La tortura de la calma

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En noches como esta, en las que ves precipitarse lluvias de dudas, las cuales no hacen mas que alimentar absurdas inseguridades, y saciar la sed de las fobias que creías guardadas en sepulcros de valentía y certeza; empiezas a recorrer viejos pasos, a soñar ilusiones ya caducas, a vivir historias ya escritas con tinta de tristeza y pluma de agonía, a comprar recuerdos en cualquier puesto ambulante que se ha instaurado de repente en tu corazón, todo gracias a una canción.

Empiezas a viajar por un universo de sensaciones, temores y sentimientos, que de pronto ya se atrincheraron en tu habitación. Resultas abrazado con la soledad, sucumbiendo ante las lágrimas, negando la calma que te ha entregado el amanecer de tu alma. Te pesa la libertad, extrañas estar atado al inestable mástil de sus caderas, estar hambriento de la fruta prohibida de sus labios, estar enredado en la suavidad de su cabello. Te han dejado en libertad y ya has olvidado qué hacer con ella, los barrotes de sus manos ya se han mudado, sus miradas se han eclipsado por el adiós. El corazón ha entrado en silencio y su latido se ha quedado sin razón, su voz sigue reproduciéndose en recitales de nostalgia, interpretada por la orquesta del ayer, ante un auditorio que demanda los momentos de los cuales aprendimos del amor.

Recorres la inmensidad que ha cobrado tu cama, en busca de alguno de esos ángeles, que te enseñaron el infierno que cabe en sus ojos. Y ahí, en ese insignificante instante es en donde caes, te miras en el espejo de tu conciencia, buscas entre tantos contratos, ese que te condenaba a estar prisionero en mente, corazón y cuerpo de su ser; esta allí, firmado por vos, a pesar de que nadie lo ha licitado, y con una cláusula de cancelación, que se cumplió el día que le dijiste adiós. Ahora te duele el hecho de ver el horizonte y saber que no la buscas en cada atardecer que viene por vos, estás en calma y eso es lo que te aterra, pues esa calma te amainó a la soledad a pesar de que a tu lado, veas volar un ave que empieza a poner tu vuelo a delirar.

Mi viaje en círculos culminó en este instante en el que estoy buscando un cielo del cual caerme y creo que ya lo hallé, y esta vez, no sos vos.

Lamento De LykosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora