No hay momento tan sublime, como aquel en el que te vi entre tus flores y tus espinos. Y allí, en ese momento de éxtasis ilógico comprendí que no eras más que un jardín, Un jardín, donde crecen sueños e ilusiones en forma de flores, y en ellos crecen miedos y desilusiones en forma de espinos, donde crecen vicios e inseguridades en forma de malas hierbas, que solo roban por instantes la belleza de ese jardín, donde las mañanas se despiertan a bañar con el rocío de la esperanza, cada sueño que crece sobre la tierra, de tus deseos de triunfo y libertad, donde el sol calienta cada pétalo con un beso de pasión, que cura ese frío deseo de atención, donde surcan ociosamente vientos de calma, que traen consigo ese instinto de libertad que caracteriza tus sueños, donde se pigmentan de auroras los pétalos de tus metas, y algunos solo se tiñen de sentimientos, donde el tiempo pasa vistiendo de experiencia y fortaleza cada tallo, donde el verde pasto te cobija cada centímetro de tierra, que alimenta y sostiene cada flor, donde llueve el néctar de cada victoria que consigues, regando de más energía la tierra que alimenta tus sueños, donde caen tormentas de desconsuelo y tristezas, acompañadas de lluvias plagadas de desconcierto y cólera, que debilitan tu consistencia; de vientos de agonía y confusión, que terminan por arrancar aquellas promesas que no pudieron sobrevivir, al cruel paso de la vida, donde se deforestan ilusiones, después de aquellas tormentas que nunca debieron pasar, pero que jamás se debieron evitar, pues con solo unas mañanas más, brotes de nuevas ilusiones adornarán con más brillo tu jardín.
Un jardín donde llegan visitas inesperadas que coquetean cada sueño, algunas besando... con un tierno y sincero amor el corazón de cada flor, ayudándolas a polemizar cada sueño, y a hacer más fácil, cada traspiés venidero; otros solo llegan desprendiendo picotazos de hipocresía, robando las semillas que no han ni germinado en tu corazón, devorando tus ilusiones con mordidas de odio y envidia, dejando solo esperanza a su paso. En ese instante, es donde tus espinos se convierten en carácter, dejan de ser miedo e inseguridad, y en forma de afilados alfileres de coraje, defienden cada sueño, que te pertenece por derecho, se hacen fuertes y gruesos, capaces de rasgar la piel del mal, y los nocivos deseos de ver tu jardín marchitar; todo pasa, cada estación, cada traspiés, y las raíces de iluminados deseos, sostenidas por sagrados ideales, vuelven a tener un alba más; vuelven a germinar más ilusiones, más sueños, más amores, más deseos de que cada día sea más exuberante tu primavera. No eres más que un jardín, no necesitas ser más, eres ese jardín que me ha deslumbrado los inviernos, eres ese jardín en el que quiero sembrar, abonar, regar y cuidar, la más pura rosa de amor, que puedo procrear.
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Lamento De Lykos
PoetryLamento de Lýkos es un viaje poético apartado de los almidonados conceptos de la poesía tradicional, esta propuesta llamada "Poesía Filosófica" está repleta de peculiaridades y trasfondos de naturaleza metafísica, pues el autor propone un...