"Fierro Pariente" #5

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Tome el control remoto y empecé a cambiar de canal. No había nada bueno. Suspire pesadamente hoy había sido el peor día de mi vida.

El vecino no había pagado el cable ¿o qué? No llegaban los canales. No me quedo de otra y tuve que poner la rosa de Guadalupe ya que era lo único que había.

"Miss Likes" Era el tema de hoy.

Me había quedado dormida a mitad del capítulo. Desperté porqué la música del vecino estaba a todo volumen. Eran canciones del Komander.

—Fierro Pariente. —Escuche que gritó mi vecino.

Me asome por la ventana. Iba a gritar algo pero mi vecino se me adelantó y grito.

—No voy a poner a tu Justino Gayber pendeja. —me grito.

Lo mire mal y le enseñe el dedo corazón.

—Chinga a tu putisisisisisisima madre. —grite de vuelta.

— ¿Qué acabas de decir? —escuche decir a mis espaldas.

Me sobre salte y abrí mis ojos. Era mi madre.

—Valiste madres. —grito mi vecino burlándose de mi desgracia.

—El domingo iras conmigo a misa para que te confieses. —grito tan fuerte que me aturdió. —No, mejor llamare a tu tía para que te venga a barrer.

—Relája la raja mamá.

—Cállate. Vete a tu cuarto. —señalo las escaleras.

A mi mamá no le gustaba que dijera groserías. Gruñí y subí las escaleras para encerrarme en mi cuarto.

Ya eran las 8 de la noche y mi mamá grito.

—Hija iré con tu tía Bartola a organizar el bautizó de tu primó José.

— ¿Hiciste de comer? —pregunte gritando para que me escuchara.

—Hay frijoles y queso en el refri—informo—Ya me voy.

Escuche la puerta cerrarse. Me acomode mejor en mi cama. Estaba aburrida y tenía hambre pero no quería frijoles.

Me sobresalte pues habían tocado la ventana de mi balcón.

Mierda. ¿Y si era un ladrón? Al chile estaba culeando. Nunca antes se habían metido a robar.

Con todos los huevos que no tenía me levante y me asome para ver mejor.

Abrí la ventana del balcón y una piedra me pego en la cara. ¿Qué pedo? Mire hacia abajo y me encontré al pendejo de Mario Bautista aventando piedras a mi balcón. Aventó otra puta piedra pero esta no pego en mi cara sino en la ventana rompiéndola.

— ¿Qué te pasa pendejo? —grite enojada.

—Baja. —grito agitando sus manos en signo de que bajara.

—Chupa el perro. —le mostré el dedo de corazón. —Me debes un vidrio culero.

—Anda baja. Te invitó unos tacos.

¿Tacos? Oh.

Ahora estaba dudando.

— ¿Los que yo quiera?

—Si peppa pig los que quieras.

—Oye pendejo tu no me vas a hablar así me escuch...

—Si te callas te compró de a pastor también.

Me calle. No puedo creer la magia de los tacos.

Me adentre a mi cuarto y me puse una chamarra para salir, estaba un poco sucia pero aguanta para otra puesta.

Baje y abrí la puerta para dejar a la vista una increíble imagen.

Mi perro pulguita estaba persiguiendo a Mario por todo el jardín.

—Pinche perro. —grito como marica.

Me estaba muriendo de la risa. Pulguita era mi ídolo.

—Le voy a dar un putazo si no se calma. —advierte.

Me acerqué y llame a pulguita.

—Pulguita ven bebe pisioso anane ven. —lo llame con mucho amor.

Él se acercó a mí y lo metí dentro de la casa.

—Al chile eres más gallina que la gallina del vecino de alado, nada más te faltan los huevos, espera...esos tampoco los tienes.—negué divertida.

—Pensé que me iba a comer. —se defendió.

—Wey, es un chihuahua. —lo mire sin poder creerlo.

—Tenía colmillos.

— ¡Mames colmillos!

—Mejor vámonos. —empezó a caminar y lo seguí. Llegamos a un carro estacionado un poco más lejos de mi casa.

¿Tenía carro?

— ¿A quién se lo robaste? —pregunte y me miro.

—Me lo dieron mis padres.

—Ah, ¿Eres rico? —arque una ceja.

—Digamos que tengo...buenos recursos económicos.

—Ya mejor dime que sí, ojete.

Sonríe divertido y se sube al carro.

¿No me abrirá la puerta?

—Súbete, o te subo a palazos. —advierte desde adentro.

Subí y me puse el cinturón de seguridad.

— ¿Para qué te pones el cinturón de seguridad?

—Sepa la madre como manejes. No me pienso arriesgar, los choferes del autobús frenan bien culero y luego me ando dando en el pinche hocico.

Se ríe.

Su risa era muy bonita—como una melodía de ángeles—y contagiosa. No, no. Estas loca.

Pero me contagió y empecé a reír.

Arrancó el carro y avanzó.

Pasamos varios puestos de tacos. ¿No se suponía que íbamos a comer tacos?

— ¿No íbamos ir a comer tacos? —pregunte.

—Cambie de idea. —me miro. —Iremos a una fiesta.

¿Fiesta? No, no. 

Juan Bautista ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora