El amor a flor de piel

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Caes en lógica, lo niegues tantas veces como puedas, siempre terminas aceptando el hecho de que el amor, no es más que la triste negación de la verdad; no es más que el intento fallido y tenue, de buscar miel en jarrones de hiel; sí, es imposible negar la naturaleza frágil y descompuesta del amor; la mentira de la eternidad, el desgarrador grito de tu alma cuando ya caíste en sus fauces; es la triste atrocidad de intentar torpemente completarse, perdiendo la mitad del tablero y vendiendo el resto de fichas. Simple masoquismo humano, ocultando su miseria tras un carcomido antifaz de felicidad, una esperanza rota cruelmente insistente; eso es el amor, un espectro desocupado que en el infierno jamás llegó a madurar, un experimento que desde los planos estuvo roto.

El amor, el veneno que se sirve acompañado con inocencia, el estado de confusión con el que ebria sale a bailar la razón; un bar de copas rotas, un lugar donde solo se sirven odres viejas, lleno de putas que sufren orgasmos de cartón; un juego de besos vacíos, de vitaminas vanas, de promesas desteñidas, de miradas de escarcha.

El amor, el sueño que disfruta la ignorancia, un estado de auto mutilación, el mejor amigo del alcohol, la fuente del anunciado llanto; un desierto en el que esperamos encontrar el néctar de la ilusión, una guerra carente de sentido, un cementerio donde cada día se entierra la dignidad y se resucitan las masoquistas intenciones de amar.

El amor, el simple conjunto hecho con los tristes delirios de perro mojado que por traje nos obsequia. El amor, un silencio que se anuncia solo con miradas de perdición, la sonrisa del condenado a muerte, el llanto de la vida cuando se extingue en una flor, un escudo de algodón, un gélido desnudo que simula su dolor, fingiendo que se pierde en el abismo que propone el sexo; el más grato intento de perfección medio abortado, la sonrisa más efímera, la pieza de baile con más dificultad, el caminar artificial que proponen los tacones.

El amor, un simple juego de ajedrez en el que se apuesta la dignidad, es cortarse las alas para evitar vuelos de cordura, es la inocua humedad que ablanda la madera.

Eso es el amor, un estado incomprensible pero admirable, amargo pero dulce, es primavera y otoño, de dos y de uno; un estado que no exige perfección, una condena que todos quiere vivir, una muerte que solo pocos realmente llegarán a sentir.

Lamento De LykosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora