Tercera Parte
-¿De dónde sacaste el libro? -le preguntó Hans al empezar a hojearlo, cómodamente sentado en los sillones de la sala, en la casa de la familia de Jürgen. -Se lo ve muy viejo.
-Estaba entre las cosas viejas de mi padre. -mintió Jürgen con un poco de nerviosismo. -¿De qué se trata?
-Por lo que dice el título, al parecer es un manual de iniciación a algo. No dice a qué. Pero tendré que leerlo y luego te aviso.
-¿No puedes traducirlo aquí? -preguntó Jürgen refrenando sus ganas de recuperar el libro. Más ahora que sabía que se trataba de algún tipo de iniciación. Quizá su bisabuelo había sido Nazi después de todo. -Es que no puedo sacarlo de la casa. Mi padre me mataría si sabe que lo tengo.
-Pero, me resultaría más cómodo hacerlo en la casa. No tienes por qué avisarles que me lo llevé.
Jürgen guardó silencio. No podía imaginar siquiera deshacerse de su libro ni por un minuto. Pero también estaba desesperado por saber lo que allí decía. El conflicto que sucedía en su mente se trasladó a sus manos, las que empezó a abrir y cerrar repetitivamente, tal como siempre lo hacía antes de entrar a jugar un partido de fútbol importante. Necesitaba esa traducción urgente, y Hans era una buena solución. Pero no perdería de vista a su libro, eso era definitivo.
-No. -dijo Jürgen, categóricamente como resultado de su análisis -No me atrevo a dejar que te lleves el libro. Si le pasa algo, me matan.
Hans no respondió, pero hizo un gesto que claramente fue interpretado como que ya no le interesaba traducir el libro. Lo dejó sobre la mesa central de la sala, sin presentar ningún reclamo y objeción, y tomó el vaso de jugo que estaba allí todavía con algo de su contenido.
-Te propongo algo. -dijo Jürgen tratando de recuperar el interés del amigo. No podía dejar esta oportunidad de saber qué decía ese libro de iniciación. -Te voy a pagar, como le pagan a cualquier traductor oficial.
-¿Lo mismo que le pagan a un traductor? -dijo Hans con una cara de indiferencia. -Eso no es mucho dinero. -siguió diciendo ya de pie, con una clara intención de irse y todavía sorbiendo algo del vaso de jugo que tenía en sus manos. -Te sugiero más bien que se lo pidas a tu hermana. Así no tendrás que dejar que el libro salga de aquí.
-Entonces te pago el doble. -dijo Jürgen con una voz muy seria y firme. Casi de súplica. Pedirle a Gisele que lo traduzca, no era una salida aceptable. -Pero lo tienes que traducir aquí, delante mío.
-Ahora ya me parece un poco mejor la oferta. -respondió Hans escondiendo su interés en el libro, que habría traducido gratis. Pero no podía evitar divertirse haciendo sufrir a su amigo. -Aunque dependerá de cuan complejo esté escrito ese libro.
-Es un trato. -siguió Jürgen con el mismo tono frío en su voz. -Luego veremos el grado de dificultad.
-Quiero ver el dinero primero.
-Aquí tengo una parte. -respondió Jürgen y mostró una buena cantidad de dinero que tenía en su billetera.
-Pero eso solo te servirá para unas cuantas páginas. -dijo burlescamente su amigo.
-Sí. Lo sé. Por ahora solo quiero traducir las primeras páginas. -respondió Jürgen con seriedad e ignorando su tono burlesco. -Así sabré de qué se trata y si vale la pena seguir traduciendo el resto.
-¿Y cuándo empiezo? -preguntó con la misma frialdad en la voz que había tenido durante toda la conversación.
-Ahora mismo. Espera que traiga mi computador portátil, para que vayas escribiendo ahí lo que traduzcas.
Jürgen se levantó y avanzó un par de pasos a su cuarto. En medio camino se detuvo, se dio vuelta y avanzó hacia Hans, que ya se encontraba concentrado en la tarea de leer las primeras líneas del libro. Sintió ganas de quitarselo, de impedir que se lo robara, de proteger su tesoro.
-No te lleves el libro. -dijo finalmente Jürgen venciendo sus ganas de tomar el libro de manos de Hans.
-No seas tonto. Mejor ve y trae esa computadora que quiero que me pagues pronto.
Jürgen, todavía nervioso por dejar el libro fuera de su vista, se fue rápidamente hasta su cuarto a buscar el computador.
-Realmente estás preocupado por tu libro. -dijo Hans al ver a su amigo volver tan rápido de su cuarto. -Corriste, ¿verdad?
-No. -respondió avergonzado por haber sido descubierto. -Solo que estoy apurado. Es que quiero terminar antes que llegue Gisele. Ya sabes lo molesta que es.
-¿Sabes qué son los sueños despiertos? -preguntó Hans señalando el libro.
-¿Sueños despiertos? No tengo ni idea. No se como puedes estar soñando y despierto a la vez.
-Al parecer de eso se trata el libro. Al menos esta primera parte.
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Lúcida
ParanormalEscondido en una habitación secreta, en la vieja casa de sus abuelos, Jürgen encuentra los restos de su bisabuelo perdido durante la segunda guerra mundial. Junto al cuerpo sin vida se encuentra un antiguo libro de evidente importancia para su bisab...