Lamento de Thánatos

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Hoy que no hay más que escarcha en el cielo, que mi eternidad quiere dar pasos de mortalidad, que mi eterno desvelo se afirma, condenándome a jamás dormir; he descubierto el dolor, he cambiado mi burlona risa y mi maldad, por llanto con el que quiero dejar de caminar.

Hoy me encontré con la realidad rifando su suerte frente al espejo, con la carga del más allá, con el silencio de un sepulcro, con la inconsciencia con la que voy forjando mi pensar; con la impotencia que me otorga la inmortalidad, con la envidia que siento al no poder amar, con la realidad enseñándome mi vida y mi tortura solo frente al cristal. No sé por qué hoy me duele verla caminar, observarla tan pretendida por cualquier mortal, con la luz que desprende los ojos de un bebé canonizando su silueta, con la melodía de la naturaleza dándole un recital; no sé porque sigo llegando al momento ilógico de celarla desde esta ladera que me otorga el panorama de su inmaculada personalidad.

Estoy aquí en este callejón, fingiendo que mis instintos en la piel y en el alma de esas mujeres puedo purgar, pregonando el sexo y maldiciendo el amor para no admitir mi dolor. Yo, el ángel de alas oscuras y matices de maldad, con ojos de desconsuelo y con acordes de final, con pasos que traen consigo el sueño del que jamás se puede despertar... estoy aquí caminando y rogando morir, porque con las espinas de la vida se desangra mi existir; porque estoy enamorado de la vida y siendo la muerte no puedo vivirla, porque ahora suplico que en el ocaso halla un momento en el que ella me pueda brindar más que una lágrima, más que simple y llano desprecio.

¿por qué no puedo amarla?, ¿por qué no puedo conquistarla si está allí?... en esas cuestiones veo que Dios me condeno a ser horror, a agonizar amándola eternamente, a que en cada mañana vea el sol salir lleno de alborozo, y me condene nuevamente a verla caminar en cada infante que vuelve a crear, mientras poco a poco veo como llora y maldice mi misión pues su jardín estoy condenado a marchitar.

Ahora dime mi amada porque me juzgas, si he sido creado para tristeza y desconsuelo derramar, para los sueños de tus protegidos destrozar; no me juzgues mi reina de la luz que aunque oscuro sea mi propósito en mi brilla el amor por vos, en mi interior reposa la condena que me dicta que vos jamás me llegaras a perdonar, que ese creador te hizo de alegría y esperanza, y a mí de guerra, amargura y desesperanza; ese padre me otorgo el castigo de verdugo, mientras que vos creas los desgraciados que el acero de mi hoz el alma les ha arrancar.

Ahora extiendo la daga sobre mi cuello, intentando derramar sangre en vez de lágrimas, pero no es posible, no nací para morir sino para matar, yo creo eternidad y vos mortales nada más, no somos tan diferentes, pero aun así vos no logras divisar que este espectro en la eternidad no quiero deambular, pues prefiere un minuto de vida admirando el universo en tus ojos, así en el olvido mi existencia tenga que habitar. 

Lamento De LykosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora