Lamento De Lykos

El contrato del adios

Hoy es un día especial decidí negarme a vos, alejarme de las abismales miradas, que inconscientemente votaba, cuando te veía caminar hacia mi corazón; hoy decidí sucumbir en la mentira de una indiferencia para vos, a mi aborrecible y mixta naturaleza, a mi ilógica realidad, a mi tenue futuro, a mi arrugado pasado; decidí pasearme por otra mentira, una que se sostenga en el día, que se asuste en las noches, que se desmaquille en mis innumerables madrugadas de sensual y trágico insomnio; decidí vestirme de sonrisas muertas, alimentar mis sueños con carroñeras ilusiones, entretener mi ser digiriendo la música, y regurgitando los descompensados acordes del amor; decidí ser un extranjero buscando posada en mi propia mirada, un desconocido con el que intentare convivir, un suicida con el que compartiré ideales, miradas, amores, lágrimas, y el incontable espacio de mi cama; decidí vivir en un desierto que no me regale un panorama más sublime que la infinidad del horizonte, que no permita contar más que arena, que me incinere los recuerdos; un desierto gélido en las noches, para que mi llanto se cristalice antes de llegar a mis labios; decidí mudarme a una prolongada ráfaga de viento, al inicio de tu historia, a vacacionar en un eterno Agosto, en un saludo, en un reencuentro, en un sueño quebrado, en el despertar de mi alma; decidí alejarme de mis sentidos, enamorarme del alcohol, del olor de una vieja botella de vino, de la innegable magia de la noche, del misterio de un gato, del aullido de un lobo, de la negación de mis latidos, de lo melancólico de mis labios, de mi marginal semblante; decidí disfrutar de mis pasos, de mis desquebrajadas metas, de un libro auto obsequiado, de una historia no vivida, de mi sangre vertida sin sentido, de los largos y atroces lapsos de depresión; decidí dormir en la mentira de cerrar los ojos, de perderme en mi inconsciente, de tomar posesión de vos en un lugar en el cual poco te puedo llegar materializar. 

Dormir para hibernar este cíclico estado; decidí cambiarte el nombre, pronunciarlo en mis adentros, en mi psicodélica imaginación, en mis noches de masoquismo, en la insistente esperanza de las mañanas, en el condenable deseo de irte a buscar; decidí darle vida a esta propuesta, hacerla indefinida, intocable, racional, plasmarla en mis ideales, abolirla solo con un beso, condenarme a ella, volverla mi eutanasia. 

Hoy es un día especial pues decidí sobre lo que no tengo control, redacte mi muerte para no vivir alucinando tu voz. Hoy mórbidamente intento comprender está triste estipulación que solo espera tu aceptación; una firma de desprecio, un condenable adiós; mientras que mi ser, se mortifica buscando una cláusula de cancelación, que me permita encallar una vez más, en el masoquista deseo de arrojarme por el abismo de tu corazón.