Una flor, otro jardín

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Estas allí, en el rocío de la mañana, te instalas en cada amanecer, en cada minuto que me ordena que debo caminar, te conviertes en el pensamiento que vive en mis silencios, en el espacio que le he entregado a cada uno de mis sueños.

Estas allí, robando esa tranquilidad que hice tan mía, esa calma que permití, rigiera mi vida; estas ahí, entre mis demonios y mis ángeles, tan pura y tan vana, tan simple y tan compleja; sumisa e indomable, con sonrisas de dudosa procedencia, con lágrimas de escarcha.

Seguís ahí, tan viva y tan muerta, provocando miedo e inseguridad, regalándole primaveras a mi corazón e inviernos a mi modo de pensar; Señalando mis más grandes carencias, murmurando un beso; torciendo mi camino, desgarrando mis planes. Volando como mariposa, con delicadeza y elegancia, hipnotizando cada una de mis convicciones, vertiendo ternura en este jarrón de hiel; danzando con el inestable viento de mi mente, durmiendo sobre mi buró del terror, meciendo suavemente la desnudez de tu aparente inocencia en la mecedora de mi alma; sonriendo con cada uno de mis ilógicos deseos de escapar de ese monstruoso amor que quiere mi razón devorar.

Y nuevamente cae la noche y con ella mi cordura, pues vos siempre con esa complicidad con la luna, empiezas a engendrar mi perdición, a internar mi vida en un mundo donde mis instintos se vuelven asesinos de la razón, donde mi pensamiento se instala en tu rostro, mi mirada empieza a cartografiar tu figura, mi voz a pausarse en cada movimiento de tu cuerpo, en la rebeldía de tu cabello, cae por inercia mi atención. A ese instante de magia y horror no quiero llegar una vez más, pues ya se desangra mi corazón por una vieja herida, ya cada ilusión se arrastra en medio de la agonía por el callejón de mi vida, ya mi sonrisa caducó en otro festival de besos y caricias, mis besos se ahorcaron en recuerdos, y mis certezas se vistieron de dudas; no quiero volver a caer en ese pozo una vez más, pues ni mi mente, ni mi corazón, creen ser capaces de soportar un pinchazo más, y vos sos una flor con espinos propios y ajenos, pues estás sobre un jardín, que poco a poco te roba la libertad, un jardín que cada día levanta una frontera más grande entre los dos, y es un predio que no quiero invadir, aunque ya esté observando deseoso desde el portón, te vea tan cerca, con deseos de trasplantarte hasta mi corazón. 

Lamento De LykosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora