La pesadilla de Gea (Parte 1)

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Le despertaron a gritos de crudo silencio, le profanaron la paz con la que amamantaba un sueño, le susurraron presagios de muerte, mientras que a su lado descansaba exhausta la vida, durmieron sus sueños en el sarcófago de la realidad, que penetraba el horizonte de sus ojos; se levantó dejando de lado la tranquilidad con la que reposaba, la perfección de su silueta, caminó hasta la puerta de su vida, abrió la realidad y comenzó a hacer, el trágico inventario con el que giraba el presente... Y allí se empezó a engendrar el cataclismo de su vida.

El viento soplaba con ira y violencia susurraba pestilencia, gas y dolor, desvistiendo su piel de frescura y vida. La hierba apenas tapizaba su piel, y se tornaba marrón, con cada beso que le daba el sol. Su paso ya no se alfombraba en suavidad, solo tocaba el polvo inerte y la áspera roca; no escuchaba el cantar de las aves decorando ese firmamento que ya no gozaba de ese azul pleno en que naufragaba su mirada; ahora solo era un tono oscuro, plomizo, poco natural, no se podía sentir el fresco correr de los ríos, ahora, solo se sentía el trasegar agónico envenenado de su sangre; los animales se levantaban en sindicato mirando con dolor, el mundo que alguna vez les acogió, sus ojos se le llenaron de tristeza y desconsuelo, ya el ocaso no dormía en ellos, ni el alba despertaba en su mirar. 

Empezó a correr, a huir, del ruido estruendoso de esos monstruos que escupían odio, en forma de nubes de muerte; sentía el horrible dolor de millares de dagas que perforaban su cuerpo, en busca de extraer el alimento con el cual saciar su ambición. La lluvia empezó a suicidarse envenenada desde las nubes de plomo, hiriendo los jardines que adornaban su cabello. Entonces se cuestionó; se preguntó entre agonías: ¿qué pasó? ¿por qué tanto odio en respuesta a mi amor? ¿Qué animal, qué monstruo es incapaz de amar?. 

Lamento De LykosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora