quedó ayer. Los abrigos a un lado, los pantalones al otro. Nada ha cambiado. Escojo la ropa que voy a utilizar que consiste en una camisa y un pantalón. Agarro la ropa y una toalla y salgo del cuarto. Empiezo a caminar hacia el baño. Me esfuerzo un poco y por fin veo aparecer a la muchacha nueva. La que está alojada en el mismo pasillo que Marcia. Eso me hace recordar cómo la conocí el primer día que vino a la pensión. Ella estaba con su bolso en busca de su cuarto. Me preguntó dónde quedaba su número de habitación y le indiqué cómo llegar. No me atreví a llevarla, porque no quería encontrarme con Marcia. La nueva se fue caminando hacia donde le indiqué, arrastrando su bolso con sus cosas. Me acuerdo que era un gran bolso. Mucho más grande que el mío. Cuando torció el pasillo escuché la voz de marcia que le reclamaba algo. Al parecer Marcia estaba muy apurada y no vio el enorme bolso de la nueva y se tropezó en él. Me dio pena la nueva al verla caer al piso por el fuerte empujón que le dio Marcia. La nueva lloró mucho. No sé si porque le dolió el golpe que se dio en el piso, o por el golpe que le dio Marcia. Pero, al parecer, la nueva aprendió la lección y desde ese momento se mantuvo alejada de ella.
Yo sigo caminando por el pasillo y veo que la nueva desaparece en el pasillo que va a su cuarto. Pero no me quedo sola. Por fin logro ver más personas caminando en los pasillos. Algunas van a sus cuartos, otras hacia la puerta de salida, otras como yo van al baño. Al llegar al baño veo a Marcia. No sé qué hacer. Siento la urgencia de regresar al cuarto, alejarme de allí, de ella. Pero no puedo moverme, no puedo gritar. Estoy convertida en una estatua. Marcia se da cuenta de lo que estoy sintiendo y me mira fijamente. Eso empeora mi sensación de terror. Hago un nuevo intento de escapar, pero mis piernas están congeladas, como lo está todo mi cuerpo. El resto de las chicas del lugar no se dan cuenta de lo que me pasa y siguen caminando a mi alrededor de manera normal, como si nada pasara. Pero no debo dejarme vencer por este miedo. Debo hacer lo que me dijo Luiscar. Ella no es real. Ella no es real. No me puede hacer nada. Voy a caminar hacia el baño, como si ella no estuviera aquí. No tiene por qué hacerme algo. Ella no existe. Por fin siento mis piernas. Doy el primer paso hacia el baño, y luego el segundo. Ella me ve caminar en su dirección y da también un paso hacia mí. La sensación de terror vuelve a dominar mis piernas y me quedo parada allí mismo mientras Marcia se acerca cada vez más. Veo que el resto de las demás chicas nos están mirando, atentas a lo que pudiera suceder. Siento la urgencia de pedirles ayuda, pero sé que no lo harían. Nadie se enfrentaría a Marcia para ayudar a otra. Pero ni siquiera puedo pedir ayuda. Mi voz ha desaparecido. Estoy muda y petrificada. Solo puedo ver el lento avance de Marcia hacia mí. Debo vencer este terror. No debo dejarme dominar por el miedo. Marcia no existe. Ella no está aquí. Es el producto de mi imaginación. No me puede hacer nada. No le he hecho nada, por lo tanto no tiene por qué hacerme daño. Puedo caminar. Voy a avanzar hacia ese baño, como lo tenía planificado desde el principio, y ella no me hará nada. Por fin vuelvo a sentir mis piernas. Por fin vuelvo a caminar. Trato de no pensar en Marcia. Avanzo lentamente, más lentamente de lo que deseara. Pero por lo menos avanzo. Marcia está a un paso de mí. Me está mirando fijo. Ella no existe. No está aquí. Ella no está aquí. Sigo avanzando y me meto al baño. Al baño del medio. Al baño de Marcia. Cierro la puerta y tras que la cierro empiezo a escuchar los fuertes golpes en la puerta. Son los mismos golpes que escuché aquella primera vez que ella me golpeó. Escucho su voz vociferando mi nombre. Sé que es imposible salir de allí. No sin tener que enfrentarme a una Marcia furiosa. Pero ella no está allí. Ella no existe. No me puede hacer nada. Este es solo un sueño. Es mi sueño. Intento desesperadamente despertar, salir de esa pesadilla, pero no se como hacerlo. Recuerdo que Luiscar me dijo que la manera más sencilla es muriendo. Pero no me atrevo. El solo pensar en la muerte, aunque sea solo un sueño, me parece aterrador. Pero los golpes de Marcia son cada vez más fuertes y dudo mucho que la puerta resista mucho más. Se que yo cree la puerta, pero no puedo concentrarme para fortificarla. Ni siquiera puedo hacer desaparecer a Marcia. No se por qué le hice caso a Luiscar en crear este mundo, con Marcia en él. Soy una estupida, cien veces estúpida. La puerta se abre y veo entrar a Marcia con mucha violencia. Su rostro es aterrador. Se me acerca y siento un intenso dolor en mi abdomen. Recién cuando despierto, me doy cuenta que el dolor fue provocado por una navaja que ella me hundió en la barriga. Recuerdo que grité cuando sentí el intenso dolor, pero no estoy seguro si grité todavía en sueños, o si lo hice ya despierta.

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Lúcida
ParanormaleEscondido en una habitación secreta, en la vieja casa de sus abuelos, Jürgen encuentra los restos de su bisabuelo perdido durante la segunda guerra mundial. Junto al cuerpo sin vida se encuentra un antiguo libro de evidente importancia para su bisab...